Al cumplirse tres años de las conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc, el coordinador de las Naciones Unidas en Colombia, Fabrizio Hochschild, destaca grandes avances y una mejoría en la situación humanitaria del país.
La ONU presenta un informe sobre tendencias humanitarias al cumplir tres años de los diálogos de paz y cuatro meses de cese al fuego unilateral por parte de las Farc. El estudio se basa en el seguimiento constante que desde 2008 hace la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) del impacto humanitario del conflicto armado.
Aquí el informe:
1. La reducción de la violencia asociada al conflicto armado durante los diálogos de paz ha evitado mucho sufrimiento humano.
Las masacres y el desplazamiento masivo han disminuido significativamente desde que empezaron las conversaciones entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP.
El número de personas obligadas a abandonar sus hogares en eventos de desplazamiento masivo (en los que más de 50 personas o diez familias se desplazan en un mismo hecho) por cuenta del conflicto se redujo en casi una tercera parte (27%) desde el inicio de los diálogos de paz.
En ese periodo, se cometieron un tercio de las masacres que en los tres años anteriores a la negociación. Mientras entre noviembre de 2009 y noviembre de 2012 se registraron 338 masacres, durante el proceso de paz (noviembre 2012 a noviembre 2015) han ocurrido 110 (se entiende por masacre un evento en el que mueren cuatro o más personas civiles).
Esta mejoría en la situación humanitaria se debe en gran parte a que durante el proceso de paz se ha reducido la intensidad de la violencia del conflicto armado con las FARC-EP, que representa la mitad de las acciones bélicas reportadas (principalmente combates, hostigamientos, retenes ilegales). Antes del inicio de las conversaciones, se registraban cerca de 90 acciones bélicas por mes (incluyendo todos los grupos armados); desde que empezaron, el promedio es de 55 acciones por mes.
2. Las medidas de desescalamiento adoptadas por las FARC-EP y el Gobierno han contribuido a mejorar la situación humanitaria.
Es evidente el impacto positivo del cese unilateral decretado por las FARC-EP desde el 20 de julio y el cese de bombardeos contra ellas anunciado por el gobierno tres días después.
En los cuatro meses transcurridos desde entonces, el promedio mensual de acciones bélicas bajó a 25, la gran mayoría perpetrada por grupos armados diferentes a las FARC-EP.
Mientras antes del reciente cese de hostilidades, 55 por ciento de los eventos de desplazamiento masivo era resultado del conflicto con las FARC-EP, en los últimos cuatro meses esta cifra se redujo al 19%. Más aún, en este último período no se registraron desplazamientos masivos producto de acciones unilaterales de este grupo armado.
Durante los cuatro meses del actual cese de hostilidades, los ataques contra objetivos ilícitos de guerra (principalmente ataques a infraestructura vial y bienes civiles) han disminuido casi en 60 por ciento frente al promedio de los 32 meses anteriores de negociación y la participación de las FARC-EP en estos hechos se ha reducido cerca de un 90 por ciento.
3. A pesar de esta positiva reducción de las acciones en el marco del conflicto, aún persisten graves afectaciones a la población civil.
De acuerdo con nuestro seguimiento en terreno los grupos armados no estatales siguen imponiendo un fuerte control social sobre las comunidades que impide el libre ejercicio de sus derechos. Este control social se refleja en homicidios selectivos, extorsiones y desplazamientos individuales.
Preocupa particularmente el aumento en 53 por ciento de las amenazas durante el proceso de paz. Mientras en los tres años anteriores a los diálogos de paz se registraron 956 amenazas, en el período de las negociaciones ya son 1.466. Y su número podría ser mucho mayor teniendo en cuenta el gran subregistro que existe. Muchos análisis atribuyen este crecimiento principalmente a la actividad de los grupos armados posdesmovilización. Este tipo de violencia afecta gravemente a las comunidades, a sus líderes y a los procesos de movilización política y social. Además, este tipo de violencia trae consigo altos niveles de impunidad y sus autores son pocas veces identificados y judicializados. Y, como ha sido documentado por ONU Derechos Humanos y ACNUR muchas veces las amenazas se convierten en homicidios, atentados y otras agresiones contra defensores de derechos humanos y líderes sociales, los cuales han aumentado de manera alarmante.
Las denuncias de extorsión también han aumentado sustancialmente durante lo corrido del proceso de paz, de acuerdo a cifras oficiales. Entre enero de 2013 y octubre de 2015 se denunciaron 13.741 extorsiones, mientras que en los tres años anteriores al proceso se habían registrado 5.473 casos. La extensión de esta problemática también podría ser mucho mayor dado el subregistro que existe asociado al temor de las víctimas a denunciar.
Si bien las medidas de desescalamiento del Gobierno y las FARC-EP han contribuido a reducir significativamente los desplazamientos masivos, los desplazamientos individuales que son menos visibles y más difíciles de monitorear, siguen afectando la población civil. Según cifras del Registro Único de Víctimas, en los dos primeros años del proceso se desplazaron unas 200.000 personas anuales (entre individuales y masivos).
4. La violencia de grupos armados distintos a las FARC-EP representa el mayor desafío para la situación humanitaria y la protección de la población civil.
A pesar de la disminución de la violencia asociada al conflicto con las FARC-EP preocupa especialmente la persistencia de la violencia generada por otros grupos armados. Durante el proceso de paz los grupos armados posdesmovilización, el ELN, el EPL y otros grupos sin identificar han generado cerca de la mitad de la violencia y del desplazamiento masivo. Durante el último cese unilateral, los grupos armados posdesmovilización, el EPL y el ELN han desplazado a más de 3.400 personas (81 por ciento del total de personas desplazadas masivamente) y han protagonizado 75 por ciento de las acciones bélicas. De no cesar, esta violencia representa uno de los principales riesgos para alcanzar y consolidar la paz.