El españolísimo churro, un alimento con varios siglos de historia, conquista paladares en los cinco continentes. Aunque en España lo habitual es comerlo mojado en chocolate caliente, en su viaje por el mundo se ha adaptado a los gustos lugareños, rellenándose o cubriéndose de todo tipo de cremas, dulces y saladas, e incluso rebozándose de picante.
Aunque algunas fuentes sitúan su origen en China y otras en el antiguo Egipto, lo cierto es que la fórmula actual del churro se creó en España y desde ahí se ha difundido a los cinco continentes.
Algo tan sencillo como una masa de harina, agua y sal que se fríe en aceite de oliva bien caliente, se convierte en un delicioso desayuno, una reconfortante merienda e incluso en el gran remedio para “la madre de todas las resacas” junto a un chocolate espeso, según la guía de viajes Lonely Planet.
De hecho, en España muchas madrugadas de fiesta culminan con la degustación de churros, porras o tejeringos, según la región en la que se disfruten.
De México se trajo el cacao con el que se elabora la bebida densa y caliente en la que se sumergen, aunque también se suelen mojar en café con leche o se rebozan en azúcar. Pero en su viaje por el mundo, el churro se ha adaptado a los paladares locales: se rellena de cremas dulces y saladas, se recubre de chocolate o caramelo e incluso se convierten en plato principal añadiéndole picante y combinándolo con huevos revueltos.
En Australia, donde causa sensación, el churro tradicional ha sufrido una verdadera transformación. Hay versiones saladas, como los picantes, los que se bañan en salsa de tomate, los que sirven como totopos del guacamole o los que se mojan en Vegemite, una pasta típica del país hecha con extracto de levadura y vegetales.
Así se sirven en la ya popular cadena Spanish Doughnuts, donde también se ofrecen al comensal bañados con crema de té verde, chocolate blanco y almendras, glaseados, rellenos con mermelada de distintos sabores, de dulce de leche, de puré de manzana y canela, maracuyá, crema catalana o fresas con nata. Allí los churros incluso se han incorporado a los menús de restaurantes gourmets.
China cuenta con la emblemática churrería San Ginés, una de las referencias del sector en España, que proyecta ampliar el negocio en el gigante asiático hasta alcanzar los 50 locales debido al predicamento de su producto.
Esta churrería, fundada en Madrid en 1894, también cuenta con un establecimiento en Colombia y planea extenderse a otros mercados como México, Francia, Reino Unido, Canadá y Tailandia. Allí su propietario, Pedro Trapote, los ha bautizado como “xuanlezi” (“que crece alegremente dando vueltas”) para competir con los “youtiao” chinos (“palos aceitosos”). Al tradicional del chocolate con churros ha sumado opciones saladas como los “xuanlezi” con queso Cheddar o mole picante mexicano, y con forma de corazón y los caracteres “wo ai ni” (“te quiero”).
San Ginés también triunfa en Tokio, donde se venden untados en chocolate, con sabor a fresa, frambuesa, melocotón o té y se presentan en tonos rosas, azules o amarillos.
En Indonesia los churros son conocidos como el “donut español” y triunfa adaptándose al paladar goloso de los indonesios y a las altas temperaturas del país. Por ello los churros se degustan espolvoreados con azúcar o canela y acompañados de helados, frutos secos, natillas, dulce de leche y distintos tipos de chocolate en frío, tal como los ofrece Spanish Chocolatería de Yakarta. El establecimiento es una iniciativa de Kent Rusli, que se enamoró de los churros en un viaje a España.
También como “donut” lo presentan en Egipto, donde tiene reminiscencias del “balah el sham”, un postre local hecho con agua, huevos y harina. Los egipcios los toman espolvoreados con azúcar y mojados en chocolate negro, blanco o dulce de leche argentino, o bien se añaden esencias para darles sabor a café, a mantequilla de cacahuete, menta o nueces en la cadena El Churro.
Este “fruto de sartén” también se ha instalado en Estados Unidos, sobre todo por la migración, y cuenta con una importante tradición en Latinoamérica. En México se suele tomar a la manera española, mojados en chocolate caliente como desayuno o merienda, pero existen otras versiones rellenas de mermelada, chocolate o cajeta (dulce de leche).
En Venezuela, los espolvoreados con canela y azúcar o mojados en arequipe o manjar blanco conviven con los rellenos, más gruesos y con cremas diversas en su interior. También así se degustan en Perú y en República Dominicana, mientras que en Puerto Rico gusta más el churro tradicional.
Efe-Reportajes.
Pilar Salas Durán