El Barcelona se pierde en Sevilla entre los errores arbitrales y un fútbol displicente. El colegiado no señaló un penalti claro sobre Neymar y un gol que entró por casi medio metro en la portería de Adán, a falta de trece minutos. Hasta entonces habían pasado sin pena ni gloria por la casa del Betis.
No se ayuda mucho la Liga española para desmentir el rumor que viene corriendo desde hace semanas sobre una posible mano negra a favor del Madrid. Tampoco los árbitros para salvar su vilipendiada imagen. En Sevilla, el Barcelona salió vivo de un atraco a mano armada. Le anularon erróneamente un gol que había sobrepasado la línea por 60 cm y no le pitaron un penalti claro sobre Neymar. Los que buscaban la prueba que diera veracidad a sus suspicacias, la encontraron definitivamente en el césped del Benito Villamarín.
Y no es por demeritar el el gran partido de los béticos en su casa. Impecables hasta los últimos quince minutos en los que se resguardaron en su área a esperar el bombardeo. Anotaron el gol que les ponía en ventaja, para después atrincherarse de forma descarada.
Hasta entonces habían maniatado el juego de los blaugranas, que se vieron lentos y torpes en la circulación como hace semanas caracterizaba a los de Luis Enrique. El Betis salió a buscarle en su casa y le pilló en cueros. Los culés no encontraron su fútbol y menos a la MSN, que vagaba en un limbo en la delantera.
Ceballos se erigió en su líder, fue un tormento para la defensa azulgrana, lenta siempre a la hora de pararlo. También se notó la ausencia de Busquets, al que echaron en falta como el comer los de Luis Enrique. El catedrático juego culé se rompió desde su linea de creación en la medular y el castillo de naipes se vino abajo.
Los andaluces pudieron romper el cántaro mucho tiempo antes. Ceballos primero y Castro más tarde, estrellaron el balón contra el poste. También aparecía un Ter Stegen que se ha despertado en las últimas semanas, aunque no se olvidó de dejar su firma con un recorte al límite que subió notablemente las revoluciones del corazón culé.
Ante la insistencia, al Betis le llegó el premio con el tanto de Alegría a falta de quince minutos. Desde ese momento decidieron meterse en la cueva para guardarlo. El Barça se desperezó y la MSN salió de entre la neblina. A los dos minutos llegó el escándalo. Una jugada en el área en la que existió derribo claro sobre Neymar, acabó con un remate en el que la pelota traspasó claramente la línea de meta.
Dos infracciones en una misma jugada que enaltecieron la rabia de los culés. Y le dieron las razones que ya pocos necesitaban. La jugada también clamaba de una vez por la entrada del ojo de halcón en la Liga española, única de las grandes ligas que no cuenta con esta tecnología.
El atraco no distrajo al Barça, que siguió con su ofensiva. Pero despertó tarde. El Betis, con los nervios a flor de piel, aguantó el empate que vuelve a colocar a los blaugrana al borde del precipicio. Con los fantasmas de hace unas semanas de regreso y a merced de un Madrid que nuevamente puede pegar un golpe serio a la Liga.