Días después de que el exalcalde Gustavo Petro fuera finalmente destituido a través de la designación de Rafael Pardo y de el desconocimiento de las medidas cautelares de la CIDH que amparaban a Petro, se empiezan a ver grietas en el progresismo que ha acompañado a la administración de la Bogotá Humana.
En la tarde del pasado miércoles 19 de marzo de 2014, el presidente Juan Manuel Santos anunció en directo por los medios de comunicación públicos y privados que Gustavo Petro no iba más en la Alcaldía de Bogotá.
Un anuncio marcado por la controversia jurídica y política que ha sido condenado por más de uno que no estaba de acuerdo con Petro en el poder en Bogotá pero que considera que desatender lo dicho por la CIDH es un flaco favor a la democracia. De la mano de ese anuncio se reveló el nombre del alcalde encargado, Rafael Pardo rueda, actual Ministro de Trabajo y quien firmara el acuerdo de paz con el M-19, firma que aseguró la desmovilización del grupo insurgente.
En los dos días siguientes el mundo político capitalino empezó a moverse de manera vertiginosa mientras que el alcalde encargado preparaba su primera reunión con el gabinete.
El jueves 20 se hizo el anuncio de que los secretarios de la administración y varios de los funcionarios renunciarían de manera irrevocable desde el primero de abril. Ante esa eventualidad, el nuevo alcalde se reuniría y hablaría con los designados para quedar encargados en cada una de las secretarías. Sin embargo, ese anuncio de renuncia en bloque fue cambiado el viernes por el mismo Petro al decirles a sus escuderos que no debían renunciar sino esperar al resultado de la elección atípica que, posiblemente se vivirá en la capital.
Además, Petro anunció que no habría terna y que el nuevo alcalde era un “usurpador”. Pero como en el caso anterior el alcalde se retractó y anunció que los progresistas sí escogerían una terna para presentarla ante el Presidente Santos para que designe mandatario transitorio mientras se realizan los comicios.
Las razones para que Petro decidiera respaldar la idea de la terna tienen un origen, cuando menos preocupante para quienes consideran al movimiento progresista como una fuerza política cohesionada. Desde las primeras horas del jueves se empezó a rumorar que un grupo de progresistas y el caricaturista Vladdo, quien inscribió la candidatura de Petro a la Alcaldía, estaban descontentos con el destituido alcalde y buscaban candidatos para la terna.
Fuentes cercanas a Confidencial Colombia aseguran que si bien Vladdo estuvo inconforme con Petro en sus últimos días, quien estaba liderando esa búsqueda de candidatos para la terna era Milton Rengifo, uno de los hombres más cercanos al exsecretario de gobierno Guillermo Alfonso Jaramillo.
La fuente asegura que “el grupo de descontentos con Petro quería impulsar el nombre de Alex Vernot (exasesor y amigo cercano de Petro) como miembro de la terna y/o candidato a las elecciones atípicas que deben realizarse en la ciudad”.
Ante esa jugada que equivaldría a darle la espalda a Petro, quien ha insistido en la ilegalidad de su destitución, al saliente mandatario no le habría quedado otra salida que velar porque un comité cercano a él decidiera los nombres de la terna y los impulse. Al terminar el viernes 21 los nombres que más suenan para integrar la terna progresista son Guillermo Alfonso Jaramillo (quien estaría inhabilitado), el senador Luis Carlos Avellaneda, la parlamentaria andina Gloria Florez y el exsecretario de gobierno y senador electo, Antonio Navarro Wolff.
Sin importar quien sea el escogido en la terna, está claro que el alcalde Petro se adelantó a una jugada que podría haberlos dejado más debilitado políticamente de lo que lo podría estar hoy después de la destitución.
Y si la situación es complicada para Petro, para Rafael Pardo su primer reunión de gabinete distrital no dejó un buen sabor de boca.
Una fuente cercana a al administración distrital aseguró que a su llegada al despacho del alcalde, Pardo se disculpó por no tener agenda, algo que no preocupó a nadie en ese momento. Acto seguido se empezaron a presentar los diferentes secretarios y funcionarios distritales asistentes a la reunión. Jorge Rojas, Secretario de Integración Social, se presentó diciendo que “no es algo personal pero yo no lo reconozco como alcalde porque su nombramiento es ilegítimo”, algo que no cayó muy bien en el ánimo de Pardo.
A la posición de Rojas se sumaron Nelly Mogollón y Consuelo Ahumada, activista de derechos humanos y una de las representantes legales del progresismo, quien insistió en llamar “ministro” a Pardo a lo que este le dijo que era mejor que lo llamaran alcalde porque esa era su designación. Ante esa respuesta Ahumada le contestó que ella “lo reconoce como ministro”, asegura la fuente.
Sin embargo, no todo fue de ese talante. De acuerdo con la fuente, Javier Suárez, actual director del IDRD se habría mostrado obsequioso y muy satisfecho con el nombramiento al igual que el actual gerente del IDU, William Camargo.
En medio de la reunión se habló sobre la no renuncia de los secretarios de acuerdo a lo expresado por el alcalde a último minuto, pero Susana Muhamad, la secretaria general del Distrito habría insistido en que al existir un decreto en el que las renuncias se habían hecho expresas no existía manera de echar marcha atrás a menos que el alcalde encargado los volviera a nombrar en sus cargos.
Así las cosas, el inicio de la administración del alcalde encargado y el día después de la destitución de Petro han estado signados por las lealtades y desavenencias entre los seguidores y colaboradores del alcalde Gustavo Petro.