¿De qué vive un artista que produce un arte efímero?

Entrevista con María José Arjona, una de las artistas colombianas más importantes.

Ha entrenado su cuerpo y su mente para permanecer durante horas de pie y descalza, sobre un enorme cubo de hielo lleno de puntillas; aguantó la presión de 37 correas apretadas en los puntos más sensibles de su cuerpo; mantuvo el equilibrio, sin zapatos, parada sobre seis vasos llenos de agua; sostuvo un diamante dentro de su boca mientras la gente hacía hasta lo imposible para sacarlo; sopló burbujas contra una pared durante días enteros, y se entregó a un grupo de personas a las que les dio permiso de hacer lo que quisieran con ella.

Lo ha hecho en Berlín, Viena, Bogotá o Boloña. Sabe también que el suyo es una de las expresiones artísticas más polémicas de todas, la performance. Sin duda alguna María José Arjona es una de las artistas colombianas más importantes. Y aunque no suele pasar mucho tiempo en su tierra natal, recientemente hizo parte del primer laboratorio de pensamiento creativo de Bogotá. Confidencial Colombia aprovechó a hablar con ella.

Confidencial Colombia: Del 24 al 27 de septiembre Bogotá fue el epicentro de la primera edición del Laboratorio de Pensamiento Creativo, NC-LAB, en el que se ieron cita ocho de los más importantes artistas y pedagogos de Colombia y España. ¿Qué buscaban con esta experiencia?

María José Arjona: Entregarle a los asistentes una serie de herramientas con las que les fuese posible solucionar cierto tipo de problemas en diferentes espacios o, pensarlos desde una óptica diferente; donde ya no sean problemas sino oportunidades para generar otro tipo de diálogos y de preguntas.

C.C: ¿Cree que la academia ha subestimado el poder del pensamiento creativo / artístico?

M.J.A: La academia no es como era antes, el pensamiento creativo interviene desde el hecho mismo de cómo se plantea una pregunta, o cómo se percibe un problema en relación a esa percepción se plantean una serie de alternativas que no son convencionales nunca, en esa instancia creo

C.C: Cree que el pensamiento artístico debería ‘pensarse’ transversalmente, es decir, como algo que atraviesa otras disciplinas…

M.J.A: Claro. No tanto el pensamiento artístico, sino el creativo. Creo que si somos creativos en la vida diaria, en cómo nos planteamos cualquier situación, cómo resolvemos problemas del cotidiano, esto empieza a recorrer todo el acontecer humano, no solamente se queda en parte artística (la cual es muy importante) sino que da una fuerza, que puede literalmente, permear cualquier disciplina en cualquiera de sus formas.

C.C: Ya hablando de su obra, ¿cuál es la relación del cuerpo con el arte?

M.J.A: El cuerpo es el medio en el arte local e internacional.

C.C: ¿Es un ‘buen’ momento para el cuerpo en el arte?

M.J.A: Es un momento privilegiado para el cuerpo, no solamente en el arte, sino en cualquier otra instancias de pensamiento.

C.C: ¿Qué rol juega el performance ahí?

M.J.A: El performance es en este momento el medio con el que más se puede generar esa relación única con el espectador. Que es única en la medida en que no la está mediando nada más, es inmediata, está ahí, se construye más allá de todo el lenguaje verbal. El performance es para mí el lenguaje más poderoso en el arte.

C.C: ¿Se puede decir que de alguna manera el performance obliga al público a reaccionar inmediatamente y generar respuestas y preguntas en el momento?

M.J.A: Claro, es una cosa como inherente al performance mismo. No es una obligación, porque cuando uno asiste a un performance va porque quiere, entonces es como la primera línea del contrato: que quieres pasar por una experiencia de algo. Esa experiencia puede ser agradable a desagradable, pero es instintiva.

Cuando el performance funciona, genera preguntas, genera un montón de sensaciones que muchas veces no pasa por la parte racional; de no saber exactamente qué estoy sintiendo o qué está pasando con mi cerebro, porque estoy tratando de actuar de cierta manera pero el performance no me deja, porque tiene unos planteamientos en los que efectivamente esto se sale de lo común.

C.C: ¿Sigue siendo el performance un arte contestatario contra el ‘establishment’?

M.J.A: No. El performance siempre genera una resistencia a cierto tipo de problemáticas, pero cada vez más hay una serie de acciones que están planteando respuesta y posibilidades a lo que está pasando, que en mi caso personal ese es el camino. De hecho, ahorita muchos performances van mucho más allá de la crítica, se están instalando en abrir respuestas o en abrir preguntas que le posibiliten al cuerpo una salida y creo que eso es muy válido.

C.C: ¿Dónde está el límite del performance? ¿Del cuerpo?

M.J.A: No hay límite, los límites son muy mentales. Obviamente hay una serie de ejercicios que se plantea uno desde que comienza a hacer esto, donde empieza a encontrar límites fijos o psicológicos.

C.C: Ud ‘reta’ el tiempo, ¿dónde está el límite

M.J.A: La larga duración plantea una serie de bordes muy específicos; porque el tiempo es una cuestión peculiar, desde el punto mismo de la temporalidad, para mí, ahí radica el más grande borde, el limite más impresionante, porque es un retador continuo; una cosa es hacer algo diez minutos o media hora, pero otra cosa es extenderla a largos periodos del tiempo, donde el cuerpo también entra en otras dinámicas en las que uno nunca sabe cómo va a pasar.

Entonces también hay cosas muy inciertas, por eso es tan importante la preparación, pero creo que no hay límites, yo cada vez estoy más consciente de lo limitado y finito que es el cuerpo.

C.C: María José no ensaya sus acciones, ¿cuál es la preparación antes de realizarlas?

M.J.A: En este momento la misma carrera muestra una preparación. Obviamente para cada performance dependiendo de ¿qué voy a hacer? ¿cómo lo estoy planteando?, tengo una preparación física y psicológica. Hay una serie de ejercicios y de condiciones que se presentan un mes antes, dos meses antes, del performance y que se van volviendo más rigurosos en la medida que se acerca la exhibición de la pieza, pero la misma obra lo va preparando a uno y va escribiendo qué es lo va a pasar. Por eso son tan interesantes, porque uno no sabe cuál es el próximo límite, entonces cualquier preparación que tengas es importante.

Las obras de larga duración son un poco más demandantes de disciplina, desde el momento de la construcción, pues en el momento mismo en el que uno concibe la idea hay unas cosas que la misma idea me va sugiriendo que tengo que hacer, la misma obra me va sugiriendo que tengo que tener un nuevo cuerpo, o una nueva condición o una nueva característica, y también creo que uno va armando sus propios ejercicios.

C.C: ¿Cómo ha construido esos ejercicios?

M.J.A: Yo tengo influencia de María Teresa Hincapié, tengo influencia también de Marina Abramovich; de ambas aprendí diferentes cosas, pero a partir de mis obras también he desarrollado mis propios ejercicios, que me han ayudado a avanzar en mi propio cuerpo en relación con la obra que sigue; de cierta manera la obra lo va preparando a uno para lo que sigue…

C.C: ¿Alguna vez ha sentido miedo?

M.J.A: Sí claro, que uno haga estas obras no quiere decir que uno no sea muy humano, que no te de miedo que no te de cansancio. Hay días en los que te preguntas, bueno y yo porqué estoy haciendo esto, pero ese es el verdadero borde, el verdadero límite, -ahí está-, en cómo asumes ese miedo y cómo ese miedo te catapulta hacia adelante o cómo se tranca.

Yo he hablado varias veces sobre el umbral que yo estaba esperando con la obra del Salón Nacional de Artistas , que era una obra de 24 horas seguidas -y era la primera obra de 24 horas seguidas para mí- entonces, yo estaba muy pendiente de cómo iba a venir el quiebre, porque claro, estás cansado, tu mente empieza a jugarte un montón de pasadas, hay frio, tienes sed, te duele la espalda al repetir el ciclo no sé cuántas veces y efectivamente te afecta de una manera muy concreta y muy mental… ese era al punto en el que yo quería llegar con ese performance, era saber en dónde iba haber un punto en el que dijera: “mejor paremos ya”, porque primero: empecé a pensar “esta obra no está funcionando” -después de 18 horas-, y después fue que lo cogí; esto es, es justamente el cansancio, no solamente físico, -porque físicamente yo ya había pasado el umbral-, pero era mi cabeza diciendo: “esto ya no funcionó, no hay nadie –porque eran como las tres de la mañana- podemos parar y nadie sedará cuenta”…

Ese es un peculiar, que se puede traspasar a situaciones en el día a día en el que uno dice: “bueno, esto lo hago mañana”, es como esa condición que tenemos de aplazar o suspender por mil razones, en la que me di cuenta que el borde de uno, el umbral es mental, no físico, porque el cuerpo tiene otra manera de funcionar; obviamente está regido por lo que la mente le dice “bueno, sí ya paremos” o “no hay que parar, hay que seguir”, y justo cuando pasas ese momento de no querer, del miedo, de la angustia, o de frustración , -porque muchas veces las obras no funcionan como uno ha estado pensando-, en ese momento de repente cuando insistes, encuentras esa nueva fórmula, que te permite seguir, que te permite que la obra salga adelante.

C.C: ¿De su autoría hay alguna obra a la que le tenga especial cariño?

M.J.A: Tengo como varias. Siento un especial cariño por 365 días, porque fue la primera vez que hice performance de verdad; porque yo venía trabajando desde el cuerpo de la danza, era muy coreográfica, tenía como una serie de coreografías concretas y fue justo en ese momento en que fui consciente del cuerpo, y de la diferencia del performance al cuerpo del bailarín. También fue lo que me permitió un encuentro con María teresa Hincapié.

C.C: Y por el contrario, ¿alguna obra que diga: “no debía hacerla”?

M.J.A: No hay ninguna obra que sienta definitivamente que no he debido hacerla. Muchas veces planteo cosas en las que hago un ejercicio más no una obra como tal, entonces muchas veces creo que entre las mismas posibilidades de exhibir cosas, estoy tratando de mostrarle al espectador, que estoy aprendiendo, quizá a partir un poco del error en el que estoy ejercitando cosas para que exista la posibilidad de una obra más adelante.

C.C: ¿De qué vive un artista que produce un arte efímero?

M.J.A: En esa instancia a mí me ha tocado un buen momento en el arte contemporáneo, me ha tocado la posibilidad e de tener colaboraciones maravillosas con galerías con los mismo coleccionistas que adquieren el registro del acción, o dibujos que uno mismo también genera, el poder hacer parte de algunas ferias, poder tener comunicación con galerías que nos representan es el legado de muchos que nos precedieron, que hicieron notar el valor que tienen las ideas.