'Efecto Macri' para sacar al fútbol argentino de 'la basura'

Marcelo Hugo, presentador de televisión y vicepresidente de San Lorenzo, pretende seguir el camino trazado en los comicios generales el que fuera presidente de Boca Juniors.

Cambio es la palabra que más se escucha por estos días en Argentina. La victoria de Mauricio Macri en las recientes elecciones a la presidencia de la República ha sido la respuesta popular contra la crisis permanente, la corrupción institucionalizada y el inmovilismo político de la larga etapa kirchnerista. El fútbol, a la sazón uno de los grandes catalizadores sociales de la patria albiceleste, se encuentra en una tesitura similar.

Marcelo Tinelli, afamado presentador de televisión y vicepresidente de San Lorenzo, pretende seguir el camino trazado en los comicios generales por quien fuera mandamás de Boca Juniors en su etapa más gloriosa y purificar una institución, la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), marcada a sangre y fuego por la dictadura impuesta durante las tres últimas décadas por Julio Grondona, cuyo fallecimiento el pasado año sumió al fútbol doméstico en un lacerante desgobierno que lo ha colocado al borde del abismo.

A imagen y semejanza de lo acontecido en el ruedo político, Tinelli aboga por una revolución termidoriana de la gran religión del pueblo argentino en las elecciones del próximo jueves frente al continuismo que propugna Luis Segura, el hombre que asumió el mando de la AFA tras el repentino deceso del todopoderoso y controvertido Grondona.


Dueño efímero del Badajoz

Avalado por el exitoso modelo de organización con el que reflotó a su querido San Lorenzo, que en dos años pasó de estar al borde del colapso a ganar la Copa Libertadores, y apoyado en masa por los clubes del interior y algún grande porteño, como River Plate y el propio San Lorenzo, Tinelli dice tener preparado un plan de choque para cortar de raíz la pertinaz hemorragia en la que transita el fútbol criollo tanto dentro como fuera de las canchas. “Mi plan de gobierno cuenta con el respaldo de una amplia mayoría”, señaló confiado el pasado jueves durante la reunión que mantuvo en el Monumental de Nuñez con 90 representantes de equipos profesionales de todo el país.

Quien fuera dueño efímero del Badajoz a fines de los 90, insistió en la necesidad de un cambio radical en las estructuras federativas y subrayó como los principales ejes de su candidatura la transparencia en las cuentas de la AFA, un reparto mayor y más equitativo de los recursos económicos que ingresa el ente rector del balompié criollo y la federalización del fútbol para que todos tengan voz y voto.

En otras palabras, que las decisiones sean debatidas y tomadas por todos los miembros del Ejecutivo y no que sean resueltas por el exclusivo círculo de confianza del ya desaparecido presidente.

Los frentes abiertos con los que habrá de lidiar, si es que consigue el apoyo de la mayoría de los clubes con derecho a voto en la asamblea extraordinaria del jueves, no son pocos. Algunos, como la violencia en los estadios, el despropósito de una Primera división con 30 equipos o las designaciones arbitrales, absolutamente perentorios.

Acabar con la violencia, su mayor reto

Erradicar de una vez por todas y de forma verdadera la violencia en el fútbol se vislumbra como el mayor desafío en el proyecto de Tinelli. La prohibición a que las hinchadas acompañen a sus equipos como visitantes, vigente desde hace un par de años, no ha bastado para poner coto ni a la violencia más extrema ni al número de fallecidos en torno al deporte rey, que el pasado 8 de noviembre alcanzó ya las 308 víctimas tras el fallecimiento de Juliana Gallo. A la joven simpatizante de 16 años del Atlético Tucumán le dispararon con un arma de fuego mientras celebraba el ascenso de su equipo a Primera.

Episodios como el famoso vertido de gas pimienta a los jugadores de River por parte de barristas de Boca antes del Superclásico en octavos de final de la Copa Libertadores (Boca fue descalificado por el incidente); o la reciente gresca a puñetazo limpio entre dos conocidos periodistas en las gradas del Cilindro de Avellaneda son fieles indicadores de un mal endémico que lleva años enquistado en una sociedad anestesiada ante casi cualquier suceso luctuoso.

El manejo de los árbitros

La designación y el manejo de los árbitros, que tantas polémicas han suscitado en los últimos tiempos, es otro de los asuntos en los que Tinelli tiene la intención de entrar ‘a cuchillo’ tomando el control de la Comisión Arbitral para evitar bochornos como el de la final de la Copa Argentina, en la que Diego Ceballos regaló literalmente el título a Boca con sus erráticas decisiones en contra de Rosario Central. El trencilla anuló un gol legal a los ‘canallas’, señaló como penalti a favor de los ‘xeneizes’ una falta fuera del área y dio validez al segundo gol boquense pese a un fuera de juego flagrante.

Complicada misión se barrunta también la reestructuración de la máxima categoría, integrada actualmente por 30 escuadras. El último ‘engendro’ de Grondona en vida, auspiciado por el gobierno de Cristina Kirschner y su famoso eslogan de ‘fútbol para todos’, nunca terminó de enganchar al aficionado por el escaso interés de la mayoría de los partidos y un calendario sobrecargado.

Mientras que Luis Segura propugna una reducción gradual de participantes hasta dejar el campeonato en 22 equipos (cifra que sólo se alcanzaría en 2020), el aspirante al sillón presidencial no quiere esperar ni un minuto para meter la tijera y retornar a las 20 escuadras aunque con un formato a doble vuelta de 38 jornadas, mucho más atractivo para el público que el de los torneos cortos semestrales. “El fútbol argentino se está desangrando”,sostenía hace algún tiempo Carlos Bianchi. A partir del próximo jueves sabremos si se acopla o no a los vientos políticos.