Para contrarrestar la nociva y destructiva acción con la palabra armada por parte de los auto denominados “periodistas independientes”, voceros encaletados y encambuchados de la FAR y de los elenos, el castellano tiene verbos muy precisos y edificantes: chuzar, espiar, amenazar, desplazar, aculillar, perseguir, reprimir, amordazar, atemorizar, censurar, desaparecer, atentar, matar.
En el caso de los sicarios de la palabra León Valencia, Ariel Ávila y Gonzalo Guillén -como bien llamara a más de uno su potestad suprema Álvaro Uribe- la copa se nos llenó con sus babas y patrañas. Ya desde hace mucho rato y en mala hora les hemos permitido a estos criminales buco faríngeos, debido a la monstruosidad de la libertad de prensa, hacer lo que se les dé la gana y ensuciarnos a quienes hemos lindamente adornado con sangre el suelo patrio para escarmiento de la gleba.
El periodismo verdaderamente libre debe informar al pie de la letra y única y exclusivamente lo que dicen las fuentes oficiales (públicas y preferiblemente privadas) y abstenerse de cubrir directamente los acontecimientos magnánimos de la confrontación, de la exultante y bélica realidad que nos llena de orgullo cívico-militar. Para eso están las Brigadas.
El cubrimiento de las vainas en el terreno, ya es un atentado contra la dignidad nacional y el buen funcionamiento de la necesaria manipulación del populacho.
No es correcto ir a las zonas de conflicto porque no va y sea que los campesinos y demás giles no estén lo suficientemente asustados o corriendo por los caminos con sus tiestos a cuestas, y se pongan a hablar ante cámaras. Y lo peor, puede que en el terreno se encuentren dos o tres bandidos de la guerrilla que quieran hablar, para emular a los que sufren de logorrea en La Habana. Si los hemos convertido en víctimas, no solamente es para quitarles las tierras y desplazarlos, sino, sobre todo, para que no se pongan a garlar y sapear a la gente de bien que construye una empresa, un capital o un legítimo monopolio.
Por ejemplo, gentuza como un Jorge Enrique Botero o un Alfredo Molano, no han hecho otra cosa que destapar realidades que han debido quedar cubiertas, o bien por el manto suave y aterciopelado del olvido, o simplemente cubiertas de tierra, en sus ignotas y desconocidas fosas.
Además, estos tres bichos a quien hoy ponemos en evidencia por sus andares non santos, de manera pecaminosa se han subvertido contra las leyes divinas de las empresas periodísticas y mil veces comprobadas en su eficacia, como son el unanimismo, la invisibilidad y la manipulación de la información.
De manera rebelde y sediciosa han tratado –en vano porque nosotros tenemos nuestros mega medios para joderlos y de paso joder al irrespetable público avasallándolo y hundiéndolo en la ignorancia- de hacer visibles a una manotada de indios y demás llevados que joden en una que otra vereda. Han tratado de construir una información y una opinión fuera de la idea única, de la doctrina pura que manda que solo podemos tener una mirada sobre lo que le pasa a este país, la nuestra, esa brillante mirada que solo reconoce como verdad la necesidad del crecimiento, la justa acumulación de oro, en este paraíso neo bullonista que hemos construido a punta de aceite, leche, carbón y petróleo.
Han tratado estos descastados lumpen escritores, igualmente de oponerse a otra fe que nosotros profesamos, la infinita creencia en la necesidad de manipular todo el contexto de la realidad. No van a poder construir una información a su amaño. Es decir, donde las vainas indebidas se sepan. ¡No! Si hay algo que garantiza nuestro poder es que la gente sepa solo lo que nosotros queremos que sepa. Sin este precepto, sin esta ciencia de la comunicación, no habríamos logrado –por ejemplo- joder el gobierno y la imagen de Petro, otro de ellos.
Aun más grave, se atreven a opinar en Contravía de las costumbres occidentales, como el híper desechable ese del Hollman Morris y toda su banda de garbimbas que trabajan en el Canal Capital, nido de víboras, serpentario en directo.
No en vano el peor de todos los tres tumores a quienes queremos extirpar, o sea el tal León Valencia, trabaja también en el Canal dizque de la televisión Humana. A mi todo lo que contenga esa partícula idiomática me suena a subversión. El humanismo, fortaleza de los débiles, de los discapacitados, de los hippies. Los derechos humanos, cartilla terrorista. La humanidad misma, un conglomerado sustancialmente de pobres de billetera y de espíritu. Dignidad humana, un pretexto para no poder tener empleados, esclavos, indios que lo carguen a uno por los caminos, como lo hacían por los Reales, cuando este país era ordenado y no esta piñata de menesterosos. Una opinión, hamponcitos, es un juicio, y ustedes no tienen juicio ni pueden juzgar. Solo juzgamos quienes somos capaces de condenarlos. ¡Habemus Procurador!
Y por último, se atreven –usurpadores, impostores- a dizque investigar a la gente decente, como el digno gobernador de la Guajira, Juan Francisco Gómez, “Kiko” un hombre que hasta debe tener fotos con Álvaro Uribe, como prueba palpable de su irrefutable inocencia.
¿O es que un ser probo como el gobernador, no tiene derecho a protegerse, a Convivir? O a rechazar con fuego purificador las falsas acusaciones de la tal Nuevo Arcoíris (ya les caerá su posterior tormenta) que pretende enlodarlo con supuestos nexos indebidos. ¡Lo nuestro no es de nexos, es de conexos!
No podía faltar en el destemplado coro la voz de guacamaya del Juan Manuel Santos, defendiendo a esos truhanes con tal de sacarle la roca a Uribe. Defendiendo las libertades, cuando lo contratamos y elegimos justamente para lo contrario. ¡Volteado, gañán!
Ni la voz del enano de mente fiscal que anda por el Montealegre. ¡Dizque enemigos de la paz! Apenas somos amantes de la guerra, lo demás son conclusiones fariseas. Y el batracio mayor, el tal jefe de la Unidad de Protección, Andrés Villamizar, que alborotó el avispero. Otro que no rebuzna porque la configuración del pescuezo no se lo permite. Nosotros no amenazamos. Simplemente, cumplimos. ¡Retrasado, resentido! Y protegiendo a 90 más de esos actores armados llamados periodistas, mientras sigue preso Andrés Felipe, la lágrima viva.
No se extrañen de su suerte, ante recientes y loables acontecimientos como el caso del pelafustán de Semana Ricardo Calderón que no aguanta una broma de plomo, los ocho sapos que sacamos del Cesar y demás, quienes, amparados en cámaras, plumas y micrófonos, los han utilizado para dañarnos el caminado.
Dejen quietas las vainas ¡carajo! Y sobre todo dejen quietas las redes sociales subversivas, que están en mora de ser puestas en cintura. ¡Güitter es comunista! Facebook es anarco-sindicalista y You Tube hace parte de la teología de la liberación. ¡Contra la amenaza virtual, bala real!
Que nuestros ejércitos anti restitución de tierras y nuestras empresas de punta como las Bacrim, sean iluminadas. Y ahora que se conoce el nombre del mártir que iba a colateralizar a Guillén, Valencia y Ávila, me permito parafrasear a los mamertos y gritar ‘”Crear dos, tres, muchos Morronchos”