Debate de drogas, insumo para la paz

Los delegados del Gobierno Colombiano y de la guerrilla FARC-EP, que forman parte de la Mesa de Conversaciones de La Habana, hace un mes, comunicaron su decisión de abrir espacios a la participación ciudadana sobre el punto cuarto del “Acuerdo General para la terminación del conflicto armado” de este país, relacionado con el fenómeno de las drogas, mediante la realización de Foros. Esta vez se llevará a cabo un evento de carácter nacional en Bogotá los días 24, 25 y 26 de Septiembre, pero a diferencia de los temas anteriores (política de tierras y participación política), también se acordó realizar uno descentralizado en San José del Guaviare, los dias 1, 2 y 3 de Octubre.

Para preparar los aspectos métodológicos y logisticos de los Foros, la Mesa se apoya en los delegados de la Oficina de Naciones Unidas en Colombia y el Centro de Pensamiento para la Paz de la Universidad Nacional. La Mesa convino que el Foro lleve el titulo de “solución al problema de las drogas ilícitas”, dentro del cual se incluyen los subtemas asociados con “producción y comercialización”, “sustitución de cultivos” y “solución al problema global de consumo”. Se estableció que para asistir al foro nacional los interesados tenían que inscribirse previamente por internet.

El foro nacional de la proxima semana reunirá más de 1000 personas entre académicos, expertos, líderes sociales, activistas y voceros de regiones. Dentro de los invitados se encuentran el expresidente César Gaviria, Martín Jelsma, Adam Isacson y Ricardo Soberon entre otros expertos. Habrá tres páneles de contexto: internacional, de producción y consumos. También se harán mesas de trabajo para buscar propuestas.

La Presidencia de la República comunicó por su parte que “Nuestro objetivo es nutrirnos de las propuestas de la sociedad civil y enfocarnos en soluciones. Los diagnósticos ya los conoce bien el país. Como en ocasiones anteriores, ni gobierno ni guerrilla participarán en estos eventos. Queremos una Colombia sin coca. Sería un paso gigantesco para el país y para el mundo.Y lograr que las FARC colaboren en este propósito, sería un elemento muy importante de estas conversaciones de La Habana.”

A esto se le agrega que por primera vez se quiere poner el foco en una region en particular que comprende el Guaviare y las zonas aledañas de Caquetá y Meta, según una de las partes se trata de “un capítulo especial en San José del Guaviare, pocos días después, para recoger testimonios de personas y organizaciones de una región que desde hace décadas padece el problema del narcotráfico”. El objetivo es conocer testimonios y propuestas de quienes tienen lecciones aprendidas que ayuden a la construccion de alternativas para la “superacion del problema”, por lo que tambien se presentaran propuestas que seran insumo para la Mesa.

Estas actividades del proceso de paz se desarrollan en un interesante momento del país. Miles de labriegos hace pocos días adelantaron jornadas de protesta reclamando mejores condiciones de vida para el campo, suspender las importaciones de alimentos y definir políticas públicas que permitan superar el atraso secular de diversas regiones. Al mismo tiempo se tuvieron marchas, bloqueos y paros que presionaron al gobierno y situaron nuevamente en el centro del debate la situación de los campesinos. Los mineros, arroceros, cacaoteros, caficultores y papicultores, entre otros, tambien protestaron.

En Catatumbo, al norte del país, una protesta regional de dos meses obligó al gobierno a sentarse con los manifestantes que piden primero que todo la suspensión de la erradicación de los cultivos de coca. En la población del Tarra (frontera con Venezuela), hace 15 días, los productores de coca hicieron una asamblea para definir un paquete de propuestas sobre la forma de sustituir los cultivos de uso ilícito en esa región.

Pero no solo en Catatumbo los cultivadores de coca se vienen reorganizando. En Cauca, Nariño, Putumayo, Caquetá, Guaviare, Meta y Arauca se están dando procesos similares. Muchas de las demandas de los campesinos cultivadores de coca están inmersas en los pronunciamientos de la Mesa de Interlocución y Acuerdo MÍA y en el Coordinador Nacional Agrario. En efecto, el jueves anterior en Popayan, los campesinos le dieron a conocer al Vicepresidente de la República y a varios gobernadores que dentro de su pliego de peticiones está “la suspensión de las fumigaciones” y la atención a las familias que viven de la siembra de la coca.

En el caso del Guaviare, al menos 7 concentraciones de campesinos se han dado en los últimos meses en rechazo a la erradicación manual forzada. Sin embargo, el descontento de los colonos por el estado de abandono en que viven, los ha llevado a enfrentarse con los erradicadores del Ejercito o la Policia. Actualmente, al menos 500 labriegos resisten en un punto llamado “la costeñita” sobre el río Inírida jurisdicción del municipio de San José. A diferencia del pasado los campesinos se concentran en el cultivo que será erradicado y se acantonan a vivir dentro de él impidiendo la tarea oficial.

En la vereda La Unión de Calamar se cuenta que varios hombres y mujeres se amarraron a las plantas de coca para protegerla de ser arrancada por los militares. Esta nueva forma de protesta evidencia que la coca es “la comida” de dichas personas, que está enraizada en varias comunidades y que mientras no haya planteamientos de fondo, la gente no está dispuesta a dejarla facilmente.

Otro hecho relevante por estos días, lo constituye el retiro que hizo Ecuador de la demanda que había puesto en la Corte Internacional de Justicia, contra el Estado colombiano, por los impactos de las fumigaciones en la frontera en el marco del Plan Colombia. Como se recuerda, hace casi una década, fumigaciones aéreas en el Putumayo derivaron más allá de la frontera y los ecuatorianos alegaron daños causados en cultivos y la salud de las personas. Pero se ha conocido que el retiro de la demanda obedeció a que Ecuador aceptó una millonaria indemnización que le ofreció el gobierno Santos como compensación para la atención de las familias afectadas en la frontera. Pues, resulta muy curioso que el Estado colombiano reconozca los daños causados a la salud de los ecuatorianos pero no proteja la salud de sus propios ciudadanos y continúe fumigando.

Al Guaviare por ejemplo acaba de informársele del pronto inicio de una nueva campaña de fumigaciones aéreas, una más en 20 años de aspersiones sobre este departamento, y las autoridades locales ya se ven preocupadas porque saben que esto traerá desplazamientos, inseguridad alimentaria por la destrucción de cultivos de pancoger, disminución de la economía regional por la quiebra de los pequeños propietarios que derivan sus ingresos de la coca y por la intensificación del conflicto. Mientras tanto, el gobernador y líderes rurales de las zonas cocaleras han conformado una Mesa de Trabajo para la sustitución de cultivos sin que hayan sido escuchados por el gobierno nacional.

No deja de sorprender que el Presidente Juan Manuel Santos haya firmado el manifiesto de la Comision Global de Drogas que pide una reformulacion de las políticas de drogas a escala mundial, argumentando que la guerra a las drogas se parece a una bicicleta estática en la que “se pedalea y no se avanza”, pero mientras tanto no produzca cambios adentro del país; por ejemplo, en la redacción de un proyecto de estatuto de estupefacientes nuevo, no se ha escuchado la voz de los productores. Tampoco puede perderse de vista que no estamos en la época en que una sola orden de las FARC era obedecida cientos de kilómetros a la redonda. En suma, no se trata sólo de un problema de autoridad.

En este contexto se presentan los Foros. Un lenguaje “sustitucionista” que viene desde las regiones se enfrentará con el discurso “erradicador” de las autoridades nacionales. Así pareciera que solo existen diferencias en el método a emplearse para dejar atrás “el problema” de la coca y esto se ve reflejado en la forma como está redactado el punto cuatro de la agenda de La Habana. Como si de un asunto de mera voluntad se tratara, muchos creen que los proyectos de sustitución “raiz por raiz” son la salvación, dejando de lado los muchos otros factores que inciden para que Colombia sea un país productor no solo de hoja de coca, sino tambien de pasta base, de cocaina refinada y con alta capacidad de exportación, a lo que se suma internamente un creciente número de usuarios.

Ojalá los foros sirvan para reconocer esas realidades y para conocer alternativas. Las partes deben revisar los aportes de los participantes, ojalá sin las presiones del prohibicionismo de las convenciones de drogas. Desafío inmenso ya que Colombia ha sido un aplicadísimo alumno de dichas regulaciones y hasta ha sido vendido como modelo de éxito en la “guerra” que aún no termina, pero que muchos colombianos sí queremos superar.