Después de dos años de gobierno de Nicolás Maduro los desafíos del chavismo de cara a las elecciones parlamentarias de este próximo 6 de diciembre dejarán claro qué tan favorable o desfavorable ha sido el balance de su gestión.
Este domingo 6 de diciembre, Venezuela se enfrenta a una decisiva jornada electoral que definirá la composición del nuevo parlamento. La oposición ha lanzado una campaña tendiente a señalar las falencias del chavismo durante los 16 años que ha permanecido en el poder.
Uno de los frentes en los que el chavismo presenta mayores retos y paradojas es en el campo económico. El hecho de que sea una economía dependiente del petróleo, que obtiene cerca del 90% de sus divisas con este renglón productivo, genera problemas como los que se han visto desde el mes de agosto de este año cuando el precio del barril de crudo quedó por debajo de los 40 dólares.
Este tipo de fluctuaciones lleva a que el país sufra una depresión económica que está supeditada al comportamiento internacional de los precios del crudo o de la restricción a su demanda.
A lo anterior se suma la devaluación y el caos cambiario generado por la existencia de dos tipos oficiales de dólar y dos ilegales: el paralelo y el “cucuteño”. Estos dos últimos tienen sus propios mercados que llevan a que el bolívar sufra devaluaciones impensables. A esto se suma un control restrictivo de las importaciones que lleva al acaparamiento de bienes de consumo que redunda en un proceso inflacionario.
Algo que es rescatable de esa política económica del chavismo es el hecho de que las crisis económicas derivadas del comportamiento del mercado del crudo han sido manejadas de manera contraria a lo que dictan los cánones del liberalismo. En lugar de propiciar despidos masivos y hacer recortes en las políticas sociales implementadas se procuró que ninguna empresa despidiera a ningún empleado y se hizo una constante actualización de los salarios.
Esto llevó a que la tasa de desempleo pasara de 14.6%, en 1999 cuando Chávez asumió el poder a un 6.6% en mayo de 2015. Además, se logra que el consumo interno no decaiga.
A lo anterior se suma la incapacidad de generar mediaciones con los sectores más radicales de la oposición. En lugar de buscar discursos mediadores que permitan acercar las posiciones y generar una transacción política de cara a tener un mayor alcance político en sectores que no son incondicionales con el chavismo, el oficialismo ha enarbolado un discurso confrontacional.
Esto ha servido para que quienes se oponen al gobierno de Nicolás Maduro puedan hacer que su lucha tenga alcances internacionales, logrando la resonancia que tiene hoy cuando muchas voces los consideran, livianamente como adalides y mártires de la democracia.
Desde que Caracas se alineó con La Habana le dio al chavismo y al movimiento bolivariano carácter continental. Su apoyo y alianza a y con los gobiernos de izquierda de la región permitieron que existiera un sistema de contrapesos a la política exterior que Estados Unidos tuvo con Latinoamérica a lo largo del siglo XX. El continente tuvo la posibilidad de tener un panorama político variopinto y que escapó de alguna manera al nuevo orden mundial unipolar declarado por Washington después de la década del 90.
Esa cercanía con el gobierno de los Castro hizo que las misiones médicas de profesionales de la salud cubanos llevara la atención básica a sectores deprimidos. Esto puede verse en el aumento de la esperanza de vida que pasó de 72 años en 1999 a 75 en 2013.
Así las cosas, el próximo 6 de diciembre el chavismo se enfrenta a unas elecciones que no están tan seguras como las preexistentes en la medida en que el descontento generado por los indicadores económicos, entre otras razones, ha llevado a que muchos de los votantes que eligieron a Nicolás Maduro como presidente hace dos años no participara de las elecciones internas del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV.
Este domingo se podrá saber si las políticas adelantadas por el chavismo podrán seguir teniendo el respaldo del aparato legislativo o si por el contrario se enfrentará por primera vez a un parlamento que se atravesaría a muchas de sus iniciativas y que eventualmente podría impulsar un referendo revocatorio.