De la mano del Centro de Memoria Histórica, la mesa de Víctimas de Buenaventura conmemorará el nueve de abril. Con tres días de homenajes a los que han sufrido la guerra, el pueblo vallecaucano quiere resaltar la labor de las organizaciones que construyen tejido social en medio de la violencia.
El próximo martes se celebrará, por primera vez, el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas. Mientras el país político espera una gran movilización, planeada por la Marcha Patriótica y apoyada por la alcaldía de Bogotá, el gobierno de Juan Manuel Santos, varios sectores de la izquierda y la Mesa de Unidad Nacional, en Buenaventura se vivirá una jornada aparte.
La mesa de víctimas de esa población, golpeada como pocas por el conflicto armado, realizará una jornada de homenaje a los que han caído en medio de las balas. Serán “tres días de homenajes a sus familiares y vecinos asesinados, desaparecidos y a toda su comunidad que resiste y sobrevive en medio de la violencia”.
El evento, organizado por el Centro de Memoria Histórica, quiere “resaltar la labor de las organizaciones y fundaciones de víctimas que resisten en su tarea por recomponer el tejido social, aún en medio de las balas, las amenazas y las violaciones recurrentes a sus derechos”, según la organización.
Del 8 al 10 de abril se realizará, además, el Festival Incluyente “Memoria de una resistencia pacífica”. Una serie de actividades que incluye marcha de luces, conversatorios, feria y encuentro de iniciativas de memoria, pronunciamientos públicos, una eucaristía y un gran escenario con artistas del pacífico colombiano.
El Centro de Memoria también llevará a cabo “actividades de reflexión y sensibilización con estudiantes de varios colegios distritales en la BIBLIOTECA EL TUNAL”. Al medio día del 8 de abril, Juan Manuel Santos escuchará las conclusiones de los jóvenes en un conversatorio acompañado por Gonzalo Sánchez, director del CMH.
La conmemoración de esta fecha llega en un momento clave para Buenaventura. La población, en su mayoría afrodescendiente, vive el fenómeno del desempleo. Sus jóvenes no pueden acceder a buena educación, los servicios de acueducto y electricidad son lujos para unos pocos, las pandillas, el microtráfico y el miedo se multiplica aceleradamente, y es de público conocimiento el repertorio de actos violentos recurrentes como feminicidios y torturas públicas a niños y jóvenes.