Por Urías Velásquez | @uriasv. Los candidatos republicanos nuevamente se vieron las caras en un debate organizado por la cadena de noticias ultra-conservadora FOXNews. Y, otra vez, los insultos y las afrentas personales abundaron.
La pregunta que abrió la tormenta fué: “Mr Trump –el magnate de los negocios-, Mitt Ronney, el candidato republicano a la presidencia de 2012, dice que sus políticas internas llevarán a recesión, que sus políticas externas nos harían un país más inseguro, y que sus cualidades personales más destacadas son: el acoso, la codicia, la misoginia, el fingir y hacer teatro”
Trump, rojo como un tomate, respondió: “él fue un candidato débil (…) perdió miserablemente y fue la vergüenza de todos, incluido su partido. No le doy relevancia a lo que dijo, él está tratando desesperadamente de volver a ser alguien en la escena política, él defendió los tratados de libre comercio (…) firmados con China, Japón, México (…) y estamos siendo crucificados y devastados por ellos”
Marco Rubio, también fue inquirido fuertemente: “hace tres semanas usted dijo: evito los ataques personales, primero, porque no es lo que yo soy, porque no están a la altura del puesto que busco, pero también porque esos avergüenzan a mis hijos. Sin embargo, en la última semana usted ha llamado al señor Trump: rojizo, cobarde y otras muchas cosas deshonrosas. ¿Qué ha cambiado?”
-Desde hace un año –respondió Rubio-, Donald Trump ha atacado de manera personal a todo el mundo, a la gente de este auditorio y a los otros candidatos, pero si alguien merece ese trato es él, por la forma en que trata a los demás”
Y de ahí en adelante se armó la de Troya, y en una de esas idas y venidas de insultos, ofensas y descalificaciones Trump bautizó a su rival: “el pequeño Marco”. Un apelativo que, sin duda, retumbará en la mente del político por largo tiempo. Marco repuntó mencionando los casos legales que hay contra Trump, específicamente, el de la Universidad del magnate que cerró, pero que antes dejó cientos, sino miles de personas, defraudadas.
Después de eso Cruz, el senador por Texas, insinuó que Trump era un embaucador – a propósito de una declaración ‘off the record’ que éste dio a The New York Times y en la cual aseguraba que algunas de sus promesas de campaña serian flexibles-, y lo reto a que autorizara al periódico a liberar la conversación por el bien de los votantes que merecían saber la verdad. El magnate no respondió y evadió de todas las maneras el tema. Eso sí aprovechó para insultar al texano diciéndole mentiroso.
De esta manera continuó el debate toda la noche, el uno le dijo al otro; mentiroso, inexacto, ‘pequeño’, débil, embaucador, tramposo, falso, hipócrita, etc. En síntesis, el debate pareció más bien un circo romano en donde, además, la audiencia participó activamente arengando, incitando y fastidiando a cada candidato según sus pasiones y odios.
En fin, un debate para olvidar, en el que, sin embargo, un candidato inteligente, con ideas, lleno de experiencia en diferentes temas; económico, social, político, administrativo, etc.; el gobernador de Ohio, John Kasich, brilló con sus propuestas, pero al que nadie, ni siquiera este columnista que escribe, le paró bolas.