Cómo conseguir los labios de Angelina Jolie

Lo sentimos, pero la dura realidad es que la actriz americana los tiene así por pura genética. Si recorremos rápidamente su vida descubriremos que Angelina los ha heredado de su madre, la actriz Marcheline Bertrand, y su hija Shiloh, de ella. Aclarado este punto y con los pies bien en la tierra, ahora podremos concentrarnos en que los nuestros luzcan lo más cuidados y bonitos posible.

Junto con la del contorno de los ojos, la piel que reviste los labios es la más sensible del rostro. Muy fina (tiene de 3 a 5 capas en vez de las 16 de algunas partes del cuerpo), carece casi de melanina (el pigmento responsable del color cuya falta impide absorber las radiaciones ultravioletas) y cuenta con pocas glándulas sebáceas (las productoras de la grasa necesaria para mantenerla hidratada, suave y lisa). ¿Y qué significa esto traducido al lenguaje de la calle? Pues que se secan, agrietan y estropean mucho y muy fácilmente. Además, durante el invierno, el frío, el viento y la calefacción te obligarán a extremar aún más sus cuidados. No te lo pienses e incluye en tu rutina diaria de belleza unos pequeños gestos que no harán que conquistes a Brad Pitt, pero sí atraerán más de una mirada.

Consejos prácticos

• Para conservarlos sanos y en forma sé prevenida. Utiliza durante el día un cacao con factor de protección solar que, si puede ser, contenga vitamina E (un potente antioxidante). El clásico de Carmex y el Lip Balm de Kiehl’s son apuestas 100% seguras. Ambos protegen, pero también hidratan, calman, reparan, suavizan y les aportan flexibilidad y resistencia.

• Si quieres darles color, compra labiales hipoalergénicos. Los Chubby Stick de Clinique son ideales para esto. Y en su versión Intense aún más. Llevan manteca de mango y de karité, y los tienes en ocho tonos diferentes. Recuerda guardarlos en sitio fresco y sustituirlos por otros nuevos cada seis meses.

• ¿Eres propensa a las pieles secas? Pues no te las arranques. Sólo conseguirás romper los labios, que sangren y que te salgan manchas o incluso infecciones. Mejor, acostúmbrate a masajearlos una vez a la semana con un cepillo de dientes extra suave ligeramente humedecido o aplícate una mascarilla a base de azúcar moreno y miel. Evitarás este problema, avivarás su color (ya que activas su circulación) y se verán bastante más jugosos. En el caso de que estos métodos te parezcan demasiado caseros, opta por productos profesionales como el exfoliante de The Body Shop, hecho con semilla de higo molido, o el Lip Scrub Bubblegum de Lush, con azúcar, aceite de jojoba y un agradable sabor a chicle.

• Cuando los tenemos secos y agrietados, tendemos a humedecerlos con la lengua. ¡No lo hagas! Los labios producen una fina capa de grasa protectora que la propia saliva elimina y, aunque este tic te alivie momentáneamente, al final es peor. Para estos casos ten siempre a mano un bálsamo. El de Reparación Inmediata Nariz y Labios de Neutrógena los cura e hidrata gracias a la cera de abeja, un ingrediente cicatrizante y suavizante. Una versión más sofisticada es la Crème de Rose de Dior. Enriquecida con un extracto de aceite de rosa de Damasco, un potente complejo anti-edad, vitaminas energizantes (A y E) y manteca de Karité, que los nutre, alisa y da volumen.

A los 40 años producimos la mitad de colágeno que a los 16, con lo que los tejidos dejan progresivamente de ser tan flexibles. Y esto es exactamente lo que les ocurre a los labios. Además de hidratar, el retinol del Lip Stick de L’Action mantiene su elasticidad y favorece la producción de esta proteína, lo que retrasará también su pérdida de volumen. Úsalo por las noches para que actúe mejor mientras duermes.

Finalmente, no te pedimos que seas una santa las 24 horas del día, pero ten muy en cuenta que el tabaco, el alcohol y la cafeína también aceleran su proceso de envejecimiento. Y como siempre, sigue las normas generales de la belleza: bebe dos litros de agua diarios y come de forma saludable. Tampoco te irá mal prestar atención a otros consejos específicos para los labios: no abuses de los alimentos ácidos ni de los salados que los irritan y resecan en exceso y, si lo haces, lávalos y sécalos bien después de tomarlos.

Tomado de Vanitatis