Colombia en el Festival de Cine de San Sebastián

“La playa D.C.” y “La Sirga”, han llegado a losHorizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián el penúltimo día de competición con dos propuestas de cine colombiano, hermanas en el fondo y sólo parientes en la forma.

“La Playa D.C.”, un barrio de Bogotá poblado de afrocolombianos llegados casi siempre en barco a Buenaventura, es una cinta a medio camino entre el documental y la ficción en la que Arango ha rescatado tradiciones, ha dado voz a los vecinos y ha mostrado una nueva Bogotá que crece, multicultural y sólida, gracias a estos nuevos habitantes.

La película, rodada en el peligroso barrio bogotano, cuenta la historia de tres hermanos (interpretados por Luis Carlos Guevara, Andrés Murillo y James Solís) que llegan de la costa empujados por el conflicto armado colombiano, un tema que, en la cinta, “es sólo un ruido de fondo” explica el director a Efe, convencido de que el cine colombiano ya ha mostrado “mucha violencia”.

El mayor acaba de ser deportado de Canadá, pero quiere volver; el pequeño esta enganchado a las drogas y no soporta el recuerdo del asesinato del padre, y el del medio decide quedarse y pelear y aprende a buscarse la vida como lo hacen de verdad los chicos de La Playa D.C: haciendo diseños en los peinados afro de sus colegas.

Este personaje descubre con estos dibujos que “hay una manera de quedarse en Bogotá, una esperanza, y esa es la esperanza que hay hoy en la comunidad afrocolombiana, a pesar del racismo -apunta Arango-, porque tienen tanta fuerza y tanta energía que poco a poco se abren paso y demuestran que son parte de Bogotá”.

Arango explica que la idea de los peinados viene de lejos: eran mapas que hacían las mujeres en las cabezas de las niñas para indicar a sus maridos los posibles corredores del Pacífico para huir de las minas; “esos complejos diseños se han mantenido con los mismos nombres y los mismos patrones de generación en generación”.

Ahora, esa tradición se mezclan con las modas hip-hop del norte, de manera que esas figuras en sus peinados se convierten en una forma de expresarse y mostrar cuál es tu identidad y tu día a día, tu modo de encontrar tu camino en la ciudad”.

Son actores no profesionales, a los que Arango ha conseguido sacar una realidad que sólo se explica hablando con James Solís, Tomás, el hermano que quiere salir a toda costa hacia Quebec, porque es su propia historia.

“Sí, yo vivo en ese barrio y trabajo cortando el pelo”, explica a Efe este joven que iba aprendiéndose los diálogos según avanzaban las escenas.

“Todos los jóvenes de Buenaventura nacen con la fiebre de salir en barco para el norte”, añade Solís que asegura que “todo” lo que se ve en la película “es así”, momento en el que el director explica que los propios vecinos fueron los que garantizaron su seguridad mientras rodaban porque “de tantas horas investigando por allá nos sentían como suyos”.

El realizador colombiano, que ya consiguió de San Sebastián un Premio En Construcción, igual que William Vega, entiende que “La Playa D.C.” es “hermana” de “La Sirga” en lo que tiene de explicar el conflicto armado de Colombiaa través de las huellas que han dejado en las personas.

Y así sucede en esta ópera prima del colombiano Vega, nacido en Cali, donde la protagonista es Alicia, una mujer que, al perderlo todo, huye buscando La Sirga, el hostal de su tío Óscar en la inmensa laguna de La Cocha, cuya bruma impregna la cinta como un filtro poético.

“El trasfondo de esta película son las condiciones humanas”, explica el director, “hay que entender a los personajes como parte de estos sitios”.

A través del recorrido de Alicia, Vega presenta el conflicto armado de Colombia “de otra manera”, lejos de la habitual violencia de Bogotá o Medellín: “Yo no quería hacer sangre, ni excederme en mostrar horrores, así que situé a los personajes en un lugar remoto donde los paisajes fueran tan protagonistas como las personas”.

Reconoce Vega más referentes pictóricos en su ópera prima que cinematográficos y recuerda que ha buscado en los actores, casi todos, de teatro y otros, no profesionales, para dar esa naturalidad.

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