La joven que hizo estallar su cuerpo tenía nacionalidad francomarroquí, estaba obsesionada con unirse a la yihad y tenía su propio negocio inmobiliario en París.
El pasado miércoles, la policía francesa llevó a cabo una operación en el barrio parisino de Saint-Denis. El objetivo era dar caza a Abdelhamid Abaaoud, presunto organizador de los violentos ataques que sufrió la capital parisina durante el fin de semana (objetivo cumplido, según informa la fiscalía francesa).
El asalto a un bloque de edificios se saldó con dos terroristas muertos. Entre las víctimas, Hasna Aitboulahcen, quien ha quedado registrada como la primera mujer que se ha hecho estallar en Occidente rodeando su cuerpo de explosivos.
Su pasaporte indica que nació el 12 de agosto de 1989 en Clichy-la-Garenne (suburbio del norte de París) y tenía nacionalidad francomarroquí. La policía sospecha que tiene vínculos de parentesco con el supuesto ideólogo de los atentados (se presentaba como “la prima” de Abaaoud), a quien los agentes fueron a buscar al apartamento tras recibir un chivatazo de que estaba “en territorio francés”.
Aitboulahcen llevaba años obsesionada con unirse a la yihad. Pese a ello, aunque llegó a ofrecerse como voluntaria para trabajar en pro del autodenominado Estado Islámico, nunca había visitado Siria. Llevaba una vida aparentemente normal y tenía su propio negocio inmobiliario en París -que actualmente está en concurso de acreedores-.
Sin embargo, la policía llevaba investigando sus llamadas desde hacía varias semanas por un asunto relacionado con las drogas, motivo por el cual se supo que antes de detonarse llamó a todos los posibles cómplices que había por la zona para avisar de que los agentes estaban llevando a cabo una operación contra ellos.
Después de que la policía entrara en la casa, las fuerzas de seguridad indicaron a Hasna que levantara las manos. Mientras tanto, ella pedía ayuda con la intención de que se acercaran hacia ella y el estallido del cinturón de explosivos que llevaba puesto pudiera quitarles la vida. Finalmente, la mujer activó los artefactos y voló por los aires, convirtiéndose en la primera mujer suicida de Occidente.
Para encontrar a la primera europea que se hizo estallar, hay que remontarse a 2005. Muriel Degauque, de Charleroi (Bélgica), tenía 38 años y se había convertido al islam. Fue su tercer marido, el belga-marroquí Hissal Goris, quien la llevó hasta Irak arrojándola a las redes del extremismo religioso.
Se llegó a cambiar el nombre para adaptarlo a su nueva vida: Myriam. Muriel se explotó en la capital del país, en Bagdad, llevándose por delante la vida de un soldado estadounidense que pertenecía al convoy que tenía como objetivo. Su último esposo también murió haciéndose detonar.