En la Plaza de Bolívar de Bogotá, se llevó a cabo la conmemoración de los primeros 25 años del acuerdo de paz con el M-19. El pasado 9 de marzo el actual senador Antonio Navarro Wolff leyó ante los asistentes las que, considera, son las 15 lecciones que deja el primer cuarto de siglo de paz firmada con ese grupo guerrillero, un ejemplo claro del balance que deja un proceso de paz encaminado a la reconciliación de Colombia.
Durante la conmemoración de los 25 años del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno Nacional y el M-19 en 1990, Antonio Navarro Wolff, expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente y actual senador de la República, destacó quince lecciones dejadas por ese proceso de paz.
La pertinencia de esas lecciones es vital para el actual proceso de paz con que se lleva adelante con la guerrilla de las Farc. Estas lecciones resumen las enseñanzas, aprendizajes y frustraciones que deja un cuarto de siglo de paz.
15 lecciones aprendidas sobre la paz en 25 años
Antonio Navarro Wolff. 9 de marzo de 2015
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La continuidad del alzamiento armado sin perspectiva de triunfo es una equivocación. Hay que negociar la paz. Eso lo entendimos hace 25 años y la historia nos ha dado la razón.
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El perdón y la reconciliación son posibles. Ejemplos de ello son la reconciliación de Álvaro Gómez Hurtado y el M-19 en 1991 durante la Asamblea Constituyente, así como la de familiares de víctimas del Palacio de Justicia con nosotros como el caso del actual Ministro de Justicia o la actitud de las hijas de Carlos Pizarro reivindicando sin odio a su padre. Lo es hasta mi propio ejemplo personal perdonando a quienes atentaron contra mi vida durante el intento de paz de 1985.
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Los guerrilleros que dejen las armas deben continuar organizados. Plantear disolverlos es una equivocación, pues entregaría al a delincuencia común a muchos que saben usar armas. La diferencia entre el M-19 o el Quintín Lame por ejemplo, con la autodefensa, es clarísima en cuanto a reincidencia. La manera de lograr esa continuidad organizada es que hagan política. La política es el cemento que preserva a los antiguos guerrilleros de la posibilidad de volverse delincuentes comunes.
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Lo más efectivo es la reinserción es la educación. Hoy todos los antiguos guerrilleros del Eme son bachilleres y algunos profesionales. Fue el programa que mejor funcionó en la reinserción.
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Si el estado no hace presencia integral en los territorios de donde salen los reinsertados, otro grupo armado ocupa su lugar. Eso ha sucedido permanentemente en los últimos 25 años. Desde el día 1 del posconflicto, debe haber, Presencia Integral del estado en el Territorio. En 281 municipios hay estímulos económicos para la ilegalidad armada. Ni un vacío. Los vacíos siempre alguien los llena.
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La solución jurídica debe ser para todos los participantes en el conflicto. Militares presos y exguerrilleros libres es una situación insostenible, como ha sucedido con el caso del Palacio de Justicia. Y eso aplica también para los civiles. Todos en la cama o todos en el suelo, dice la sabiduría popular.
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No es automático que castigos severos signifique menor reincidencia. Jefes paramilitares presos en USA han tenido un castigo severísimo y muchos de sus subalternos reincidieron haciendo parte de las Bacrim. Mientras jefes guerrilleros libres en los 90 han sido acompañados de bajísima reincidencia de miembros de estas organizaciones. El asunto más complejo que la fórmula simplista de duros castigos.
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Debe priorizarse el empleo para los reinsertados. Las microempresas y proyectos productivos individuales o de pequeños grupos, rurales y urbanos, fracasaron casi todos. Esa plática se perdió. Quienes consiguieron empleo lo han hecho mucho mejor.
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Incorporar desmovilizados a cuerpos de seguridad del estado es posible y ha producido buenos resultados. Los reinsertados que se incorporaron al DAS como agentes escoltas han tenido un comportamiento sobresaliente. No participaron de las chuzadas y los demás problemas de esa institución y han sido trabajadores destacados.
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Los procesos de paz enfrentan dificultades imprevisibles y a veces muy graves en el posconflicto. La muerte de Carlos Pizarro, 46 días después de firmar la paz y la continuidad del M-19 en la palabra empeñada es un claro ejemplo de ello. Tener a los líderes naturales al frente de su gente ayuda muchísimo a superar esas dificultades.
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Una paz negociada es imposible sin generosidad del Estado y de la Sociedad. No se negocia con los derrotados sino con quienes no pueden conseguir la victoria. La única guerrilla que fue derrotada en la historia reciente del país fue el grupo Ricardo franco, cuyos integrantes se mataron entre ellos mismos. Hasta un pequeño sector del EPL que no firmó la paz, el grupo de alias Megateo, sigue causando problemas en el Catatumbo.
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A la paz negociada no se le puede pedir que resuelva todos los problemas de la sociedad. Lo que se busca es tener la oportunidad de resolverlos sin recurrir a la violencia. Explicar la violencia porque existen graves problemas sociales es en el fondo, justificarla. Lo que debe quedar claro es que las armas no resuelven los problemas. Los agravan.
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Cada momento histórico es distinto. No es igual el país de los 90 que el actual. Pero hemos aprendido en estos años. Debemos estudiar mejor nuestra propia experiencia nacional. No lo hemos hecho juiciosamente. A veces miramos más hacia afuera que hacia adentro. Debemos mirar ambas realidades.
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El ascenso del conflicto después de la firma de las paces de 1990 a 1994 no lo explican la firma de esas paces. Fueron otros los causantes de ese ascenso, totalmente paralelos a la paz. Decir que la violencia de los 90 tiene origen en el diseño de las paces firmadas, es buscar el ahogado río arriba.
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La más importante de las lecciones. Hay que ganarse el corazón y el respaldo de la opinión pública para la paz y para la acción política en el posconflicto. Ello fue lo que nos permitió lograr 1/3 de los constituyentes de 1991 en las elecciones de diciembre de 1990 a voto limpio. El resultado más importante de la paz de 1990 fue la constitución de 1991 y sin embargo la realización de la Asamblea Constituyente no se negoció en la mesa de paz. Pero la Constituyente no hubiera producido lo que produjo sin una presencia tan destacada como la que la opinión nacional le brindó a la Alianza Democrática M-19 con sus votos.