El estudio más reciente sobre la salud mental de los colombianos, reveló que aproximadamente el 2% de la población sufre de un trastorno depresivo.
De los pacientes que padecen depresión, solo el 0,2% consulta al médico o al psiquiatra. Aunque parezca difícil de creer, la depresión llega a ser una enfermedad incapacitante, en especial para cumplir funciones laborales, y por esto puede tener un impacto social.
Por lo general, afecta a mujeres entre los 30 y los 60 años de edad y hombres entre 40 y 70 años, sin embargo, no es exclusivo para este grupo, pues puede afectar niños o adultos mayores.
Muchos se preguntan si su problema es una enfermedad, un estado de ánimo o un trastorno emocional. Mauricio Ruiz, médico cirujano, dice que para entrar a hablar de depresión como enfermedad, primero hay que tener claridad entre lo que es patológico y lo que no.
En este sentido, es importante mencionar que una persona puede estar deprimida, y tratarse de algo pasajero, que no afecta la vida cotidiana. Por el contrario, cuando esta tristeza no le permite desarrollar su rol social adecuadamente, y dura dos o más semanas, llegando a ser incapacitante, hay que sospechar de un trastorno depresivo, es decir, un estado patológico.
Sin embargo, no todas las opiniones coinciden acerca de si este trastorno es o no una enfermedad. Mientras el médico cirujano Ruiz afirma que el trastorno depresivo lo es, Carolina Rizzo, psicóloga clínica, es enfática en afirmar que la depresión no es una enfermedad, sino un estado de ánimo.
Existen personas que por temor a ser llamadas “locas” o por pena a la hora de asistir a una consulta con un psicólogo o psiquiatra no solicitan ayuda clínica, pues se sienten juzgados, pero indiscutiblemente es aconsejable acudir a los profesionales pertinentes en caso de presentarse algún trastorno asociado con la depresión o los estados de ánimo.
La gerente del hospital Lorencita Villegas de la población de Samaniego, Nariño, Zuleiman Cotes Dodino, aclara que si bien la tristeza y la melancolía se pueden presentar en cualquier momento de nuestras vidas, de ser recurrentes tienden a convertirse en algo patológico.
Y agrega que “cuando el estado de ánimo de un individuo en un determinado momento de su vida sufre sentimientos severos y prolongados de tristeza, o síntomas relacionados que afectan su capacidad para relacionarse con otros, trabajar o afrontar el día, la tristeza se convierte en una enfermedad”.
Una necesidad insatisfecha, un trastorno mental y espiritual y un vacío constante era lo que vivía Andrea Sánchez, quien con su rostro triste afirma que se “sentía sola, la vida no tenía sentido literalmente, prefería estar más muerta que viva”.
Esta estudiante universitaria despertó una mañana y se imaginó tirándose del décimo piso de un edificio. Comenta que “una voz me decía que no valía ni un centavo, que era una perdedora, y que mi único camino era la muerte”.
Cuenta Andrea que fue varias veces al médico y las pastillas que le recetaban hacían el efecto contrario: “tan solo le echaban tierra a un vacío que yo tenía, mas no solucionaban el problema de raíz”. Según ella, la salida no es medicar el problema, sino solucionarlo. Además, ella se aferra a su fe para ser curada, pues considera que su enfermedad tiene estrecha relación con su alma.
Por su parte, el médico cirujano Mauricio Ruiz confirma que anteriormente estos padecimientos se veían ligados al aspecto espiritual, pues no existía una explicación científica a este fenómeno, y había un desconocimiento generalizado de los procesos que ocurren en el cerebro.
Hoy, el mundo ya conoce las causas de la depresión: la alteración del nivel de noradrenalina, dopamina y serotonina. Pero mientras Andrea encuentra una solución clara y definitiva a estos trastornos, se debate entre la ciencia y su creencia en Dios para curarse.
Gissell Calvo Cotes / @gissellcc
Sala Contacto / Politécnico Grancolombiano