En el Congreso se está estudiando la posibilidad de aumentar en un 50 por ciento los impuestos al dispendio de alcohol y elevar la edad mínima legal de consumo a los 21 años. ¿Quién gana y quién pierde con esta decisión?
El debate sobre el tabaco y las industrias licoreras estaba entre los asuntos pendientes del Congreso. A finales del año pasado se mencionó el tema, pero el agite de las reformas tributaria y del equilibrio de poderes –entre varias otras- provocaron su aplazamiento hasta esta semana.
La Comisión Primera del Senado arrancó la discusión y ya se prevé controversia entre los sectores del licor y las tabacaleras, así como también entre los consumidores y los puntos de expendio, pues se trata de una iniciativa que se mete con el bolsillo de este enorme negocio.
Según el senador del Partido Conservador Hernán Andrade, la idea es detener el aumento del consumo de drogas y alcohol, especialmente entre niños y adolescentes, a través de tres ajustes: Aumentar por lo menos un 50% los impuestos al consumo de alcohol, Incluir en el nuevo Código de Policía la edad de 21 años como límite mínimo para compra/consumo de alcohol y tabaco, y eliminar el “monopolio” de las rentas de aguardiente y ron que siguen en manos de los departamentos.
De entrada, amplificar el impuesto que deben pagar los licores es un dolor de cabeza para la industria y los departamentos, ya que se incrementa la competitividad entre cada empresa y por ende se multiplican los costos. A esto se suma el artículo 191 del nuevo Plan Nacional de Desarrollo (PND), el cual –de acuerdo con una proyección de la Asociación de Empresas Licoreras- pretende aumentar los impuestos por grado alcoholimétrico de los productos nacionales desde 272 pesos a 345 pesos en los próximos 5 años y disminuir los impuestos de los licores importados desde 478 pesos a 345 pesos.
Añade el organismo que como consecuencia de estos cambios, departamentos como Cundinamarca tendrían una disminución en 150.000 millones de pesos. Esto se traduciría en la liquidación de las empresas de licores del país al no poder competir.
Dice el senador Andrade que no entiende “cómo el mismo Estado es el que promueve las borracheras de sus ciudadanos” a través del monopolio que se maneja por departamento y que por ello solicitará al Ministerio de Hacienda elaborar un estudio, en el término de 6 meses, que determine cómo remplazar los ingresos de la industria del licor, los cuales llegan a “1.2 billones anuales”.
Sin bien esta proposición aún está sujeta al juicio parlamentario, el ala conservadora, representada por Andrade, ya está moviendo sus cartas y por varios frentes.
Además del eco mediático que ha provocado su propuesta, en Twitter circula esta particular imagen con la reseña: “Nuestra campaña para bajar consumo de drogas y alcohol, sobre todo en nuestros niños y jóvenes”.
De hecho, los ‘godos’ mandaron a hacer camisetas con la misma imagen para masificar su campaña, aunque el respaldo del legislativo no ha sido pronunciado.
¿Son los borrachos de 21 años más responsables?
El límite de 21 años de edad para el consumo legal de alcohol es una regla que se aplica desde 1984 en Estados Unidos y que hoy sirve de referente para analizar si surtiría efecto en Colombia.
Un estudio realizado por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, determinó que la frontera de los 21 años puede salvar vidas. El informe señala que esa demarcación se asocia con una tasa más baja de accidentes de jóvenes por conducir borrachos, mejora el estado físico y mental de los consumidores y reduce el riesgo de comportamientos sexuales peligrosos.
La oposición de algunos grupos norteamericanos a esta norma se sustenta bajo el argumento de que reducir la edad mínima evitaría que tantos jóvenes violen la ley para conseguir alcohol, pues lo hacen de cualquier forma y en ocaciones incluso en contra de su integridad física.
Y es que las cifras no mienten. La Organización Mundial de la Salud alerta que el 5,1 por ciento de la carga mundial de morbilidad y lesiones es atribuible al consumo de alcohol, es decir que al año mueren alrededor de 3,3 millones de personas bajo los efectos del licor.
‘Los colombianos son malos tomadores’
En Colombia los índices de borracheras inducidas son bajos. El problema es que el colombiano no es borracho, sino mal tomador. Por eso, sin ser un país de borrachos, aparece en la lista de los primeros 20 países con mayor número de víctimas fatales por accidentes viales.
Así lo explica un reporte vinculado al Ministerio de Salud que analizó los patrones actuales de consumo de alcohol en el país y que concluyó que si bien el colombiano promedio no es borracho, cuando toma, tiende a excederse.
“El 60% de los colombianos excede los límites cada vez que toma licor. De ese porcentaje, el 29, 7% se toma 10 tragos de licor o más en un solo evento. Los hombres son los que más realizan este tipo de ingesta. Pasa con mayor frecuencia entre la población con rangos de edad entre los 18 y 44 años”, enuncia el informe.