El gigante asiático no ha tardado nada en alargar a 2016 las dudas que ya manifestó en 2015. Las caídas bursátiles se abren paso tras un mal dato de actividad empresarial en el gigante asiático.
Año nuevo, sustos viejos. China fue el detonante del mayor temblor bursátil de 2015, el sufrido el 24 de agosto, cuando los principales índices mundiales cayeron entre un 3% y un 7%, y de varios de los sobresaltos más acusados que se sufrieron durante el pasado ejercicio. Y este recién estrenado 2016 comienza del mismo modo. Con el gigante asiático alimentando las sospechas sobre la verdadera salud de su economía, sufriendo notables descensos en sus cotizaciones y propagando la incertidumbre por los parqués internacionales.
La mecha ha prendido a las 2:45 horas. En ese momento se ha conocido que la actividad manufacturera chinadescendió inesperadamente en diciembre de los 48,6 a los 48,2 puntos, cuando se esperaba un repunte hasta los 48,9. Este retroceso, combinado con el hecho de que se trata del décimo mes consecutivo en el que este indicador se encuentra por debajo de los 50 puntos y que por tanto delata una contracción de la actividad económica, ha precipitado una creciente oleada de ventas en las bolsas chinas.
Esta sacudida vendedora ha llegado a ser tan violenta, que la negociación de títulos en Shanghai y Shenzen se ha suspendido por primera vez en su historia de manera prematura debido a la entrada en vigor hoy de unas normas que establecen esa medida si un indicador bursátil concreto alcanza pérdidas superiores al 7%. Ese índice ha sido el índice CSI 300, cuya actividad ha quedado ‘congelada’ 90 minutos antes de lo habitual cuando se desplomaba un 7,02%, hasta los 3.469 puntos.
De hecho, según las nuevas normas, antes de alcanzarse ese 7% que obligó acerrar sin más ambos mercados hasta mañana, se había paralizado la cotización en las dos plazas, también por primera vez en la historia, durante 15 minutos, al sobrepasar el CSI 300 unas pérdidas de un 5%. Con todo, esa pausa no sirvió para enfriar la situación, y el 7% que echó el freno a la jornada llegó rápidamente después de ese cuarto de hora en que ambos mercados permanecieron congelados.
Las nuevas normas por las que se ha producido el inédito cierre prematuro, impulsadas por la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China (CRMV), entraron en vigor el 1 de enero, por lo que se aplicaron por primera vez, en la práctica, este lunes, primer día de cotización desde entonces. Estas normas están destinadas a aumentar las restricciones a las fluctuaciones diarias que ya existían en los mercados chinos, con las que evitar caídas en cadena que causen desplomes como los del verano pasado.
El mal dato manufacturero también deja huella en la moneda china. El yuan se deprecia un 0,6% contra el dólar, su mayor caída diaria desde lasdevaluaciones de agosto de 2015. Con este descenso, se cambia a 6,534 yuanes por dólar, su cambio más bajo desde 2001.
Se extiende el contagio
Como ya ocurrió en 2015, la oleada de incertidumbre proveniente de China se contagia a los principales índices de Europa y Asia. Al filio de las 12 horas, los descensos en el Viejo Continente oscilan entre el 2,5% del Footsie británico y el 4,3% del Dax alemán, que precisamente sufre su mayor corrección desde la jornada del 24 de agosto. El Ibex 35 se deja un 2,6%, hasta los 9.300 puntos.
Las ventas se intuyen igualmente en Wall Street. Por el momento, los futuros anticipan descensos próximos al 2% en los principales índices bursátiles de Estados Unidos.
Antes, el índice Nikkei 225 japonés despidió la jornada con una bajada del 3,06%, hasta los 18.450 puntos. Pero Japón no solo ha sentido el temblor de China en su bolsa, sino que también lo manifiesta en su divisa, el yen, que es la más fuerte de la sesión entre las principales del mundo. La moneda nipona se aprecia contra todas, con avances que se mueven entre el 0,5% contra el franco suizo y el 2% contra el dólar neozelandés.