Los campesinos de Cundinamarca aseguraron que no irán al paro agrario por considerar que la inmovilización ha traído consigo pérdidas, aparte que no ha dado ninguna solución. Además, existen acusaciones sobre oportunismo de algunos líderes campesinos para catapultar políticamente sus nombres.
Tras una jornada dura, con lluvia y sol, en donde las manos enormes entraron y salieron de la tierra, acomodando los surcos de papa, don Fabio Gómez entra a un estanco de Suesca. Cansado toma asiento en una butaca de madera, pasa su antebrazo hasta la muñeca en reiteradas ocasiones para secar el sudor que la jornada trajo. Toma una cerveza con ansiedad y empieza a calmar la sed de una manera sorprendente, de dos sorbos acabó la póker que con antelación limpió con su mano tomándola del cuello y haciéndola girar una y otra vez.
“No participo en el paro porque eso no es bueno para el campesino, aquí lo que gana uno son las pérdidas, en el paro anterior perdimos leche, carne y alimentos en cosecha”, sostuvo el señor Gómez.
El labriego criticó los paros y las llamadas dignidades al considerar que tan solo sirven para catapultar políticamente a unos oportunistas que se valen de los campesinos para crecer en popularidad.
En su opinión, la solución al problema del campo está en la mano del gobierno, pero dijo que lamentablemente no hay voluntad porque priman los intereses de los laboratorios, de las multinacionales y del comercio. “Nosotros como gente del campo, no tenemos derecho a nada, nuestra suerte no le duele a nadie, estamos solos y no de hoy, el olvido lleva décadas”.
Le propuso al presidente de la República, Juan Manuel Santos, ir a una mesa con labriegos y productores del campo para acordar una rebaja en los insumos, con eso dijo, queda conjurado el gran problema de la producción primaria porque bajan los costos de producción y abre la opción de renta.
Agregó que los tratados de libre comercio intimidan, pero también fomentan entusiasmo porque hay productos que se pueden exportar. ”El libre comercio sirve, pero somos conscientes que llegarán unos productos del campo y eso afectará nuestros intereses”.
Los campesinos, dijo, no colaborarán con paros ni nada que se le parezca porque de tantas peticiones y movilizaciones nada se ha logrado, por el contrario se ha visto una derrota de los labriegos en todos los frentes. “Hay problemas económicos y sociales, pero eso no se ve ni se muestra”.
Aseveró que a los productores del campo, el gobierno les toman del pelo, les promete ayudas, créditos y bondades, pero de esa generosidad nada se ha visto, por lo menos en los pequeños y medianos agricultores.
Gómez dijo que hay campesinos que pasan necesidades, aun cuando aclaró que todavía el campo permite “matar el hambre” porque hay de donde echar mano con el pan coger. “En las ciudades si es más difícil y más cruel la situación, los que se van pasan los peores sufrimientos”.
Expresó su preocupación por las fluctuaciones en el precio de los alimentos porque si bien la papa hoy se remunera bien, hasta hace dos meses la pagaban a 20.000 y 30.000 pesos la carga, dejando pérdidas para el agricultor.
Sostuvo que los sindicatos y las movilizaciones están mandadas a recoger porque durante años no les han ganado un reclamo al gobierno y por eso la postración del campo.
¿De dónde paz?
Gómez manifestó que el campo real, el que mete las manos en la tierra, ve con preocupación los diálogos de paz de la Habana porque para llegar a una pacificación contundente se necesitan tierra y condiciones de siembra, factores que hoy en Colombia no existen. “Si no hay campo no hay nada”.
En medio de las vicisitudes, dijo que en Suesca hay tranquilidad porque no hay guerrilla ni paramilitarismo, lo que influye en la producción tranquila de alimentos. “Aquí no hay malos ni gente que quiera perjudicar al prójimo, todavía podemos disfrutar de la tranquilidad”.
Agro ingreso inseguro
Adolfo Hernández es otro labriego que ve con mucha preocupación la situación del campo en Colombia. Afirmó que los gobiernos han descuidado el sector rural sin tener en cuenta que la producción agropecuaria es sinónimo de empleo, paz y seguridad alimentaria.
Trajo a colación los tiempos de Agro Ingreso Seguro cuando la plata de los campesinos pobres se fue a los bolsillos de los políticos y terratenientes, los mismos que han hecho y deshecho con el campo en detrimento de los pequeños productores.
“El gobierno debería venir a estos campos, hacer un censo y determinar ayudas sobre la base de las necesidades que no son pocas”, concluyó.
Nos despedimos de los nuevos amigos con una sonrisa enorme, pero con algo de melancolía porque en esos rostros rojos y tostados por el hielo, el sol y el agua se ve la preocupación y el dolor que genera el olvido y el desdén gubernamental. Esos, los de ruana, que garantizan alimentación y tranquilidad se quedaron en la tierra que no en vano cantó Carlos Vives, en la tierra del olvido.