El arte sacro sale de las iglesias

Las imágenes de la Pasión son el centro en torno al que se organizan las procesiones durante la Semana santa, en la que se puede disfrutar en la calle de algunas de las obras maestras de la imaginería que se custodian durante el resto del año en iglesias y cofradías.

Se trata, en su mayoría, de esculturas realizadas en madera policromada en las que se conjuga el afán realista de narrar con imágenes el relato evangélico de la Pasión, y la idealización devocional, que lleva a revestir las imágenes con ricos ropajes, suntuosos bordados en oro y a coronarlas con metales preciosos y pedrería.

Pero esta forma de expresión varia mucho dependiendo los lugares, con ciudades más iconoclastas, como Granada y Sevilla, sin olvidarnos de la sobriedad de la Semana Santa castellana, del colorido de las semanas santas marineras o las celebraciones pascuales más pintorescas y llenas de significado y pasión.

La celebración de la Semana Santa se exportó a los territorios descubiertos en 1492 al otro lado del Atlántico, dando lugar a un sincretismo que llena de colorido y singularidad cada una de las celebraciones que tiene lugar en los diferentes rincones de Hispanoamérica.

Los inicios del arte de la imaginería en España habría que buscarlos en los escultores extranjeros que llegaron con el Renacimiento, y entre ellos destaca Felipe Vigarny (Sangres, Champaña) que inició sus trabajos en Burgos en 1498. Su influencia fue poderosa en toda la escuela castellana y, principalmente, en Alonso Berruguete, el mejor escultor del momento.

Tras sus pasos surgen las grandes figuras de la imaginería española de los siglos XVI y XVII, entre ellos: Juan de Juni que, aunque francés de origen, llegó con 26 años a España donde desarrolló su talento.

Gregorio Fernández (Lugo, 1576), es probablemente el escultor que mejor haya conseguido representar el patetismo de la Pasión de Cristo y Luis Salvador Carmona (Valladolid, 1708) destacó sobre todo en el tratamiento de la madera policromada. A estos geniales artistas siguieron otros manieristas y barrocos castellanos como Juan de Ávila, Alberto de Churriguera, Bartolomé Ordóñez o Pompeyo Leoni.

Son muchas las ciudades españolas que cuentan con destacadas esculturas que salen en estas fechas a la calle para forman parte de los diferentes pasos de las procesiones. Artistas florales llevan a cabo el complicado trabajo de vestir los tronos de flores y engalanar las imágenes durante la preparación de las procesiones

Este es el caso de Cartagena, cuyas cofradías han contado siempre con un rico patrimonio heredado de siglos pasados, aunque hubo muchas obras que se perdieron durante la guerra civil española.

En su imaginería encontramos, junto a nombres del pasado más lejano, como Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783), las firmas de Mariano Benlliure (Valencia, 1862-Madrid,1947), José Capuz (Valencia, 1884-Madrid, 1964), Federico Collaut Valera (Madrid, 1912-Segovia, 1989) o Juan González Moreno (Murcia, 1908-1996), escultores todos fundamentales para entender la evolución de la plástica figurativa en la España de los últimos cien años.

Una de las salidas que más admiración despierta es la de la Piedad de los Marrajos, encargada por la Cofradía Marraja al escultor José Capuz en 1924. La imagen sigue la pauta compositiva de la Virgen de la Caridad de Giacomo Colombofí, aunque no es exactamente igual que la escultura napolitana.

Asimismo, especial importancia tiene en Cartagena la cofradía de los Californios. Desde su fundación en 1747 ha ido atesorando un patrimonio del que se puede disfrutar en unos pasos procesionales formados por obras de Mariano Benlliure, como “El Prendimiento”, “Santísima Virgen del Primer Dolor”, “San Juan Evangelista” o “Cristo de la Flagelación”. En sus pasos también se pueden contemplar las obras de Francisco Salzillo “Oración en el Huerto” y “Osculo”.

Este artista es protagonista también en Orihuela (Alicante), con la imagen de Cristo del paso de Pretorio en Casa de Pilatos o en Murcia, donde se muestra el “Cristo atado a la columna”. En esta misma ciudad se encuentra la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocida como Los Salcillos por las ocho espectaculares obras de este escultor que se exhiben en sus diferentes pasos.

En Andalucía, Pablo de Rojas, es el iniciador del barroco en la región. Tuvo como discípulo a Juan Martínez Montañés, “el dios de la madera”, (Jaén, 1568-Sevilla, 1649), imaginero de gran influencia en todo el arte sacro posterior, con obras como el Jesús de la Pasión. Otro notable fue Juan de Mesa (Córdoba, 1583-Sevilla, 1627), autor del Cristo de la Buena Muerte que sale en procesión en Sevilla.

Otros importantes escultores manieristas y barrocos andaluces son Juan de Astorga (1779), Pedro de Mena (1628), Francisco de Ocampo y Felguera (1579), Pedro Roldán Onieva (1624), José Risueño (1665) o José de Mora (1642).

Las procesiones permiten disfrutar también de obras como “Entrada de Jesús en Jerusalén”, de Francisco Palma Burgos, en Úbeda; Nuestro Padre Jesús del Rescate, (1718) de José de Mora, en Granada; Nuestro Padre Jesús de la Pasión (1615), de Juan Martínez Montañés, en Sevilla o Nuestro Padre Jesús de las Penas, un anónimo del siglo XVII que se atribuye al círculo de Pedro Roldán, que sale también en Sevilla.

En Córdoba se puede contemplar el Encuentro entre Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso con su Santísima Madre la Virgen de los Dolores. El Cristo es anónimo, atribuido al círculo de Pedro Roldán, del siglo XVII; la virgen también anónima entre los siglos XVI-XVII, Santa Mª Magdalena y el Cirineo son de autores desconocidos y San Juan es obra de Juan Martínez Cerrillo.

La procesión del Cristo del Consuelo, en Guayaquil (Ecuador), es una de las procesiones más multitudinarias de Latinoamérica y en ella se congregan cerca de 500.000 personas.

En Guatemala, el Histórico Templo del Señor San José es el guardián del Jesús Nazareno de Los Milagros, una de las máximas expresiones de la imaginería colonial guatemalteca. Esta bella imagen es atribuida por tradición a Alonzo de la Paz y Toledo, imaginero guatemalteco del siglo XVII, aunque se cree que su escultor real fue Juan Chavez.

Una de las celebraciones de Semana Santa más conocidas en América Latina es la de la ciudad colombiana de Popayán, en las que desfilan numerosas tallas en madera policromada de origen español, quiteño, italiano y payanes de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.