En medio de profundas estigmatizaciones por sus posibles vínculos con las Farc, el movimiento político Marcha Patriótica cumple esta semana un año de su lanzamiento oficial. A través de movilizaciones y trabajo regional, la colectividad dirigida por Piedad Córdoba se ha convertido en un actor de primer orden en la coyuntura política del país, mediada por el proceso de paz entre el gobierno y la insurgencia.
Los organismos de inteligencia vieron el nacimiento de Marcha Patriótica con recelo, incluso con desconfianza. En correos obtenidos en el computador del ‘Mono Jojoy’ se invitaba a “instalar una marcha patriótica todos los 20 de julio” y cuyo objetivo final era la ciudad de Bogotá. Por eso, desde su génesis, el movimiento político generó debates y estigmatizaciones.
Muchos señalaron, de tajo, que la Marcha Patriótica sería la ‘plataforma de aterrizaje’ de las Farc en su intención de dejar las armas y embarcarse en la aventura de la política. Aún sin proceso de paz en marcha, en abril del año pasado analistas y líderes de opinión coincidieron en afirmar que esta organización era una especie de “sueño cumplido” de la insurgencia.
Al paso salieron los miembros del naciente Consejo Patriótico. “Marcha Patriótica es un movimiento de movimientos que surge como una alternativa. Es supremamente extraño, porque el ‘Mono Jojoy’ murió hace casi dos años y el Consejo Patriótico Nacional apenas está en proceso de constituirse”, señaló días antes del lanzamiento de Marcha el dirigente campesino Alirio García al periódico El Tiempo.
En medio del debate, creció la expectativa nacional por la aparición de un nuevo actor político, que prometía jugar un papel importante en la coyuntura nacional. Una “afinidad histórica” de sus líderes con las Farc, y la comunión de más de 600 organizaciones sociales, eran motivo suficiente para estar atentos a la reunión de campesinos de todo el país el 21, 22 y 23 de abril del año pasado en Bogotá.
Indígenas, afrodescendientes, estudiantes, trabajadores, campesinos y campesinas de varios rincones de Colombia llegaron desde la noche del 20 a la capital. Lo hicieron en buses repletos, que se detuvieron en el Parque Nacional, en el estadio El Campín y en barrios del sur de Bogotá para que los manifestantes organizaran la movilización.
Según reportes de la policía, más de 30 mil personas llegaron a la capital, y se movilizaron en “completa normalidad”. Establecieron a través de una declaración el nacimiento de un movimiento “social y político con aspiración y vocación de poder”. Piedad Córdoba, Iván Cepeda y Jaime Caicedo hicieron parte del evento y tomaron la palabra en varias oportunidades.
Las dudas sobre sus vínculos con las Farc siguieron, más cuando el país se dio cuenta de la capacidad de movilización de la naciente colectividad. Andrés Gil, otro dirigente de la Marcha Patriótica, señaló que eran falsas las versiones sobre una supuesta infiltración de las Farc en las movilizaciones y desacreditó los correos encontrados en el computador de ‘Jojoy’ que se referían al movimiento.
En cambio, la exsenadora Córdoba afirmó por esos días que reinsertados de la guerrilla querían “infiltrar la movilización” para torpedearla, y denunció algunas persecuciones por parte de agentes de organismos de inteligencia a los invitados nacionales e internacionales al evento.
La verdadera dimensión
Tras las especulaciones previas al lanzamiento de Marcha Patriótica, el país supo que el naciente movimiento era capaz, al menos, de convocar gente y movilizarla en torno a una causa política.
“Al movimiento de la Marcha Patriótica tenemos que tomarlo en serio. Es la verdadera oportunidad para escuchar las voces de los que nunca han tenido voz. Es la oportunidad para el acercamiento y la reconciliación (…) Marcha Patriótica, si no se deja polarizar, puede llegar a ser la verdadera fuerza política de una izquierda racional en Colombia. Si no cae en la trampa de la politiquería, las prebendas, la corrupción o la manipulación de las Farc”, señaló la columnista Aura Lucía Mera en las páginas del Espectador.
Días después llegaron las amenazas a miembros de la organización. “Tenemos una gran preocupación por el plan para asesinar a Piedad Córdoba, pero también se han recibido amenazas por parte de las Águilas Negras y los Rastrojos contra organizaciones de derechos humanos, como la marcha Patriótica, la Ruta Pacífica y la casa de la Mujer” explicó Olga Amparo Sánchez, miembro de Colombianos y Colombianas por la Paz.
El director de la Agencia Nacional de Protección, Andrés Villamizar señaló que reforzaría la seguridad de Córdoba y de los demás líderes de Derechos Humanos amenazados. “La doctora Piedad Córdoba puede tener absoluta tranquilidad que de parte del Estado colombiano lo único que va a recibir es protección y apoyo a su labor”, aseguró el funcionario.
En los meses posteriores, los indígenas y los estudiantes asumieron el liderazgo del movimiento. Las marchas para exigir el retiro de la fuerza pública de las montañas del Cauca y la reforma a la educación se convirtieron en las banderas de los integrantes de la Marcha, que recibieron apoyo de sus dirigentes.
Paralelo a la labor regional y los procesos de fortalecimiento de la Marcha, sus integrantes siguieron defendiéndose de las acusaciones sobre los vínculos de las Farc con la organización. “En Marcha Patriótica no somos miembros de las Farc”, afirmó en agosto del año pasado Piedad Córdoba.
La figura del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, como principal crítico de Marcha Patriótica al interior del gobierno. “Esas organizaciones terroristas han optado por tratar de movilizarse hacia lo que llaman el movimiento de masas y han aparecido temas como la tal Marcha Patriótica, que yo aquí puedo decirlo con claridad eso está financiado en buena medida por la organización terrorista de las Farc”, señaló en esos días el jefe de la cartera.
Los diálogos
En septiembre de 2012, cuando la Marcha Patriótica seguía su trabajo regional y los voceros insistían en catalogar a la organización como una compilación de asociaciones sociales y no como un brazo político de la guerrilla, el gobierno colombiano anunció el inicio de unos diálogos con las Farc para intentar concertar un acuerdo que ponga fin al conflicto armado en el país.
De inmediato, la Marcha Patriótica respaldó la iniciativa del gobierno y la insurgencia pero insistió en la participación de la sociedad civil en el proceso que comenzaría el 8 de octubre con una instalación formal en Oslo, Noruega, y luego se desplazaría a La Habana para que allí se desarrollaran los diálogos.
El tema de la participación en política volvió a aparecer y la Marcha Patriótica fue considerada por muchos como la reedición de la extinta Unión Patriótica, el movimiento político que surgió de las negociaciones entre el gobierno de Belisario Betancur y la guerrilla de las Farc en los 80 y que desapareció luego de que más de 3 mil de sus militantes fueran asesinados.
Exmilitares expresaron su descontento por el paso de los guerrilleros de las armas y la ilegalidad al recinto de lo público, ejercido a través del trabajo legislativo. Por eso, el Presidente Santos decidió incluir al general en retiro Jorge Mora Rangel como negociador plenipotenciario en La Habana. La discusión sobre la eventual participación en política de las Farc permeaba directamente a la Marcha Patriótica.
Incluso se llegó a establecer la posibilidad de que Piedad Córdoba, vocera de la Marcha, se sumara a las negociaciones como una especie de representantes de las organizaciones sociales en el proceso.
Luego de la detención de Andrés Gil en Bogotá, ocurrida en septiembre de ese año, la procuraduría constituyó una “vigilancia especial” para proteger la vida del dirigente de izquierda. La procuradora delegada Paula Andrea Ramírez Barbosa respondió un requerimiento hecho en septiembre por Clara López, señalando que se ha constituido “vigilancia superior” para proteger la integridad del vocero de la Marcha Patriótica.
El ministro del Interior se sumó a la iniciativa del ente de control y señaló que los miembros de la UP y del Partido Comunista, miembros también de la Marcha Patriótica, serían “protegidos por decreto a través de un Programa Especial de Protección para dirigentes.
Días antes del inicio de los diálogos, el gobierno llamó a la Marcha Patriótica para dialogar sobre los mecanismos de garantías al ejercicio de la oposición.
Ya con las conversaciones en marcha, y un gran clima institucional y de opinión frente a la posibilidad de acabar el conflicto armado de manera negociada, las partes propusieron la realización de un foro sobre Desarrollo Agrario con Enfoque Territorial, organizado por la Universidad Nacional y las Naciones Unidas.
De nuevo vinieron las estigmatizaciones. El presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, decidió no asistir porque “¿Quién está detrás de eso Naciones Unidas, el Gobierno, las Farc? ¿Qué organización realmente es capaz de movilizar 1.200 personas de todos los lugares y de todos los sectores de la sociedad colombiana? Pues las Farc, y entonces por qué yo voy a avalar a los victimarios de los ganaderos”.
Aún así, cientos de miembros de la Marcha Patriótica llegaron al Foro para discutir las propuestas de uso y acceso democrático a la tierra en Colombia.
Nueve de abril
Para consolidar el proceso de convocatoria del movimiento político, la Marcha Patriótica organizó desde finales del año pasado la “movilización por la paz”, una marcha que se llevó a cabo el 9 de abril y en la que participaron casi 150 mil miembros de la colectividad, que vinieron de muchas partes del país.
Ahora, cuando el tema de la participación en política comienza a aflorar en La Habana, este “movimiento de movimientos” tiene mucho que aportar. Probablemente es la colectividad que agrupa a la mayor base social en las regiones del país, y su presencia es muy fuerte en lugares donde la guerrilla se ha asentado.
Tras un año de su aparición en la opinión pública, la Marcha Patriótica se ha convertido en un actor de primer nivel en la coyuntura política. Desde la protección a sus miembros, las luchas regionales, su posibilidad de aspirar a cargos de elección popular o la intención de las Farc de aterrizar en sus filas.
Marcha Patriótica en cifras
– 2500 organizaciones campesinas, indígenas, afro, viviendistas, de servicios públicos, urbanas, de comunidades lgtbi, juntas de acción comunal, de victimas, de mujeres, juveniles, estudiantiles, artísticas, culturales.
– Según la organización, cerca de un millón de personas hacen parte de las organizaciones de Marcha o son simpatizantes.
– Marcha Patriótica tiene comités en 24 departamentos.
– Presencia en Guajira, Atlántico, Magdalena, Cesar, Sucre, Cordoba, Norte de Santander, Santander, Magdalena Medio, Boyaca, Cundinamarca, Tolima, Quindio, Risaralda, Caldas, Huila, Caquetá, Putumayo, Antioquia, Choco, Meta, Guaviare, Arauca, Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Bogota.
– Cinco movilizaciones han realizado desde su fundación: 23 de abril de 2012, 1 de mayo del 2012, 20 de julio de 2012, 12 de octubre de 2012, 9 de abril de 2013
– Ocho dirigentes de Marcha Patriótica fueron asesinados en 2013, además de varios amenazados y vulnerados.