Arrancó el paro minero

Este miércoles 18 de febrero, dio inició el paro minero nacional. Una movilización de cerca de 500 personas pertenecientes al gremio de las esmeraldas marchó desde la Plazoleta del Rosario hasta la Plaza de Bolívar, en Bogotá, para exigir soluciones a la delicada situación que atraviesa el sector.

La Plaza de Bolívar de Bogotá fue escenario de un hecho sin precedentes; por primera vez en la historia del país el gremio de las esmeraldas marchó en una ciudad para exigir cambios en la legislación actual que regula su actividad.

La marcha, que convocó a cerca de 500 personas, fue el primer hecho, en la capital del país, que evidencia el paro minero nacional que empezó este miércoles 18 de febrero. Este paro, convocado por las diferentes agremiaciones de mineros colombianos, en especial Conalminercol, tiene varias caras. Por un lado están los mineros de oro del Bajo Cauca que se han visto afectados por el RUCOM (Registro Único de Comercializadores de Minerales) ya que, de acuerdo con una fuente de esa agremiación, “a los únicos que persigue ese registro es a los baharequeros que no son comercializadores formales pero que viven de extraer y vender el oro que consiguen. Son víctimas de la “locomotora minera” del Gobierno Santos que los atropella y los deja tirados al lado de la vía”.

Por otro lado están los mineros de carbón y de arcilla de Boyacá, quienes al ser obligados a constituirse en empresas quedan sin el carácter artesanal que es la razón de ser su actividad. Cabe recordar que Confidencial Colombia recorrió la región carbonífera boyacense, recogiendo denuncias e historias de mineros tradicionales y artesanales que estaban siendo apresados por las autoridades debido a que su actividad se estaba considerando ilegal.

La tercera cara de este paro es el sector esmeraldero de Boyacá y Cundinamarca en donde el certificado de origen de los minerales y el Rucom están generando descontento.

Según Germán Suárez, vicepresidente de Confedesmeraldas, “El certificado de origen genera muchos más problemas que soluciones. Por ejemplo, cómo puede un alcalde certificar que una esmeralda presentada para su certificación, es de tal o cual mina. Además, se puede dar el caso de que una persona consiga el certificado de origen y certifique cierta cantidad de quilates de esmeraldas, cuando no es así. Esto con el único fin de lavar dinero”.

Sobre ese último punto en El Bagre, Antioquia, se ha denunciado que desde la entrada en vigencia del certificado de origen han llegado personas con grandes cantidades de dinero en efectivo y compran el oro en rama a 50 mil pesos, cuando el precio en el mercado es de 75 mil pesos. Para la fuente consultada en Conalminercol “de esa forma es que el lavado de activos se incrementa de manera exponencial”.

Mientras tanto el Ministerio de Minas ha planteado la expedición de un decreto para frenar el paro, que hasta ahora transcurre con total calma y tranquilidad. Sin embargo, para Suárez eso “no es garantía de nada. El 20 de diciembre de 2014 presentaron un proyecto de decreto modificatorio que es un adefesio. La posición del Gobierno Nacional es que esa legislación no genera ningún problema, por el contrario está generando problemáticas muy graves, tan graves que hoy estamos en un paro nacional minero”.

Una de las salidas que plantea Suárez es que “los mineros pequeños y medianos sean tratados como las Pyme. El Gobierno no tiene que ponerse a inventar nada. Más bien deberían dejar de centrarse en el baharequero o en el guaquero y atacar a los grandes lavadores de dinero por medio de la minería, gente como alias Macaco o alias El Negro Acacio”.

La movilización en Bogotá se dio hacia el mediodía y en ella intervinieron Suárez, como dirigente gremial, y el senador Jorge Enrique Robledo. Este último fue claro en señalar que el Gobierno Santos está haciendo las cosas muy mal con el sector minero y sobre todo con los eslabones más débiles de la cadena productiva de ese sector.

Por el momento, no hay indicios de que el paro se vaya a levantar pronto y los mineros seguirán luchando contra una legislación muy alejada de la triste realidad de una “locomotora” que aún no termina de arrancar.