Miles de ciudadanos de varias partes del país latinoamericano protestaron este lunes contra las alzas que el gobierno ha impuesto previo al mundial de fútbol, que se disputará en junio y julio de 2014. Los brasileros no sienten que la fiesta del fútbol sea para ellos.
Las manifestaciones que comenzaron la semana pasada en Sao Paulocontra el reajuste de las tarifas de transporte público se han extendido este lunes a al menos veinte ciudades del país con reivindicaciones cada vez más variadas y un número de “indignados” incrementado en las calles.
Al menos 100.000 personas marcharon en la noche de este lunes por la principal avenida del centro de Río de Janeiro y unas 65.000 lo hicieron por diferentes avenidas de Sao Paulo, en manifestaciones que se repitieron en ciudades como Belo Horizonte, Porto Alegre, Salvador, Belén, Vitoria, Curitiba y Brasilia entre otras grandes capitales regionales.
En esta última, precisamente, cientos de personas han tomado el techo del Congreso Nacional a primera hora de la noche en medio de una protesta en la que unos 5.000 manifestantes se concentraron contra los costosas inversiones hechas por el Gobierno para organizar eventos deportivos como el Mundial de fútbol de 2014.
Proyectadas sus sombras sobre la simbólica semiesfera que se yergue encima del Congreso, los manifestantes celebraron la llegada ante la prudencia de la policía, que no intervino debido al peligro de que cayeran del tejado, que no tiene protección lateral ni baranda. Tras la insistencia de las autoridades de que abandonaran el lugar, los manifestantes acabaron dejando el tejado sin altercados violentos.
En el arranque de esta segunda semana de manifestaciones en el país, la del lunes fue la jornada con convocatorias más numerosas. En puntos como Río de Janeiro se registraron algunos incidentes violentos aislados. Decenas de manifestantes rompieron la dinámica pacífica en el centro de la ciudad a las puertas de la Asamblea Legislativa del Estado de Rio de Janeiro (ALERJ), quemaron mobiliario y pintaron con ‘spray’ las columnas de la fachada principal.
El presidente de dicho órgano, Paulo Melo (del aliado del goberno central PMDB), calificó los actos como “terrorismo”. Unas 100.000 personas siguieron la marchas según especialistas de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
Hasta ahora las marchas más multitudinarias habían tenido lugar en São Paulo, donde unas 65.000 personas marcharon ayer según datos del diario Folha de São Paulo. En esta ciudad, el gobierno del estadoprohibió el uso de balas de goma que provocó el pasado jueves los incidentes más violentos, con varios heridos por los disparos de la policía.
La excesiva represión policial en esa jornada fue la mecha que acabó de encender la mecha de las protestas, que ha llegado a los estadios donde se celebra la Copa Confederaciones y a un total de once capitales del país. Entre ellas también Belo Horizonte, con unos 20.000 manifestantes. Algunos de ellos acabaron enfrentándose a la policía, que reprimió con gas lacrimógeno y con balas de goma. Allí, parte de la Policía Civil se adherió a la protesta mostrando carteles en inglés advirtiendo a los turistas que la región, Minas Gerais, no es segura para ellos.
Redes sociales
Las manifestaciones fueron convocadas por las redes sociales por un movimiento amorfo, sin líderes aparentes, que dice no representar a ningún partido ni organización política, pese a que en algunas de las protestas era posible ver las banderas de formaciones de izquierda.
El detonante de las protestas fue la subida de veinte centavos de real (unos siete céntimos de euro) en los pasajes de autobús en Sao Paulo.
A las manifestaciones, inicialmente convocadas por el Movimiento Pase Libre, una organización de estudiantes que defiende el transporte público gratuito, se fueron sumando otras reivindicaciones en cada ciudad hasta transformarse en reclamaciones sobre la situación general del país, informa Efe.
“El objetivo de la protesta ha ido más allá de 20 centavos (de real). Es contra la corrupción, contra toda la suciedad de Brasil”, dijo a Efe Jacqueline Borges Reis, una estudiante de 22 años que participó en la manifestación de este lunes en Sao Paulo.