Las personas con autismo tienen múltiples habilidades que deben descubrirse y explorarse desde la familia y la escuela. Se evidencian casos de jóvenes con altos niveles cognitivos y con destrezas particulares en el arte, la tecnología, la cocina, las matemáticas y los deportes.
Estos aprendizajes generalmente se producen por observación. También se encuentran personas que tienen niveles de funcionalidad bajos, con carencias en el desarrollo del lenguaje y en la parte básica de autocuidado como bañarse, vestirse y comer, por lo que requieren de ayuda constante. Pese a estas diferencias, es claro que existen fortalezas en cada uno de ellos.
“La parte educativa también es otro ámbito donde lo ideal para un niño con autismo no es incluirlo en un programa de educación especial, sino que asistan a un programa de educación regular”, indica Martha Mendoza, directora de la Fundación Sexto Sentido.
Para Mendoza, en el autismo existen diferentes niveles de funcionalidad: “es muy difícil encontrar dos personas iguales debido a que cada niño es un mundo diferente”. Además, agrega que para llevar a las personas con autismo a un nivel funcional máximo, el secreto es una atención terapéutica oportuna, un buen diagnóstico y el trabajo con la familia.
“Nosotros acá tenemos jóvenes incluidos en una escuela de natación, y ya compiten con muchachos regulares. Además, hay otros que están en escuelas de ciclismo, y asisten a las actividades que se hacen en Bogotá como la media maratón para personas con autismo. También contamos con un muchacho que fácilmente te dice en qué fecha cumples 30 años y cuántos tendrás en el 2020; hace unos cálculos matemáticos más rápido que una calculadora. Asimismo, tenemos una persona que toca el acordeón, incluso ha sido dos veces rey vallenato especial”, señaló Mendoza.
A pesar de que estas personas, en su mayoría, han sido discriminadas, gracias al tratamiento oportuno muchos han llegado a la universidad y se encuentran actualmente laborando.
El trabajo con la familia es clave dentro de todo este proceso. “De nada sirve tener un niño excelente en la institución, cuando el fin de semana es el niño al que la familia le tiene miedo y no lo integra en las actividades sociales”, aseguró Mendoza.