La ciclovía es un éxito de la capital colombiana, Bogotá es pionera en el país en implementar el espacio exclusivo para las bicicletas y sus usuarios los fines de semana, lo que resulta uno de los mejores planes. Pero cuando este espacio se traslada a la noche capitalina un día entre semana y en hora pico se convierte en un verdadero clavario para los ciudadanos que necesitan desplazarse y su única opción es un bus de transporte público..
Cada diciembre el distrito abre el espacio para los fanáticos de la bicicletas en la tradicional ciclovía nocturna navideña, donde ellos pueden disfrutar del alumbrado de la ciudad en un recorrido que componen 85 kilómetros de vías que quedan exclusivas para el medio de transporte de dos ruedas y caminantes entre las 6:00 de la tarde y las 12 de la noche.
Sin embargo medio hora antes de empezar, es cuando inicia la hora pico de la ciudad, la tragedia de Bogotá. Cuando la mayoría de bogotanos salen de sus oficinas o simplemente necesitan desplazarse de norte a sur o viceversa, la fata de información de cierre de vías o el hecho de que mucha gente no se entere de la actividad y la falta de organización y reacción por parte de las autoridades resulta un problema para muchos capitalinos.
Ciudadanos como yo, que hoy tuve que desplazarme de la carrera 3 con calle 20, a la calle 59 con carrera 7 a las 5:30pm. Ilusamente creí que cogiendo un taxi iba a estar en 20 minutos en mi destino, pero el taxi vacío nunca apareció. Decidí entonces caminar hasta la 26 con 7 donde termina el sendero peatonal de la carrera 7 y allí poder tomar un bus.
Así pasó, me subí un bus urbano que se dirigía hacía Unicentro en la calle 127 con carrera 15, la mayoría de los usuarios de la ruta se dirigían hacía ese punto, y como yo, esperaban llegar con un poco de trancón como siempre, pero llegar. Después de 25 minutos del estar estáticos por el embotellamiento causado por el cierre de uno de los carriles de la séptima para la ciclovía, el señor conductor decidió parar, apagar las luces y con un tono bastante coloquial decir “Hasta aquí llego y si quieren les devuelvo la plata, porque todo está tapado y no hay como trabajar”.
Como yo, la mayoría de pasajeros que se dirigían al norte de la ciudad insistimos en que tomara la calle 32 hacia la carrera 17, o la caracas, o alguna vía que nos lleva o nos acercara un poco al norte, terminamos rogándole que al menos nos llevara a la estación más cercana de transmilenio. Pero fue imposible convencerlo y al llamado de un policía de tránsito para que asumiera la situación éste no respondió.
Finalmente no tuvimos de otra más que bajarnos del bus después de 45 minutos en mi caso, una hora o más para los pasajeros que ya venían en el bus tal vez, y caminar hacía la caracas muchos a transmilenio otros a ver si podrían tomar un taxi y de alguna manera poder llegar finalmente a su destino. Un recorrido que normalmente puede durar 20 minutos hoy se convirtió en dos horas y media.
Esta es una anécdota que se convierte en una historia que no todo los días se escribe en los periódicos o se divulga en los medios capitalinos, pero es una realidad que viven a diario miles de ciudadanos haya o no ciclovía. Y lo cierto es que este sigue siendo uno de los principales problemas por los que atraviesa esta ciudad y que seguramente será uno al que tendrán que proponer soluciones inmediatas quienes aspiren a suceder a Gustavo Petro en la alcaldía de Bogotá. O por lo menos, eso esperamos.