Las autoridades médicas hablan de una “brecha en el protocolo” tras el contagio dentro de Estados Unidos. Entre tanto, y con prudencia, la comunidad internacional va incrementando medidas preentivas para contrarrestar el avance del ébola.
Los estadounidenses despertaron con una noticia muy parecida a la que sobresaltó a los españoles el lunes pasado. Una enfermera había contraído el virus del ébola en Dallas (Texas) mientras trataba a un paciente, al fallecido Thomas Eric Duncan, aquel liberiano hospitalizado el 1 de octubre que hizo saltar todas las alarmas. No es el primer caso diagnosticado en EEUU, pero sí el primer contagio del que se informa dentro de las fronteras del país, ya que Duncan enfermó en África.
La alarma se intentó desactivar con una intensa política de comunicación, en la que las autoridades llevaron en todo momento la iniciativa (tardaron sólo una noche -12 horas- en preparar su estrategia y presentarse ante la opinión pública) y consiguieron ganar terreno a la especulación y los rumores. A lo largo del día se sucedieron entrevistas en directo y ruedas de prensa en las que responsables médicos y autoridades sanitarias explicaban dónde pudo producirse el contagio y detallaban qué estaban haciendo para contener la crisis.
A media mañana comparecía ya ante la prensa el director del Centro de Control de Enfermedades (CDC), Tom Frieden, quien hablaba de un “incumplimiento del protocolo” y sugería discretamente la posibilidad de que la enfermera se hubiese contagiado mientras se quitaba el traje protector. “El hecho de que no sepamos cuál ha sido el fallo en el protocolo es preocupante, porque está claro que ha sido eso: las infecciones sólo ocurren cuando hay un fallo en el protocolo”, insistía. Sus palabras ya han provocado las críticas de algunos expertos sanitarios, quienes sostienen que el caso demuestra que los hospitales del país están lejos de contar con personal adecuadamente formado para combatir al virus.
La enferma, cuya identidad no ha sido revelada, mantuvo un “amplio contacto” con su paciente, pero en todo momento iba equipada con el traje protector y no recuerda haber tenido problemas. Después, y siguiendo el protocolo, se estuvo midiendo la temperatura dos veces al día. Hasta que el viernes descubrió que tenía unas décimas de fiebre y avisó inmediatamente al hospital. En unos 90 minutos estaba ingresada en una unidad de aislamiento y unas horas después se procedía a desinfectar su coche, su apartamento y algunas áreas públicas por las que transitó.
Mientras tanto, un equipo especial del CDC procedía a identificar riesgos de contagio, que hasta la fecha se extienden a una sola persona (ya aislada) y a un perro que no presenta síntomas y para el cual “no hay planes de eutanasia”. El propio alcalde de Dallas, Mike Rawlings, informó de ello al diario USA Today, cuyos reporteros preguntaron abiertamente si la mascota de la enfermera correría la misma suerte que la de su colega en España. Rawlings dijo que “el perro es muy importante para la paciente y queremos que esté seguro”. Finalmente, la policía llamó también a los vecinos, puerta por puerta, para advertirles sobre la situación.
Por ahora, y con algunas excepciones, el debate no se ha centrado en quién tiene la culpa. Al unísono, las autoridades defendieron el desempeño de la enfermera, cuya actuación fue calificada de “heroica” por el juez del condado. Lo prioritario es entender cómo en un ambiente teóricamente tan controlado como el del Hospital Presbiteriano de Texas se puede contagiar el personal sanitario “rompiendo el protocolo”. ¿No funcionan los protocolos establecidos? ¿No son eficaces los trajes? ¿Ha mutado el virus? ¿Hay alguna manera de protegerse mejor? ¿Están los hospitales preparados? Son algunas de las preguntas que se escuchaban ayer.
Un trabajador sanitario en Dallas (AP)
Frieden no descartó que otros enfermeros o médicos puedan haberse contagiado, e insistió en que los protocolos son los adecuados y estaban funcionando cuando se produjo el presunto accidente. El problema, opinó, no es tanto la complejidad de las técnicas para evitar el contacto con el vírus sino la concentración requerida. “El cuidado de pacientes de ébola se puede realizar de manera segura, pero es difici hacerlo. Cada pequeño, inadvertido e inocente descuido puede resultar en una infección”, admitió.
Para reforzar la prevención, se enviará a funcionarios del CDC para que “revisen” los procedimientos de control y el uso de los trajes. El martes se ofrecerá además una teleconferencia abierta a todo el personal médico del país, cuya preocupación al respecto se ha multiplicado en las últimas horas, ya que muchos aseguran que no se sienten seguros tratando con pacientes infectados.
El Sindicato Nacional de Enfermeras, el más grande del país, ya ha empezado a pedir mejor equipamiento, ante la eventualidad de que se produzcan más casos. “Queremos que nos preparen mejor y en nuestros hospitales se están resistiendo. Necesitamos trajes especiales y si esto no cambia drásticamente, vamos a formar piquetes en todos los hospitales para conseguirlo si es necesario”, dijo una dirigente sindical al diario The New York Times.
El perro es muy importante para la paciente y queremos que esté seguro
Por su parte, el presidente Barack Obama ordenó que se realice una investigación “lo más pronto posible” para entender qué ocurrió exactamente. También habló de “medidas adicionales inmediatas”. Por la tarde arreciaban las primeras críticas a la gestión, que no se centraban en nadie en concreto, sino en la falta de un mando único para gestionar la crisis del ébola. Ocurre que la emergencia la afrontan, en coordinación, el Gobierno federal (demócrata), el de Texas (republicano), las diferentes autoridades locales y los propios hospitales.
Las responsabilidades compartidas en la gestión sanitaria no evitan que se esté politizando la crisis, algo que sucede por ahora con distinta intensidad que en España y en otras esferas de la administración. Por ejemplo, se discuten las medidas que deberían adoptarse para evitar que lleguen más personas contagiadas desde el extranjero, un asunto en el que es más sencillo argumentar directamente en contra del Gobierno Federal, encargado de la política exterior. Así, por ejemplo, un grupo de legisladores republicanos encabezado por el congresista Michael McCaul lleva días exigiendo que se cancelen todos los visados para los ciudadanos de los países africanos más afectados hasta que se contenga la crisis de ébola.