Especial para Confidencial Colombia. Desde Caracas | La pregunta es la misma en los cuatro puntos cardinales del continente: ¿Cuándo va a reventar Venezuela?. Se da por descontado que habrá violencia.
“Eran mucho menos peor la situación económica y política que generaron el caracazo de febrero de 1989” dice mi acompañante, un militar retirado. “Pero el régimen ha organizado y militarizado la sociedad o al menos a sus seguidores. No se irá sin morder …se siente que ya está de salida….va a ser duro”, remata pensativo mientras subimos por la avenida Fajardo. “La situación es cada vez mas apretada”, se queja en tono bajo. Leo el reporte de eventos y sí, es muy preocupante: protestas en las avenidas San Martín, Fuerzas Militares, Barralt y Quinta Crespo por escasez de alimentos; saqueos en supermercado de Candelaria y confrontaciones con la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en Catia, Los Teques, Guarenas, Petare, La Urbina, Baruta, El Paraíso, el Valle, Carapita, Antpimano.
Todo esto mientras dos millones de barriles de crudo ligero estadounidense, comprados por Pdvsa a la británica BP, aguardan su descarga en Curazao ante la falta de liquidez de la petrolera criolla, se registra un promedio de dos masacres por semana en los últimos tres meses y “Paleros” (santeros) solicitan al Tribunal Supremo Justicia que les permita sacrificar animales como parte de su práctica de santería. Surrealista el asunto.
La diferencia entre el caracazo de 1989 y lo que está sucediendo es que ahora la GNB está mejor equipada, con mayor experiencia en utilizar gases , balas de goma y los carros antimotines chinos que adquirió el año pasado. “Pero apenas sucedan las primeras muertes en las manifestaciones, estoy seguro que la Guardia se recogerá pues nadie quiere cargar con esas responsabilidad”, dice el ex-militar. Además, están los “colectivos”, organizaciones irregulares, armadas y altamente ideologizadas , comprometidas en defender la revolución chavista a “sangre y fuego”. Hace pocos días, en un discurso gritón y vulgar, al mejor estilo chavista, Maduro instó a los jóvenes a empuñar un fusil para defender la revolución mientras Diosdado Cabello, el desaforado ex presidente de la Asamblea Nacional, arengó a un grupo de Colectivos: “…Vamos a triunfar, se le va a ir la vida a otro”.
El escenario generalmente aceptado contempla que si los saqueos se generalizan en el Oeste de Caracas, zona de barriadas pobres tradicionalmente chavista, y amenazan con extenderse al Este, de clase media y alta, es donde vive toda la jerarquía política, económica y militar del país, en esta última las vías de acceso se bloquearán siguiendo un patrón del pasado. El Oeste triplica en extensión y población al Este así que habrá que ver si las experiencias pasadas se repetirán. “Si hay un caos será en el oeste y el centro de la ciudad”, afirma el hombre de seguridad que se nos ha unido. ¿Intervendrán los militares?. Los militares aprendieron en el caracazo de 89 que no estaban preparados para el combate urbano irregular.
Aquel dia de febrero la gran mayoría de muertos fueron por cuenta de unidades militares que usaron a discreción armamento pesado y fusiles de guerra. Para este chaparrón que se avizora, se han venido preparando mejor: el reciente ejercicio militar “Independencia II-2016”, tuvo como punto culminante el control de motines y protestas sociales por parte de soldados y sus auxiliares la Milicia Bolivariana, un cuerpo armado, paramilitar, no contemplado en la Constitución, organizado por Chavez como Guardia Pretoriana bajo su única dirección. Pobremente equipado, mal entrenado y compuesto por “adultos y adultas”, representan mas un peligro que una ayuda y son mirados con recelo, sospecha y desagrado por las fuerzas militares y la GNB. Los jóvenes fanáticos del chavismo van a los colectivos, los viejos sin otra opción a la Milicia. Llegado el caso, ambos serán la primera línea, entiéndase la carne de cañón.
El Ejercicio militar del 23 de mayo pasado, fue el ensayo de una “guerra popular de resistencia” ante un eventual enemigo: el invasor Estados Unidos. Se establecieron ocho Áreas de Defensa Integral (ADI) en Caracas y los consejos comunales pasaron a ser controlados por las Zonas de Defensa Integral (Zodi) y Regiones Estratégicas de Defensa Integral (Redi) en los respectivos estados. Se practicaron tres fases: reparto de alimentos y apoyo de seguridad a los distribuidores (los Comandos Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP); “operación de neutralización y captura de elementos infiltrados de fuerzas especiales incursoras contrarrevolucionarias”, y finalmente control de un escenario de violencia callejera que según el libreto oficial no será espontanea sino una “alteración inducida”.
Los desastres naturales también se contemplaron en la movilización. “Este ejercicio es risible, pero obedece al plan del gobierno en intimidar y de generar violencia para así actuar contra la oposición. La estrategia es provocar enfrentamientos entre venezolanos y así suspender el referendo revocatorio e imponer su dominio mediante el estado de excepción” dijo el capitán retirado Carlos Guyón. “La incursión de los ciudadanos en labores de orden interno es grave, es el quiebre completo de la estructura de seguridad y defensa nacional” declaró Rocío San Miguel de Control Ciudadano, una ONG critica del gobierno. “el Gobierno sabe que los militares pueden negarse a reprimir y se tendría que usar a los colectivos. Se garantiza un brazo armado, quienes harían el trabajo sucio” explicó la analista.
Abrir el frente externo siempre es una opción latente. Hace pocos días, el gobierno de Guyana envió una nota de protesta formal, por el tiroteo de que fue objeto por parte de tropas venezolanas un bote que transportaba oficiales de la Comisión de Geología y Minas de Guyana (GGMC) en un rio fronterizo y las frecuentas provocaciones en la linea limítrofe colombo-venezolana siempre encuentran una almibarada respuesta diplomática desde Bogotá.
En todo este revoltillo, las multinacionales discretamente han venido tomando medidas preventivas. La Gerencia de Crisis y los Planes de Continuidad del Negocio son asignaturas de moda; ejecutivos claves han sido “reubicados”, un eufemismo por evacuados y las casas de quienes permanecen en el país deben tener lo necesario para ser autosuficientes mínimo por tres días: agua, enlatados, baterías, medicinas, teléfono satelital con batería extras, etc… En la mayoría de compañías serias, existe de facto un toque de queda para sus altos funcionarios a partir de las 9 pm todos los días, debido a la rampante inseguridad caracterizada por secuestros expres, asesinatos, balaceras y ataques a la policía con granadas de fragmentación. Las empresas de seguridad privadas prestan sus servicios de manera discreta y las de aviación están comprometidas para posibles evacuaciones de último momento. Todo el mundo se alista a medida que la tensión crece, el discurso oficial se agria y radicaliza y la creciente turbamulta grita en la calle por comida. Hay intranquilidad en las oficinas, miedo en la calle y aprensión en los hogares.
Pero ademas de miedo hay indignación: circula en las redes un documento que relaciona jugosos pagos en dolares hechos a empresas mixtas de PDVSA y sus subsidiarias, citando como fuente ABN Amro Namk de N.Y. Encabezan la lista de beneficiarios Jorge Arreaza, Maria Gabriela Chavez, Adan Chavez y Jose Vicente Rangel. También se supo que el maquillador de Maria Gabriela, Eibar Caraballo, forma parte de la misión diplomática de Venezuela en la ONU. Y está la creciente sensación de aislamiento, al saberse que las aerolíneas Latam, Luftansa y Aeromexico están suspendiendo sus vuelos al aeropuerto Internacional de Maiquetía.
Los días finales del equívoco Socialismo del siglo 21 y la herencia del Comandante Eterno prometen ser como empezaron, violentos y pueden prolongarse por semanas, inclusive meses hasta convertirse en una trágica crisis humanitaria que afectará a Colombia principalmente.
¿Qué dicen en Colombia de lo que está pasando aquí? me pregunta un mesero del hotel. “No mucho. Allá nos tienen engolosinados por estos días con la Copa América”, le respondo un poco apenado.
Ya noche, en la televisión, un conocido economista y estadígrafo dice con su delgada voz: “Lo peor no lo hemos visto…”
