El coleo, una tradición vaquera que se disfruta con pasión en los Llanos de Colombia, ya es un deporte bien organizado que tiene su máxima expresión en el espectacular Encuentro Mundial de Villavicencio. Crónica.
Se trata de un duelo entre jinetes a lomos de caballos y reses de hasta 500 kilos, a las que en una pista o manga de tierra y barro, que recuerda a un circo romano, los coleadores derriban y voltean sujetas por el rabo en maniobras dignas de equilibristas.
Las reses están reunidas en un corral a la espera de su turno de salida. Mientras tanto más de 9.000 aficionados esperan la hazaña del jinete, cargados de botellas de licor y bajo el brillante sol de los Llanos Orientales, en un ambiente amenizado con la música típica de esa región, en la que predomina el arpa.
Un juez da la señal y una voz que se desprende de grandes altavoces anuncia el nombre del competidor y su pequeña biografía.
En el XVI Encuentro Mundial de Coleo, que concluyó el lunes en Villavicencio, participaron más de 160 jinetes de Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Costa Rica, Cuba, Panamá y México.
Y, sin duda, los más aplaudidos son los mexicanos por esa cultura de charro y mariachi que se acopla bien al folclor llanero.
A la señal del juez, el novillo sale disparado del corral y el coleador lo persigue para, en una maniobra espectacular, inclinarse en su caballo a gran velocidad, atrapar la cola del animal y voltearlo. Para eso tan sólo cuenta con 300 metros de pista.
“Agárrelo, ese es suyo”, “Corra, que se la va a ir”, “Esa res está envenenada”, “Si así es de lento coleando, cómo será con la esposa”, con estas expresiones, algunas de ellas características de la Colombia machista y profunda, los asistentes entran en éxtasis.
La pista es de tierra y barro, y dependiendo del lugar y la forma como cae el novillo se califica al coleador.
La mayor puntuación se otorga si la res es derrumbada en los primeros 100 metros, o si el novillo da dos vueltas sobre su lomo al caer, esto último ocurre muy de vez en cuando y en la competición de Villavicencio no se pudo observar tal hazaña.
Aunque hoy se practica como deporte, el coleo nació de las costumbres ganaderas, ya que en las grandes fincas llaneras el ganado debía moverse de un lugar a otro, por eso su origen está en el mismo trabajo de la vaquería.
Como eran tantas las reses que había que desplazar dentro de una finca, varios jinetes iban detrás guiándolas y si alguna se equivocaba de camino, de inmediato el caballo y su jinete corregían su dirección, ya sea cerrándola o castigándola con una fusta o un lazo, o en algunos casos, con una pequeña palmada.
La sede por excelencia del coleo está en Villavicencio, que acoge cada año y en el parque las Malocas el Encuentro Mundial, que concluyó en su XVI edición este lunes.
Esta ciudad es la capital del departamento colombiano del Meta, a unos 80 kilómetros al sur de Bogotá, y está considerada la puerta de entrada a los Llanos Orientales, que se extienden hasta Venezuela.
Es un lugar de cultura extrema, de amplia gastronomía, basada fundamentalmente en el asado al fuego de mamona o ternera, donde la ganadería es parte vital del crecimiento económico, pero también es una región rica en yacimientos petrolíferos.