“En mi país ninguna ley me prohíbe que amenace a los delincuentes”, le confesó a la agencia de noticias, Al Jazeera. “No me importa lo que digan los tipos de los derechos humanos. Tengo el deber de preservar la generación. Si involucra a los derechos humanos, no me importa. Tengo que provocar miedo”. Y añadió, “Tenemos 3 millones de adictos, y en aumento. Así que si no prohibimos esto la próxima generación va a tener un problema serio”.
El presidente de las Filipinas, Rodrigo Duterte, quien llegó al poder hace siete meses y registra 7.000 muertos hasta el momento, durante su mandato, es decir mil, desapariciones por mes. Ha sido de nuevo el centro de la polémica en el mundo, al asegurar que quiere cambiar la legislación nacional para poder judicializar con mayor rigidez a los menores que delinquen en el país y no pueden ser juzgados de la misma forma.
En su llamada guerra contra el narcotráfico, el mandatario y sus aliados políticos están apoyando una ley que se busca reducir la edad de imputabilidad penal de 15 a 9 años, Todo eso según él, “para salvar a una generación del vicio que es el cáncer del país”, aseguró Duterte.
A los ladrones y traficantes en edad escolar “hay que enseñarles responsabilidad”, sentenció el presidente, y aseguró que la actual legislación está mimando a los delincuentes juveniles.
Cuando ha sido repetidamente señalado por las organizaciones humanitarias y diferentes sectores de la oposición por su radical política de “limpieza”, el presidente respondió.
“En mi país ninguna ley me prohíbe que amenace a los delincuentes”, le confesó a la agencia de noticias, Al Jazeera. “No me importa lo que digan los tipos de los derechos humanos. Tengo el deber de preservar la generación. Si involucra a los derechos humanos, no me importa. Tengo que provocar miedo”. Y añadió, “Tenemos 3 millones de adictos, y en aumento. Así que si no prohibimos esto la próxima generación va a tener un problema serio”.