Alta tensión en Corinto

Mientras el parque central de Corinto, Cauca, está militarizado y los tanques de guerra y los hombres de camuflado esperan una orden de sus superiores, los Nasa de la ACIN, Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, socializan las conclusiones de la audiencia pública llevada a cabo el pasado 22 de abril en la Hacienda la Emperatriz. Una calma tensa invade el ambiente.

Cinco meses después de haber empezado la Liberación de la Madre Tierra por parte de las comunidades indígenas del Norte del Cauca, la situación en Corinto, y en el resto de esa región, es tensa.

El pasado 22 de abril se reunieron en la Hacienda La Emperatriz, varios cientos de indígenas Nasa para llevar adelante una audiencia pública que sirviera para denunciar los excesos de la fuerza pública que hasta el momento dejan 205 comuneros heridos y ha cobrado la vida de cuatro de ellos.

La audiencia, que contó con un acuerdo entre los miembros del Ejército Nacional y el Esmad de la Policía para desalojar la hacienda mientras se llevaba a cabo el evento, fue el evento para decidir, entre otras cosas, una jornada de purificación del territorio debida a la masacre del Nilo, acaecida en 1991 y que cobró la vida de 21 indígenas.

Además, se enfatizó en la necesidad de continuar con la ocupación de las tierras sembradas de caña de azúcar, que los mayores de estas comunidades han considerado como territorios ancestrales.

Hacia el final de la audiencia los enfrentamientos entre el Esmad y los miembros de la comunidad Nasa reiniciaron sin tener mayores consecuencias. Mientras en la sede del Cabildo Nasa de Corinto, se adelantan jornadas pedagógicas y logísticas tendientes a fortalecer el funcionamiento de las comunidades en las labores que continúan, el parque central de Corinto, que solo dista cinco cuadras de la sede del Cabildo, está militarizado.

Hombres de la Policía Nacional y del Ejército, fuertemente armados, esperan en las esquinas, mirando con suspicacia a todo aquel que tenga rasgos indígenas. Tres tanques de guerra y otras tantas tanquetas del escuadrón móvil antidisturbios permanecen estacionadas, pendientes como una espada de Damocles, a la espera de un nuevo enfrentamiento con los indígenas que los enfrentan con piedras y bastones de mando.