Serenidad, silencio, sabiduría, sexo, sonrisa, sociabilidad. Estos son algunos de los secretos para mantener la lucidez mental y emocional después los cincuenta años.
Si uno de los principales indicadores de la crisis económica es el PIB o ‘Producto Interior Bruto’, el principal referente de la crisis psicológica que sufren muchas personas al enfrentar otra crisis, la de su quinta década de vida, tiene las mismas siglas pero con distinto significado: es el llamado ‘Punto de Inflexión Biológica’
“Observar las cincuenta velitas en su tarta de cumpleaños, a muchas personas no les produce alegría sino tristeza, porque marcan una barrera psicológica a partir de la cual, supuestamente, se inicia un marcado declive y deterioro de todas sus capacidades”, señala el psicoterapeuta Raúl Vincenzo Giglio.
“La cincuentena es un momento a partir del cual muchas funciones vitales inician o acentúan un sentido descendente, pero ello no implica un deterioro de la calidad de vida si se cultivan una serie de actitudes y habilidades, como indican los estudios más recientes”, señala Giglio.
Según este psicoterapeuta transpersonal “los cincuenta años no tienen porque vivirse como un dolor de cabeza, sino como una auténtica oportunidad de aumentar nuestra consciencia de las cosas que van bien en nuestra existencia e introducir cambios positivos para mejorar las áreas que no funcionan tan bien”.
En su libro ‘Cincuenta y tantos’, en el que propone diversas ideas para mantener “el cuerpo y la mente en forma aunque el tiempo siga pasando”, el doctor Juan F. Hitzig, sostiene que, alrededor del medio siglo de edad en los seres humanos se halla ese punto de inflexión que define en qué forma vamos a envejecer.
Para este especialista en Medicina del Envejecimiento y Prevención Gerontológica se puede “acceder a una longevidad saludable” si a partir del PIB se siguen una serie de pautas para considerar este periodo como “la segunda mitad de la vida”.
Según Hitzig “no hay duda de que el ser humano vive cada vez más, pero si se toman en cuenta una serie de aspectos biológicos, sociológicos, psicológicos e incluso espirituales, se puede conseguir que esta longevidad no sea una acumulación de dolencias y enfermedades, sino una etapa vital, plena de experiencias y desarrollo personal”.
Las investigaciones de este experto han desvelado que quienes envejecen bien son personas activas, sociables y sonrientes, en cuya vida predomina una serie de conductas denominadas ‘S’, a la vez que están presentes lo menos posible otra gama de conductas llamadas ‘R’. Estos dos tipos de conductas conforman un ‘alfabeto emocional’ desarrollado por el propio gerontólogo.
De acuerdo a este profesor de Biogerontología de la Universidad Maimónides (Buenos Aires, Argentina) y especialista en Medicina Antiedad “el cerebro es un ‘músculo’ fácil de engañar”, porque si sonreímos cree que estamos contentos y nos hace sentir mejor”.
Los mejores consejos
En cambio, y dado que “el pensamiento es un evento energético que transcurre en una realidad intangible pero rápidamente se transforma en emoción, (un movimiento de neuroquímica y hormonas) cuando es negativo, hace colapsar a nuestro organismo físico en forma de malestar, enfermedades e incluso de muerte”, señala el gerontólogo.
De acuerdo a Hitzig, las conductas ‘S’, que hay que potenciar para conseguir una longevidad saludable y motorizan la hormona serotonina, que mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda el envejecimiento celular, son: “serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad y sedación”.
Por su parte, las conductas ‘R’, que hay que eliminar o reducir al máximo para vivir más y mejor y generan la hormona del estrés cortisol, cuya presencia prolongada en la sangre es letal para las células arteriales y aumenta el riesgo de adquirir dolencias cardio-cerebro-vasculares, son: “resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia, represión”.
Según el doctor Hitzig, cada dos segundos en el mundo hay alguien que cumple 50 años, cada tres segundos otro que cumple 60 años y cada vez más gente está viviendo más tiempo. Las personas de 65 años están llegando al 30 por ciento de la población y hay medio millón de personas centenarias en el planeta.
Tras estudiar a cincuenta longevos saludables, este gerontólogo ha descubierto que estos “súper héroes de la vida” de 85 a 90 años, poseen actitudes y conductas ante la vida, y un talento muy especial para reducir los eventos generadores de estrés”.
“La actitud es crucial” – ha explicado Hitzig- porque “los eventos no son lo que son, sino lo que decidimos que sean. El protagonismo no lo tienen los hechos, sino nuestra reacción o percepción de estos hechos. Es una característica de la personalidad que permite que la posibilidad de enfermar sea menor, y la posibilidad de envejecer sea más reducida”.