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Confidencial Noticias 2025


El asunto del Canal de Panamá es uno de esos asuntos que a quienes hemos tenido el privilegio de recibir cátedra de historia en el hogar y en las aulas, nos genera dolor patrio, nos puede y hasta llena de frustración ver que el repitente presidente Trump hable de ello con tanta arrogancia y villanía, mientras los mismos descendientes de aquellos que generaron esa histórica afrenta al honor nacional van corriendo a su posesión.

El descendiente de inmigrante alemán que gobernará los próximos cuatro años el país del tío Sam, dice que Panamá fue “un regalo” que les dio el reciente y honorable difunto expresidente Jimmy Carter a “los panameños y no a los chinos”, que dicho Canal “fue construido por las tropas norte americanas” y que por tanto es un asunto de seguridad nacional.

Nota recomendada: ¡Sí, hay quienes simplemente quieren ver el mundo arder!

El descendiente de inmigrantes que hoy persigue a los inmigrantes busca revivir un debate precisamente generado en el gobierno del difunto Carter, con el tema de la cláusula o enmienda de Dennis de Concini, un senador de Arizona que como condicionamiento para que el senado aceptara el tratado Torrijos-Carter, introdujo una enmienda al respecto.

Este tratado versa sobre las condiciones de devolución del Canal de Panamá a los panameños, pero que, a través de la enmienda Concini, le permitiría al tío Sam recuperar el canal si la seguridad nacional del país de Dorothy estuviera en peligro, esta cláusula o enmienda, que generó debate y discusión, nunca fue ratificada por Panamá y es evidente para donde va el descendiente de inmigrantes que ataca inmigrantes.

Sin embargo, se le olvida al ario pura sangre, que el ferrocarril que posibilitó la construcción de ese canal, lo pagamos ocho veces más caro los colombianos a raíz del espurio contrato en el Gobierno de José Hilario López con la empresa Panamá Railroad Company, en 1849, en donde solo recibimos el 3% de ganancias, sin esa infraestructura jamás habría sido posible las posteriores obras tanto del primer proyecto de canal hecho con los franceses y Colombia que tan arduamente los norteamericanos boicotearon, pues ya tenían su pecado concebido.

Los autores intelectuales de dicho pecado que inició con el boicot financiero de Wall Street, fueron los banqueros William Cromwell, JP Morgan y Douglas Robinson, cuñado del entonces vicepresidente Theodor “teddy” Roosevelt, quienes luego de su jugada, compran por 3.5 millones de dólares las acciones de la empresa francesa en el proyecto, o sea,  se vuelven socios del Estado Colombiano, pero se niegan a seguir con el proyecto, quebrándolo totalmente, lo que posteriormente realizan, es que le venden esas acciones por un total de 40 millones de dólares al gobierno del nuevo presidente, Theodor Roosevelt, oh sorpresa! , toda una jugada maestra de típicos delincuentes.

Se le olvida al no americano, que el tratado Herrán-Hay, que buscó los acuerdos para la construcción del canal, contemplaba la soberanía, como era obvio, de Colombia en su territorio, es decir Panamá, sin embargo, cedía esa soberanía en un territorio interno o franja de enclave de 15km a cada lado de la zona del canal como tal y 100 años de usufruto del canal para U.S.A.

Como este tratado lo negó rotundamente el congreso colombiano, entonces no se anduvieron con rodeos, bajo el soborno y la instigación del hijo predilecto del tío Sam, el expresidente Theodore Roosevelt, nos robaron Panamá bajo los cañones del acorazado Nashville, mas 10 buques de guerra de escolta, 4 en el pacífico y 6 en el caribe.

Junto a esto, el soborno al traidor Manuel Amador Guerrero, médico del ferrocarril y a Philipe Jean Bunau-Varilla, ingeniero francés del mismo, defienden la acción separatista de unos cuantos convidados y con esa excusa lo disfrazaron de acto de independencia protegida por la estatua de la libertad, de hecho, el mismo presidente Teddy, se vanagloriaba de su famosa frase “I Took Panamá”, mientras que el nuestro, el conservador, José Manuel Marroquín, untado de ignominia decía; “recibí un país y entregué dos”, le faltó decir, “hice presidente a un copartidario”.

Se le borra de la memoria al compañero temporal de Stormy Daniels, que, al día siguiente de estos hechos, ¡oh cosa curiosa!, se nombra presidente de Panamá al dirigente del partido Conservador Colombiano, Manuel Amador Guerrero, William Cromwell termina como cónsul en Panamá y como ministro Plenipotenciario al Ingeniero Bunau-Varilla, éste a su vez, con John Hay, redactan el tratado para que Panamá; i). entregue el proyecto de la construcción del canal a U.S.A., ii). Que los beneficios de explotación del mismo sean a perpetuidad y por si fuera poco, le introducen en el artículo 136 de la constitución de su nuevo botín de la extorsión, iii). el derecho al país de la justicia y la libertad, de intervenir militarmente en Panamá.

También Olvida el condenado presidente, que luego se dio el tratado de la humillación nacional, el  Urrutia-Thompson, firmado en 1914 y promulgado el 2 de marzo de 1922, donde nuestra patria liderada por una caterva de acomplejados, príncipes de aldea con ínfulas de virreyes, aceptaba el pago del robo de Panamá por miserables 25 millones de dólares y  se definía que los productos de la industria, el correo y los buques de guerra colombianos no pagarían el cruce o más bien, tenían el paso libre por el canal.

De esta forma, tergiversa descaradamente la verdad histórica, verbi gratia, olvida convenientemente, que no fueron solo los militares norte americanos los que construyeron la mega obra y que se robaron el proyecto propuesto por Colombia en 1830 y en 1879, desarrollado por lo franceses en cabeza de Ferdinand de Lesseps pero con nuestros recursos en vidas humanas y económicos, además, desconoce que el tratado Urrutia-Thompson no se ha cumplido, luego entonces siguen en deuda con nosotros.

En conclusión, olvida el negociante, que al final aceptaron sus antecesores que eso no fue una compra, que eso fue un robo y que la excusa de que los panameños se querían independizar fue utilizada e instigada por el tío Sam para quedarse no con el enclave del canal, sino con el país completo como efectivamente lo hicieron, que el proyecto era nuestro y que, sin nuestro ferrocarril, nunca habrían podido haberlo hecho.

Pero sobre todo, olvida él que no todos hemos olvidado el hecho que no se puede reclamar lo que de manera espuria fue tomado, que el tratado Urrutia -Thompson, que también nos hacía reconocer la independencia de Panamá a cambio de la compensación no tiene validez porque Panamá nunca lo aceptó y no lo aceptó porque nunca reconoció a U.S.A. para que fuera su vocero en dicho tratado, por lo tanto, es nulo de pleno derecho por vicio del consentimiento y doble engaño.

Si eso es nulo, solo queda un país que fue instigado a ese proceso de independencia y por tanto el tratado posterior Vélez-Victoria, por el cual y bajo la presión de los buques de guerra gringos, Colombia ratifica y reconoce la independencia de Panamá en 1924 queda también viciado de legalidad. Así que hoy no estamos en aquellas épocas, el país debería alzar la voz y reclamar lo que es suyo, así como el hijo de inmigrantes que ataca inmigrantes revive el debate y reclama, nosotros debemos hacer lo propio.

Ojalá vuelva el honor y el arrojo que tuvimos con Bolívar, en tiempos aquellos cuando nos llevó a la cumbre de las grandes naciones y ojalá se haga valer que la costa de mosquitia era de la Gran Colombia, por lo tanto, el mar de San Andrés también lo es, ojalá nuestra juventud entienda y sepa que debemos recuperar la banda de la Orinoquia, del trapecio amazónico perdido con Perú y Brasil, ojalá nos atrevamos a decir “I Recover Colombia”.

Juan Camilo Castellanos

Juan Camilo Castellanos

Egresado de pregrado y maestría de derecho administrativo de la U. Libre Máster en Democracia y Buen Gobierno de La U. de Salamanca Profesor del Área de Derecho Público de la U. Libre. Ex Codirector del Partido Liberal Edil de La Candelaria por el P. Liberal.

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