Batman no se jubila

Láminas, posters, álbumes de cromos, figuras de distintos tamaños y cajas de caramelos con las caras de los personajes más significativos de su universo. Todo es posible en el mundo del merchandising con una efeméride tan celebrada: Batman cumple 75 años y no parece que le vayan a jubilar.

“Batman es un personaje que gusta mucho al lector y también al artista. Es muy agradecido de dibujar y guionizar”, afirma a El Confidencial Francisco Calderón, director editorial de ECC Ediciones, el sello que publica en España los cómics de DC Comics, la “casa” editorial del hombre murciélago.

“Es un personaje con una enorme capacidad para adaptarse al paso del tiempo y para seguir siendo uno de los principales iconos fantásticos”, añade Calderón. Para el editor, Batman basa su fascinación en que, más que un superhéroe, “es un humano infiltrado entre superhéroes, alguien que a base de un gran esfuerzo ha llegado a ser lo que es. Eso le hace cercano al lector”.

Nacimiento, muerte y renovación


El mundo de Batman contiene muy pocas verdades absolutas desde que debutase en el número 27 (mayo de 1939), deDetective Comics, gracias a la imaginación del dibujante Bob Kane y del guionista Bill Finger. Apenas un año después queSuperman, nacido en la misma editorial. Tan sólo su trágica premisa de origen se ha mantenido inalterable a lo largo de siete décadas y media: el asesinato de sus padres a manos de un atracador de poca monta deja a Bruce Wayne huérfano y heredero de una inmensa fortuna. Ésa es la explicación, simple y eficaz, de la existencia de Batman.

Todo lo demás ha cambiado… drásticamente. La ciudad deGotham, por ejemplo, escenario principal de sus hazañas, fue devastada por un terremoto en la serie de cómics Tierra de Nadie. Bandas dispares y antagónicas, lideradas por algunos villanos destacados como Dos Caras o El Pingüino, se disputan su control en cruentas batallas campales.

Alfred, el fiel y abnegado mayordomo que comparte el secreto de la identidad de Batman, fue pensado inicialmente como agente secreto británico; de ahí, pasó a ser sirviente con notables dotes interpretativas o incluso eventual hombre de acción en algunas aventuras.

Robin dejó de ser el contrapunto que Finger y Kane idearon en 1940, para humanizar a su creación estrella, y lo transformaron en “una marca”: un nombre bajo el que se ocultarían numerosas identidades. Dick Grayson, el primero, se hizo aliado valioso y ya no simple ayudante, al enfundarse las mallas de Nightwish. El célebre y honesto Jim Gordon ascendió en el escalón policial: se convirtió en comisario. Se retiró, fue víctima de un atentado, y casi perdió a su hija Bárbara por culpa del psicópata Joker en la fundamental historia La broma asesina, de Alan Moore y Brian Bolland.

El propio Batman también ha sido objeto de mutaciones, y no sólo estéticas. En la década de los cuarenta se le definía como “un personaje muy oscuro, con enemigos muy grotescos en la línea de Dick Tracy y de otros del género negro”, cuenta Calderón. En los diez años sucesivos, en plena efervescencia pop, da “un vuelco a la ciencia-ficción y termina derivando, a raíz de la serie televisiva de los sesenta, en alguien paródico”. En los setenta retoma las raíces del Caballero Oscuro, de ese “personaje siniestro que se reafirmó en los ochenta con Frank Miller y que ha mantenido hasta hoy”.

Hubo un tiempo, incluso, en que colgó infructuosamente la capucha para sercomisario de policía en Gotham. El hercúleo Bane le rompería la columna en 1993, obligándole a ir en silla de ruedas y ceder su lugar a Azrael, al que más adelante tendría que combatir. También falleció y resucitó bajo la excusa de haber perdido su cuerpo en el tiempo. Un pretexto que sirvió a los guionistas para situarle en la prehistoria o en una época “puritana” como cazador de brujas, y hacerle vivir como pirata, detective y cowboy. Mike Mignola, dibujante de Hellboy, le envió a la Inglaterra victoriana en el singularísimo cómic Luz de Gas, para buscar al asesino de sus padres: Jack “el Destripador”.

Un mito popular


En el pabellón adyacente los autores firmaron y dibujaron sin parar. Entre los autores más demandados, Brian Azzarello y Eduardo Risso, galardonados con los premios más prestigiosos de la industria por su obra conjunta 100 Balas, trabajaron en Ciudad rota, cómic que ahonda en la personalidad más oscura de Batman.

El guionista Azzarello reflexiona sobre el trauma de Batman: “Si le quitas el traje, es el mismo hombre. Creo que se ha vuelto un personaje muy trágico, como Hamlet, que lucha en una guerra que no puede ganar y quiere tomar venganza por la muerte de sus padres. Sigue siendo en el fondo un niño acurrucado en un callejón. Bruce Wayne no ha cambiado nada desde la muerte de sus padres, vive en la casa familiar, donde todo le recuerda a ellos. Está tan loco como el Joker”.

“Los villanos de Batman son fascinantes”, dice Calderón. “Producen un miedo controlado. A la gente le gusta pasar miedo, activa la adrenalina y hace que disfrutes de ello. Te imaginas a un Joker bizarro en la vida real y acojona porque es un psicópata cuyo principal poder es que le da igual matar a todo el mundo. En este universo de villanos de traje y corbata al que estamos acostumbrados, los de Batman pueden caerte simpáticos”.

Tan fascinantes resultan que muchos de los ilustradores que dibujan las historias de Batman suspiran por introducirlos en sus historias. Es el caso del español Pere Pérez, autor de números capítulos en los que han aparecido El Sombrero Loco o Máscara Negra, monstruos menores de este desfile grotesco. “Lo bueno que tienen los malos de Batman es que se prestan más a la interpretación. Por eso limitan cada vez más las apariciones de este enemigo, porque todo el mundo quiere ofrecer su versión”.