¡Contra el Premio Nobel de Paz, un Premio Noble de Guerra!

¿Premio de paz? Si ya la paz y la concordia son de por si un castigo para la gente de honra y bienes, además de eso premiar a quienes pretenden sumirnos en el inquietante estadio de la calma, no solo es una burla contra nuestros héroes falso positivistas y cierto negativistas, sino un afrenta contra las mayorías doctrinarias Plinio Obdúlicas y plenipotenciarias que defendemos la civilización. ¡Plomo, señores!

Digo esto ahora que me enterado que una ristra de imbéciles ha nominado al alto traidor (que en realidad es un enano moral) del Juan Manuel Santos a la vagabundería esa perfumada del Premio Nobel de Paz, orquestado por una organización terrorista con sede en la casquivana y socialista Suecia y con frentes y columnas móviles amenazantes y peligrosamente regadas por todo el planeta.

Si hasta antes de este anuncio el impostor y raponero Presidente ya estaba dispuesto a entregarle a los basiliscos de la FARRRR el país entero –incluidas todas las vacas sagradas sin la excepción de Lafaurie- ¿qué podemos esperar ahora los católicos y mansos de corazón? No les quepa duda amigos y hermanos carcas, que el gusarapo cachiporro va a correr a firmar la paz con los terroristas, afanado como está ahora por lograr un “acuerdo” antes de octubre, cuando los cabecillas del frente ese del Bloque Norte, de la cuadrilla conocida como “Academia Sueca”, otorgan el despreciable galardón.

Y miren ustedes quienes son otros de los candidatos a la pendejada esa: Bill Clinton, un pecador que pasó a la historia gracias a Mónica Lengüisqui. La adolescente Paquistaní Malala quien, como diría nuestro nunca bien ponderado y tristemente desaparecido Julio César Turbay, se auto torturó. ¡Qué tal la compañía!

Si el Judas de Anapoima estaba dispuesto a vender la nación y tristemente pacificarla con el deleznable propósito de mandarse a reelegir y por ello tendría que anunciar su aleve propósito antes de noviembre, pues le cae como anillo en el manicurado dedo acelerar la componenda de La Habana: Ahora, que no solo su reelección espuria depende de la firma desleal de un acuerdo con los comunistas, sino que quien sabe qué bandidos le han servido en bandeja la posibilidad de la apostasía pecaminosa de la conciliación nacional y, además, su paso a la historia sin escalas coronado con los falsos y podridos laureles de Estocolmo.

Ya tenemos en Colombia la nefanda experiencia de otra alimaña que recibiera hace 30 años esa misma porquería de premio, en pago por sus buenos oficios en materia de conspiración castrista, subversión y sedición. Me refiero, claro está, al bandido de las letras, a la mala pécora del Gabriel García Márquez, al “creador” de un universo llamado Macondo por su calenturienta y calentana mente, un sitio –afortunadamente de la ficción- con características de lupanar costeño donde la gente no hace más que tirar y pecar, armar revueltas y huelgas y tragar como Heliogábalos. Un escritorzuelo que se atrevió en clara provocación profana a describir la asunción a los cielos de una puta, en burla de mal gusto a quienes mantenemos la fe Mariana y la lucha Laureana.

El premio a alias “Gabito” (muy parecido a “Gabino”) le sirvió para seguir durante décadas horadando las instituciones y llenando los libros y las mentes de nuestras parsimoniosas gentes de una literatura reconocida por malhadada, pornográfica, proletarista y marxista. Escribiendo y jodiéndonos en toda impunidad, gracias al “reconocimiento” de la banda sueca, Siquiera desde hace rato lo tenemos neutralizado en el México de sus borrachos mariachis y revolucionarios de mostacho, gracias a unas muy bien diseñadas amenazas que produjeron la bendición que para nosotros los castos ha sido su exilio. Si no lo hiciéramos, se habría quedado aquí orquestando conspiraciones contra el sistema. Aun así, ha sido capaz de también meterse a jugar con candela en otros afortunadamente abortados procesos de paz.

No sobra mencionar el origen de ese premiecito de tercera que no es nada distinto que las debilidades de un papanatas como Alfred Nobel, un tipo que se inventó una de las grandes cosas de la vida y la muerte, la simpar dinamita y le dio un complejo de culpa propio de los débiles y fundó el premio de los complotados anarquistas de los fiordos. Nobel, una gran huevón.

¡Hermanos sectarios! Debemos hacer hasta lo imposible para evitar la paz. Reanudar nuestros esfuerzos, conseguir los más densos palos para meterlos en las ruedas de esa carreta con la cual tratan de convencer a indios mingosos e incautos. No escatimemos recursos ni balas. Complotar contra la paz es garantizar la continuidad de nuestra condición de elegidos. Con la metra y el Santo Grial, redoblemos los esfuerzos y estrategias para acabar hasta con el nido de la perra, siendo ella la sabandija del pagano turbante.

Santos es capaz hoy por hoy de cualquier cosa con tal de hacer la paz y ganarse de contera la panoplia de los hampones nórdicos. Miren lo que ha decidido en estos días. Nada más ni nada menos que cogerla la caña a un terrorista de la calaña del Petro quien propusiera hacer marchas y manifestaciones por la paz el próximo 9 de abril, día en el cual la gente decente celebra la digamos… desaparición del más peligroso de los mestizos que haya existido en este país. El Gaitán que tiene nombre de barrio de artesanos de baja estofa. En franca complicidad con la escoria nacional, Santos va a salir a dejarse ver con sus verdaderos camaradas de la Marcha Patriótica, la Córdoba que tiene apellido de otro terrorista bolivariano, todo el centro filo sedicioso y la izquierda, Roy el de las barreras y Mefisto Cepeda, todo con el fin de molestar al Supremo Álvaro Uribe y de crear pisitos electorales para atornillase hasta el 2018 y cederle el poder a un engendro chueco como el Navarro de marras. ¡Cantos de sirena! ¡Salgamos ese mismo día a la acera que es por donde transita la gente educada, con nuestros estandartes y momias a detener el cortejo de los terroristas!

Propongo de manera solemne que para combatir y contrarrestar la copita esa del Nobel, creemos ya un premio universal a la Guerra. Lo podríamos llamar el premio “Los tres Caínes” ahora que empieza la serie sobre los gloriosos hermanos Castaño, forjadores del carácter nacional y de la resistencia contra los mangui anchos.

Veo arrobado el símbolo en oro aquilatado del Premio Universal de Guerra: una aceitada moto sierra. Jurados para otorgar tan coqueta presea, sobran en este país. Busquen democráticamente por el centro. Y merecedores de este premio masculino y no la maricona estatuilla sueca, es lo que hay en la Colombia arrecha y cojonuda. ¿Adivina adivinador quien es mi candidato?

¡Contra el Premio Nobel de Paz, un Premio Noble de Guerra!