Bogotá ha sido, históricamente, el epicentro de varios movimientos culturales. Poesía, narrativa, plástica y el periodismo, por mencionar algunas, con las disciplinas que han tenido a la capital como escenario de desarrollo y discusión.
Estas discusiones se llevaban a cabo, durante el siglo XX en los cafés. Espacios de tertulia, reunión y creación estos tradicionales sitios han ido cayendo en el olvido para las nuevas generaciones.
El surgimiento de estos sitios se data a principios del siglo XX, encontrándose antes de este periodo cantinas, chicherías y otros sitios que podían fomentar la socialización.
Sobre la Carrera Séptima, entre las calles 17 y 18 funcionó el Café La Gran Vía, el primero que pude considerarse como tal. Allí se reunían habitualmente aquellos que se consideraban parte de la Gruta Simbólica. Esta fue un grupo literario colombiano, tal vez el primero, que comenzó a reunirse debido a las restricciones ocasionadas por el toque de queda de la Guerra de los Mil Días. La vida de este café se extendió por cerca de noventa años.
Esa relación entre literatura e intelectualidad y los cafés quedaría subrayada hacia el futuro. El Café Inglés y el Café Windsor completaron el panorama que le abrió la puerta a un apogeo del que dieron cuenta cerca de 200 cafés.
Además, de convertirse en sitios de tertulia y reunión intelectual, estos se convirtieron en sitios obligados del ocio bogotano de la primera mitad del siglo XX. Piedracielistas, Cuadernícolas y Nadaístas fueron algunos de los movimientos culturales que gravitaron alrededor de estos espacios.
El Bogotazo, ocurrido el 9 de abril de 1948, marcó el fin de muchos de estos cafés fundados en las primeras décadas del siglo. La destrucción de predios y la pérdida de valor de los mismos generó que los locales fueran demolidos o vendidos para otras actividades. Sin embargo, experiencias como la del Café Automático demostraron que estos no estaban dispuestos a desaparecer.
León de Greiff es un nombre que está indisolublemente asociado a este café. El poeta logró su máximo punto creativo en este sitio y se consagró como parte de la élite intelectual de Colombia.
La decadencia de estos espacios está asociada a la desaparición de los movimientos intelectuales y culturales con fuerte arraigo en la capital durante la década de los 80. Muchos de estos cafés desaparecieron en la medida en que las grandes casonas en las que estaban ubicados desaparecieron para darle paso a los grande edificios de oficinas y apartamentos que existen en el centro. Además, las nuevas maneras de socialización y de consumo de café y licor hicieron que estos espacios de tertulia quedaran relegados.
Hoy en día aún existen cafés que buscan continuar la tradición y mantener el ambiente nostálgico que envuelve el imaginario de estos sitios. Sin embargo, el arte de discutir y conversar alrededor de un café o una copa de aguardiente ha ido abriendo espacio a formas de comunicarse más impersonales circunscritas al mundo digital lo que hace que los que quedan sean vistazos a un pasado lejano.
Entre los cafés que aún sobreviven en Bogotá se destacan:
– Pastelería Florida
– Pastelería Belalcazar
– Café San Moritz
– Cafés de La Plazoleta el Rosario