“En mi condición de miembro de la Comisión Facilitadora Civil, quiero hacerles públicamente y con respeto un llamado a que reflexionen, valoren que el momento de la paz en Colombia ha llegado y actúen en consecuencia”.
En mi condición de miembro de la Comisión Facilitadora Civil, que ha acompañado varios esfuerzos de paz del ELN con el Gobierno Nacional y del Grupo de Garantes de Casa de Paz, que apoyamos el último intento de diálogos de paz en La Habana durante el Gobierno de Álvaro Uribe, quiero hacerles públicamente, y con respeto, un llamado a que reflexionen, valoren que el momento de la paz en Colombia ha llegado y actúen en consecuencia.
El conflicto interno armado colombiano nos ha causado mucho daño; ha sido casi medio siglo en el cual miles de compatriotas han sufrido los efectos negativos del mismo, muertes, heridas, mutilaciones, desplazamientos, secuestros, desapariciones forzadas, para solo mencionar los impactos más protuberantes que han causado dolor, daño, heridas profundas en nuestro tejido social, e impactos negativos en su desarrollo.
Hasta el momento el modelo de negociación con actores ilegales que ha primado en Colombia ha sido el de ‘negociación a destajo’, negociar pedazos de paz con distintos actores de violencia y eso ha sido parcialmente positivo, pero dejar atrás el conflicto interno armado requiere una negociación simultánea, en conjunto o en paralelo, con las dos guerrillas más antiguas y determinantes de la dinámica del conflicto armado. Por ello, creo que ustedes deberían, con sensatez política y aprovechando la extraordinaria coincidencia que el Gobierno del Presidente Santos y las FARC han llegado a una agenda y unos procedimientos para ponerle fin al conflicto armado, dar los pasos necesarios –ojala ya los estén dando, así como el Gobierno- para definir un acuerdo parecido, que permita que la negociación con las dos guerrillas, en la misma secuencia temporal, apunte a una real terminación del conflicto interno armado.
Desearía que Gabino, como el líder histórico y fundador del ELN, la guerrilla en que militó y murió el sacerdote Camilo Torres Restrepo, y el resto del Comando Central, tengan el gran valor de dar este paso revolucionario para los tiempos actuales y el acierto político de comprender que llegó el momento de cerrar este largo conflicto armado entre colombianos.
Así podríamos los colombianos enfrentarnos con entusiasmo a abordar el postconflicto armado y a la construcción de un país sin violencia, con mayor equidad y con una democracia más profundizada, con buenos conflictos, donde los diversos sectores sociales puedan expresar y luchar por sus demandas, sin que los estigmaticen por ser supuestos auxiliadores de las guerrillas, es decir una democracia actuante, como la merecemos los colombianos.
Una negociación de cierre del conflicto interno armado en la Colombia de hoy no puede condicionarse a la resolución de históricos problemas que afectan a millones de nuestros compatriotas, que es la agenda que debe guiar a todos los colombianos en las próximas décadas; mientras tanto ustedes, como parte de una organización política dentro de la legalidad y con la fuerza de las ideas y del debate democrático, deben y pueden contribuir a que esto se logre. Así podrían aportar de manera realista, no sólo a construir una sociedad más equilibrada, sino una democracia consolidada, que fueron banderas que estuvieron en los orígenes de sus justificaciones históricas.
Seguramente la Iglesia Católica y otras Iglesias, los obreros de la industria petrolera, los estudiantes, los indígenas del Cauca, las negritudes, las iniciativas de paz que han acompañado esfuerzos de diálogos anteriores, estaremos en disposición de apoyar y acompañar el esfuerzo definitivo hacia el cierre del conflicto interno armado y todos reconoceríamos ese paso como una contribución a la paz.
Los protagonistas de la guerra tienen la obligación de concluir y rubricar el fin del conflicto armado.