Cumbres

Tenía dudas si asistir otro año más a los eventos y reuniones alrededor de las Cumbres de Jefes de Estado Iberoamericanos. Casi sin pensarlo aterrice en el atiborrado aeropuerto de Panamá. La última vez fue al otro lado del Atlántico, en Cádiz, ciudad que celebraba junto con toda España el bicentenario de la constitución del año 1812 o la llamada Constitución de La Pepa. Desde hoy, cada domingo Jaime Polanco publicará su columna de opinión en Confidencial Colombia.

Entre estas dos cumbres ha habido un océano de incertidumbres, desconfianzas, recelos, envidias y sobre todo un sin fin de reproches históricos que han ido disminuyendo con la voluntad de arriesgados y visionarios políticos que han conseguido que el diálogo y la esperanza se convirtieran en el eje de la hoja de ruta entre los países iberoamericanos.

En honor a la verdad, hay que destacar la labor del Rey Juan Carlos I quien con su entrega y dedicación durante todos estos años, pues no ha faltado a ninguna de las citas, salvo esta última panameña, ha infundido un espíritu de cercanía y cooperación probablemente impensable bajo otra figura.

También la profesionalidad de Enrique Iglesias, Secretario General de las Cumbres, quien abandona su puesto en esta XXIII Cumbre de Panamá, ha ayudado a poner en papel para su posterior desarrollo los proyectos y el espíritu que ha salido de cada una de las reuniones multinacionales por todo el continente.

Todo esto ha estado muy bien pero no ha sido suficiente. La situación geopolítica de la región ha cambiado drásticamente en la última década y el mundo desde el punto de vista económico también, lo que convierte a estas Cumbres y sus viejos formatos en reuniones más para la galería de los famosos que para realizar propuestas y obtener respuestas para tratar los problemas que realmente afectan a los países participantes.

La parte Íbero de la reunión lleva sumida en una crisis sin precedentes y sin que por el momento se vislumbré una salida a sus problemas económicos y sociales en el corto plazo. Los días en los que los países del sur de Europa pagaban la ronda de cervezas y con ello tenían el derecho a hacer la agenda y marcar la ruta de sus intereses particulares ha cambiado. Afortunadamente para los países a este lado del Atlántico, se presenta una oportunidad histórica para tomar esa antorcha que vaya iluminando mejores caminos de cooperación sin paternalismo ni reproches.

La próxima a realizar en México, servirá para aproximar un modelo nuevo que esté más acorde con la situación actual de equilibrios entre los países y su correspondencia política con España y Portugal. Esto ya no servirá de excusa para que media docena de líderes de la región no asistan sistemáticamente a las cumbres, anteponiendo personalismo a los intereses de sus ciudadanos, quienes ven en estas reuniones la tabla de salvación de muchos de sus problemas y especialmente de sus desigualdades sociales.

Para que todo esto ocurra, hay que empezar a liderar la región con clara vocación de solidaridad y cooperación, cosa que podrían fácilmente empezar a hacer las dos grandes potencias regionales: Brasil y México. De ellos dependerá en gran medida del éxito o el fracaso de las conclusiones y recomendaciones de las nuevas Cumbres y su posterior puesta en escena en los territorios particulares.

Parece que México, que albergara la próxima cumbre en Veracruz ya en su nuevo formato, podría empezar a retomar el pulso perdido en sus últimos diez años en el contexto internacional y daría a su presidente Enrique Peña Nieto, la posibilidad de situar a su país en el lugar que le corresponde por tamaño e importancia geopolítica.

Dejando claro que más de cincuenta millones de ciudadanos de estos países han engrosado las listas de las clases medias en la última década, que la región crece de manera permanente -3.2 en el 2012- y que las perspectivas de futuro, comparándolas con otras regiones del mundo, son buenas a secas. Hay que pensar que un cierto futuro de esperanza y de ilusión se presenta para todos en Latan.

Avisados ya de los espejismos sobre el calentamiento de algunas de estas economías, producto de la insensata subida de precios de las materias primas y otros productos agro, hay que concentrar los esfuerzos en mejorar los niveles de productividad, la gestión de sus compañías para hacerlas más competitivas, capaces de producir más y mejor, y así poder exportar con garantías de éxito.

En la Cumbre de Cádiz, la OCDE y la CEPAL expusieron en boca de sus directores los riesgos que alberga Latinoamérica y sus realidades versus los países occidentales. Conclusiones importantes como que el 98% de las empresas en la región son pequeñas y medianas . La inversión en I+D es de 0.6 en nuestra región, frente al 2.4 por ciento de la OCDE, los tipos de intereses medios están en 8.6 frente al 2 por ciento de los países occidentales y por si fuera poco solo el 10 por ciento de estas PYMES exportan fueran de sus fronteras.

Está claro que hay que poner especial énfasis en el desarrollo de estas pequeñas y medianas empresas que representan una gran porcentaje del PIB de de los países, especialmente en cuanto a la generación de valor y mano de obra se refiere.

Casi todas estas compañías tienen algunos denominadores comunes: falta de acceso a la información sobre los mercados donde exportar, pocas o nulas posibilidades de financiación, falta de acceso a las instituciones que les ayuden y orienten y en general poca conciencia de que su mercado tiene más de cuatrocientos millones de posibles clientes.

Estos y no otros son retos para los años venideros, de la mano de una mayor cooperación entre España y Portugal, con la posible aportación de decenas de miles de empresas con calificación técnica y sobrados recursos que sin duda pueden ayudar a conseguir que las pymes de Latan salgan más rápidamente del estancamiento en el que están sumidas.

También la mayor cooperación de Latinoamérica hacia Europa será uno de los grandes retos a conseguir en el futuro. Con los países del sur como cómplices necesarios para abrir nuevos mercados y siendo valedores para el normal desarrollo de los diferentes tratados de libre comercio entre ambos continentes.

Si las recomendaciones dadas por el experimentado presidente Ricardo Lagos, son capaces de alumbrar metodología y experiencias nuevas para que las Cumbres sean más operativas y creadoras de proyectos comunes realizables, estaremos dando pasos importantes para que la cooperación entre países que tienen una misma cultura y casi un mismo idioma, den un importante salto hacia el futuro, lo que sin duda mejorará la situación económica y ayudaría a reducir las diferencias sociales.