Hace cerca de dos años que Verdes del Rosal abrió sus puertas al público, este supermercado orgánico ubicado en Chapinero Alto, fue creado bajo la primicia de llevar a la mesa de los capitalinos alimentos verdaderamente saludables.
En la Calle 68 # 5-43, existe un pequeño lugar donde aún es posible disfrutar de los sabores del campo, se trata de Verdes del Rosal, un mercado orgánico administrado por Gertrudis Pardo, a quien cuando habla de los beneficios de sus alimentos, se le iluminan los ojos y se le dibuja una gran sonrisa en el rostro.
Pues hace poco más de dos años, ella y su esposo decidieron dejar de sembrar flores para empezar a crear su pequeña huerta que para aquel entonces no tenía fines económicos, sin embargo, cuando las personas probaban los alimentos de la casa de Gertrudis, siempre terminaban encargándole algunas hortalizas.
Hasta que un día, se sorprendió comino a Bogotá con más de 40 mercados en la parte trasera de su auto y decidió que era hora de empezar su propio negocio, pronto pasó de sembrar en cuatro camas de 30 metros por 1 metro, a tener cultivos en dos hectáreas, donde es posible encontrar más de 60 productos entre verduras y algo de frutas de “clima frio”.
El secreto de sus alimentos, según afirma, está en el sabor, pues “los tomates saben a tomate, la lechuga sabe a lechuga…” y aunque esto parezca una observación bastante absurda, es bien sabido que los alimentos transgénicos o sembrados de forma inadecuada van perdiendo su sabor original.
Por ello en Verdes del Rosal, se oponen firmemente al uso de agroquímicos y pesticidas, sus cultivos son sembrados “a la antigua”, “como hacían nuestros antepasados”, con el fin de no interferir en el ciclo de la naturaleza, de hecho, para los controles de plagas, que tanto preocupa a los agricultores, se fumigan los cultivos con repelentes orgánicos.
De esta manera, no se eliminan las plagas, sino que se controlan los impactos negativos que tienen estas en la siembra, pues “cada animal tiene su función en la naturaleza y eliminarlo provocaría un gran desequilibrio natural”.
Así que es muy común encontrar tanto en la finca como en el invernadero de Verdes del Rosal, desde pájaros hasta lombrices y babosas, que de vez en cuando muerden las lechugas que se venden en la huerta, sin embargo, este es un hecho que no molesta a los clientes, pues prefieren saber que de su lechuga se alimentó otro animal a saber que esta está contaminada de ciertos productos químicos altamente tóxicos para el ser humano.
Y es que la mayoría de clientes son personas con algún tipo de enfermedad a la que los médicos le han recomendado comer saludablemente, por ello, esta más que una huerta es un “servicio social” afirma Gertrudis, quien se dio cuenta que existe una gran población con unas necesidades alimenticias bastante especificas, a la que siente el deber de proveer de comida limpia.
Por eso mismo hace conservas que dependen de la variedad de la cosecha, aunque sus tomates pelados gozan de una gran fama en el sector, pues provienen de una receta casera de hace más de 20 años.
Claramente estas preparaciones no contienen conservantes ni preservantes químicos, pues para corregir la acides de los alimentos, se utiliza solamente vinagre y sal y luego se cierran los frascos al vacío.
Así mismo, con el fin de que las conservas se ajusten al gusto de diferentes personas, las preparaciones son endulzadas con fructosa, sacarosa o stevia.
Y aunque uno de los mitos populares es que la comida orgánica es bastante costosa, en Verdes del Rosal se desmitifica dicha afirmación, pues si bien es cierto que en otros lugares la variedad de productos orgánicos suele ser bastante reducida y con unos precios que triplican los de otros alimentos, aquí no existe mayor diferencia, teniendo en cuenta que hay una amplia gama de alimentos para elegir.
“Hemos logrado llegarle a todos los estratos”, afirma Gertrudis, “pues muchas veces las empleadas domésticas van al medio día a comprar las verduras para el almuerzo de sus jefes y por la tarde, de camino a sus casas, ingresan a la tienda para comprar lo de las cenas de sus hogares”, “Y eso me hace sumamente feliz, pues me confirma que estoy logrando mi labor” concluye.
Esto gracias a que Verdes del Rosal al contrario de otros supermercados, no posee intermediarios, lo que evidentemente incrementa el precio al que son vendidos los alimentos al consumidor final.