Diez claves para entender todo lo que se decide en la Cumbre del Clima

La semana que viene, 195 estados se reúnen en París para negociar el futuro de nuestro planeta. Están en juego las medidas para limitar el cambio climático de aquí a finales de este siglo.

“Cuanto más tardemos en tomar medidas para frenar las emisiones, más tendremos que hacer en el futuro y más caro nos saldrá”. Así de claro es Xavier Labandeira, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo y miembro de Quinto Informe de Evaluación del IPCC (Panel Internacional del Cambio Climático) cuando le preguntamos qué nos estamos jugando en la próxima Cumbre del Clima de París.

Labandeira explica que, en realidad, el problema no son las emisiones de hoy, o de mañana. El problema es la concentración atmosférica de esas emisiones, que cada día son más altas sin que tengamos, a día de hoy, la tecnología para reducirlas. “No es demasiado tarde, pero la ventana de tiempo para actuar se está cerrando, y pronto sí que lo será”. No se trata de alarmarse, sino de tomar conciencia de que es una situación que no podrá esperar mucho más a que tomemos medidas.

Algo que, en principio, empezará a ocurrir la semana que viene en la capital francesa. El ambiente es de tímido optimismo. No sería la primera vez que una de estas reuniones termina con un acuerdo flojo, descafeinado, inútil. Ocurrió en 2009 en Copenhague. Ahora, las expectativas son otras.

“Las observaciones de los científicos cada vez son más preocupantes, y muchos países en vías de desarrollo, que hasta ahora mantenían una postura más a la defensiva en el tema de medio ambiente, se están encontrando con que tienen graves problemas de contaminación local que pueden empezar a solucionar a la vez que combaten el cambio climático”, explica Labandeira. China es un buen ejemplo: es el principal emisor a nivel global, y sufre un grave problema de contaminación ambiental que afecta directamente a la salud de sus ciudadanos.

Con estos factores en juego, la semana que viene dará comienzo la gran cita sobre el cambio climático a nivel global. Estas son algunas claves para saber lo que puede ocurrir allí y qué nos estamos jugando.

1. ¿Qué es la Cumbre del Clima de París?


Para los que se incorporan ahora al debate sobre la próxima cumbre, que lleva ya varios meses de intensa actividad, no está de más empezar por el principio. La Cumbre de París se ha llamado también COP21 o 21 Conferencia de las Partes porque es la vigésimo primera reunión anual de los países que quieren tomar medidas en contra del cambio climático. Tendrá lugar en Le Bourget, cerca de París, entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre.

2. ¿Por qué es importante?


Si hay una cumbre al año, ¿por qué la de 2015 es tan importante? Por varias razones. Para empezar, porque estarán presentes 195 países, además de la Unión Europea, lo que deja a muy pocos países fuera de la cita. También es importante que los participantes llegan con objetivos claros y concretos a alcanzar y con voluntad activa de llegar a acuerdos. Nada está acordado hasta que se acuerda, pero el ambiente es prometedor.

3. ¿Cuál es el objetivo de la cumbre?


Las partes acuden a la cita de París con el objetivo de llegar a un acuerdo global pero basado en medidas concretas que mantenga el calentamiento global por debajo de los 2 grados de aquí a final del siglo XXI. También quieren acordar cómo se hará frente a los efectos que tenga el cambio climático en todo el mundo, aunque ese límite no llegue a superarse.

4. ¿Por qué precisamente 2 grados?


El principal objetivo de la cumbre es llegar a un acuerdo colectivo para tomar las medidas necesarias de forma que el calentamiento global no sea superior a 2 grados de aquí a fin de este siglo. ¿Por qué 2 grados?

Porque según el IPCC, una variación superior a esa tendrá serias consecuencias, como por ejemplo un aumento en los eventos climáticos extremos: huracanes, sequías, olas de calor y de frío… Claro que llegar a ese tope no será fácil. También se diseñarán los mecanismos para evaluar la progresión de esas medidas, idealmente cada cinco años, y si es necesario, reajustarlas de forma que se alcance el objetivo.

5. ¿Es un objetivo realista? ¿Qué obstáculos hay?


Desde luego, será un objetivo complicado de alcanzar. Así lo reconoce Labandeira: “Mantenerse en los 2 grados será difícil. Cuanto más tiempo pasa, más lejos estamos de esa trayectoria”. De hecho, si las emisiones de gases continúan al ritmo que se producen ahora, podríamos alcanzar un aumento de las temperaturas de unos 3 grados de aquí a 2030, lo que supondría entre 2,7 y 3,5 grados a finales de siglo.

Llegar a un acuerdo para fijarse ese objetivo sería un primer paso, pero a pesar de la buena disposición general, no será fácil. “Hay que tener en cuenta que estas medidas tendrían impacto en los ciudadanos, por ejemplo en la subida de los precios de la energía, que nunca es algo popular”. Desarrollo más lento de algunos países cuyas industrias están basadas en los combustibles fósiles, o disminución del negocio para aquellos que viven de la exportación de esos combustibles… En toda negociación se cruzan intereses, y eso puede hacer peligrar el objetivo común.

6. ¿Qué tiene que ver con el protocolo de Kioto?


Seguro que ha oído hablar de Kioto en relación con el cambio climático. El Protocolo de Kioto fue un acuerdo vinculante para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero que se adoptó en 1997. El objetivo era reducir esas emisiones un 5% a escala global. En noviembre de 2009, 187 países se habían adherido a este protocolo, pero Estados Unidos, el mayor emisor a nivel mundial, nunca llegó a ratificarlo.

Bien, pues el acuerdo que, se espera, se alcance en París sustituiría al protocolo de Kioto. Entraría en vigor en 2020 y durará hasta 2050, e incluiría un avance crucial respecto a su predecesor: el protocolo de Kioto solo incluía a un grupo de países industrializados que representan el 11% de las emisiones, mientras que el nuevo acuerdo recogería compromisos para todos los países y cubriría prácticamente el 100% de las emisiones de gases con efecto invernadero.

7. ¿Por qué tanto optimismo?


En la Cumbre de Copenhague de 2009 se suponía que los participantes querían llegar a un acuerdo como este, pero las negociaciones fracasaron y los resultados fueron vagos y por tanto poco útiles. En esa cita, parte del problema fue que países desarrollados y en vías de desarrollo no estaban de acuerdo en cómo repartir las responsabilidades.

Entonces, ¿por qué ahora debería ser diferente? Bueno, la situación no es exactamente la misma que en 2009. Para empezar, con la crisis económica remitiendo, la presión ciudadana a los políticos para que se preocupen por el medio ambiente no puede ser ignorada. Y no son solo los grupos ecologistas: 200 multinacionales han pedido a los estados participantes que pongan precio al carbono, y el papa Francisco ha dedicado una encíclica al cambio climático, considerando “una cuestión moral” luchar contra él.

Además, como explicaba Labandeira, han pasado varias cosas en estos seis años. Por un lado, los informes de los expertos son cada vez más contundentes, y hay que tomar medidas cuanto antes. Por otro, los países en vías de desarrollo se han involucrado en la problemática, proponiendo sus propios planes y medidas contra el cambio climático.

Además, un actor tan importante como Estados Unidos ha cambiado su postura desde entonces, y ahora trata de dar ejemplo. Limitado por los poderes que la constitución otorga al presidente de EEUU, Barack Obama ha asumido un papel líder en la lucha contra el cambio climático. De hecho, en noviembre de 2014, Estados Unidos y China anunciaban un doble compromiso, por el que el primero se comprometía a reducir sus emisiones con efecto invernadero un 28% para 2025 y el segundo a dejar de aumentarlas cinco años después.

8. Los cuatro aspectos necesarios para el acuerdo


La intención de la Cumbre es crear una Alianza del Clima de París que mantenga ese incremento de las temperaturas limitado a 2 grados como máximo en comparación con los niveles preindustriales. Para eso han hecho falta meses de cuidadosas negociaciones se consideran fundamentales cuatro aspectos:

– La negociación de un acuerdo global que establezca las normas y mecanismos para que aumente progresivamente la ambición de ese acuerdo, asegurándose así alcanzar el objetivo de los 2 grados.

– Que los países presenten sus propuestas y contribuciones antes de la propia Cumbre como demostración de su implicación en este compromiso, y para crear el ambiente necesario para llegar a acuerdos relevantes.

– El aspecto económico. Esto es crucial: hay que ayudar a las economías en desarrollo y contribuir a la transición hacia modelos productivos bajos en emisiones de aquí a 2020.

– La sociedad civil y los organismos no gubernamentales, incluidas las empresas, deben involucrarse en estos objetivos. Es necesario crear el ambiente propicio para que se impliquen y tomen medidas de aquí a que se implementen los nuevos acuerdos en 2020, de forma que, llegado el momento, todo el mundo empuje en la misma dirección.

9. El fin de los combustibles fósiles


No ocurrirá de la noche a la mañana, pero se espera que la Cumbre de París sea un punto de partida para despedirnos de los combustibles fósiles para siempre. Se espera que se acuerde una fecha para que las emisiones mundiales por quema de combustibles toquen techo, la reducción para 2050 y el fin de esas emisiones en 2100.

10. Los puntos de conflicto


Aunque el clima general es de optimismo, existen algunos puntos en los que los acuerdos serán difíciles y las negociaciones duras porque parten de posturas muy distantes. Uno de ellos es la financiación para proyectos de mitigación de los efectos del cambio climático en los países más vulnerables (que la mayoría de las veces no son los principales emisores de emisiones pero sí los que sufren sus consecuencias); otro, si hay que diferenciar entre países ricos y pobres (y que por tanto exigirles o no las mismas responsabilidades), y otro, como ya comentamos antes, la voluntad de llegar a un acuerdo sustancioso y no solo a una declaración de buenas intenciones.