Centenares de campesinos colombianos, refugiados en la ciudad de Zuratoque tras huir del conflicto bélco, protagonizan la muestra del artista Marcos Ávila Fornero, que este fin de semana abrió sus puertas en el Palacio de Tokio, en París.
La exposición, abierta hasta el próximo 20 de mayo, se centra en la suerte de cerca de 350 familias de campesinos desplazadas por el conflicto bélico colombiano venidas de todas partes del territorio nacional a Zuratoque, en Santander, a la espera de que el Estado arregle su situación.
Ganador del Premio Descubrimiento del público en 2012 en el Palacio de Tokio, Ávila Fornero, nacido en París en 1983 pero originario de Santander (Colombia), descubrió esta barriada deprimida hace dos años para hacer un estudio socioeconómico y se interesó por la vida de los campesinos que se habían refugiado allí.
Una vez allí, el artista recopiló los testimonios de las familias y pensó que valdría la pena “materializarlas en un objeto”, según relató a Efe.
Así, el artista pidió a cada una de ellas que escribiera su testimonio del momento preciso en el que les tocó escapar del conflicto en un saco de yuste, que después cada una reconvertiría en un par de alpargatas, objeto típico colombiano hecho de ese mismo material.
“Colombia es el país que tiene la mayor cantidad de desplazados internos por conflicto armado en el mundo, ya que los paramilitares, la guerrilla y el Gobierno están atacándose los unos a los otros y robando o tratando de robar las tierras”, denunció Ávila Fornero.
Muchos colombianos se ven obligados a abandonar sus tierras a causa de “amenaza físicas o morales”, según el autor.
La muestra se compone de siete pares de alpargatas, siete fotografías a tamaño real de los sacos escritos antes de convertirse en zapatos, un mural y una grabación de un testimonio a modo de cántico realizado por una de las familias.
Dos de las nueve historias tuvieron que ser escritas por el propio artista, debido a que todos los miembros de esas familias eran analfabetos.
“Cada alpargata es diferente porque cada familia le puso sus propios detalles”, relató el artista.
A través de este trabajo, Ávila hizo hincapié en las “pocas ayudas del Estado” colombiano a estos desplazados y en las “muy difíciles y complejas condiciones de higiene, salud, educación y seguridad” en las que malviven en los aledaños de Zuratoque.
“Esta obra no les va a restituir, la exposición no les va a cambiar la vida, es más que todo una especie de reconocimiento de un contexto en el que a veces incluso no les reconocen el hecho de que han sido expulsados”, lamentó el artista.
Ávila describió “el muy mal estado de las chozas de plástico, lata y madera” en las que estas personas, en su mayoría campesinas pero también indígenas, sobreviven en esa zona colombiana tras haber venido de muy lejos y en condiciones muy difíciles.
Si bien el autor de “Zuratoque” confesó haber perdido el rastro de algunas familias, se alegró de que el proyecto no se detenga en esta exposición, ya que otras familias han realizado nuevas alpargatas a la espera de que el Ávila vuelva a Colombia para buscarlas.
“Mi trabajo artístico está permanentemente ligado a cuestiones sociales y políticas, porque se nutre y existe gracias a ellas”, narró Ávila, para quien “cada artista tiene que hablar de lo que más le interesa para que su obra valga la pena y exista de manera fuerte”.
El artista, que ha estudiado Bellas Artes en Francia, también presenta en la muestra un mural hecho del hilo de los sacos de yuste.
Al realizar el proyecto, Ávila se dio cuenta de que un costal se compone de un kilómetro de hilo, por lo que deshilachó distintos sacos para conseguir varios kilómetros de ese material y con ellos dibujó el mural a modo de recorrido, como el realizado por las familias.
“Todo el dibujo es una huella gigante de cientos, de miles de hilos que cuenta la historia de ese trayecto”, añadió.
Con EFE