Detenidos dos periodistas por el vídeo que demostró el envío de armas turcas a Siria

Serán juzgados por publicar unas imágenes que desmontaron la versión oficial del Gobierno turco, que insistía en que dos convoys interceptados por la Gendarmería en 2014 llevaban “ayuda humanitaria”.

Desde que el pasado 29 de mayo el diario turco ‘Cumhuriyet’ hiciese público un video que aparentemente muestra un cargamento de armas del servicio de inteligencia turco para la insurgencia siria, los responsables de la publicaciónesperaban ser arrestados. De modo que cuando anoche la policía turca detuvo a su editor en jefe, Can Dündar, y al jefe de la oficina de Ankara, Erdem Gül, no fue una sorpresa para nadie.

“Se nos acusa de ‘espionaje’. El Presidente dijo ‘traición’. No somos traidores, espías o héroes; somos periodistas. Lo que hemos hecho es una actividad periodística”, declaró anoche Dündar antes de pasar a disposición judicial. “Por supuesto, este procesamiento ayudará a arrojar luz sobre cómo se produjeron esos incidentes, antes que en cómo cubrimos esta historia”, aseguró.

“Si no se arresta a aquellos que cometen un crimen, sino a quienes lo reportan, nadie debería decir que la prensa es libre y la judicatura es independiente e imparcial en Turquía”, ha protestado el líder del opositor Partido Republicano Popular (CHP), Kemal Kiliçdaroglu. “Hoy es un día negro para la democracia y la libertad de prensa”, ha dicho.

A Dündar y a Gül se les imputan cargos de espionaje y de integración en una ‘organización terrorista’, tal y como las autoridades turcas califican al movimiento del teólogo Fethullah Gülen (para el que han acuñado el acrónimo FETÖ, las siglas en turco de ‘Organización Terrorista de los ‘Fethullahçis’ o seguidores de Gülen). Esta cofradía religiosa cuenta con un importante conglomerado de empresas, medios de comunicación e instituciones educativas, y está orientada a la búsqueda de influencia a través de la formación de elites y cuadros dirigentes. Cuenta con millones de miembros que hasta principios de 2014 se encontraban muy bien posicionados en la administración pública, especialmente en las fuerzas de seguridad y la judicatura.

“Ayuda humanitaria” que resultaron ser armas

Si Fethullah Gülen fue durante una década un estrecho aliado del ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan, ahora es considerado su peor enemigo, desde que policías y fiscales ‘fethullahçis’ lanzasen varias operaciones anticorrupción en diciembre de 2013 contra el entorno del entonces Primer Ministro turco, que salpicaron a varios ministros e incluso a su propio hijo, Bilal Erdogan.

El Gobierno reaccionó asegurando que las investigaciones no eran sino un ‘golpe de estado encubierto’, purgando a miles de policías, fiscales y funcionarios, sustituyendo a los jueces encargados del caso, y cerrando por decreto los expedientes sobre corrupción. Desde entonces, el Gobierno de Erdogan libra una guerra sin cuartel contra el movimiento Gülen, al que califica de ‘estado paralelo’ y considera oficialmente un grupo terrorista.

Fueron, de hecho, elementos de esta organización dentro de la Jandarma (la Gendarmería turca) quienes en enero de 2014 detuvieron dos convoyes de camiones cargados con munición, granadas y lanzacohetes, que resultaron ser parte de una operación del MIT, el servicio de inteligencia turco, para armar a la insurgencia siria.

El Gobierno turco trató de negar los hechos, asegurando quelos camiones contenían “ayuda humanitaria” para la población turcomana de Siria. Pero esta versión quedó en evidencia cuando el pasado mayo ‘Cumhuriyet’ publicó el video filmado por los propios agentes de la Jandarma, en la que se veían perfectamente las armas en el interior de las cajas de los camiones interceptados.

Fue el propio Presidente Erdogan quien dio órdenes de iniciar acciones legales contra Dündar y Gül, asegurando que “pagarán un alto precio”. El acta de acusación asegura que “al publicar imágenes falsas e información filtrada por el estado paralelo, participó en las acciones de los miembros de la organización que registraron los camiones y conspiraron con evidencias fabricadas para crear la percepción de que la República de Turquía está ayudando a organizaciones terroristas”.

A estas alturas, al Gobierno turco, empeñado en acabar con la libertad de prensa en Turquía, ya no le importa demasiado la verdad. “¿Qué diferencia supondría si los camiones contenían armas o no?”, se preguntaba Erdogan en una entrevista hace dos días. “Es una traición”, aseguró. De ser hallados culpables, los dos periodistas podrían ser condenados a cadena perpetua.