El ‘conejazo’ de Maduro a Colombia

Por: Óscar Montes | @LeyDelMontes Mientras la Región Caribe necesita gas para hacerle frente al fenómeno de El Niño, Venezuela no devolverá el que durante ocho años recibió a precios muy bajos.

La primera noticia que recibió la región Caribe en 2016 fue pésima y tuvo que ver con la decisión de Venezuela de no enviar gas a Colombia a partir del primero de enero, como estaba convenido, debido a la necesidad que tiene de atender la demanda interna. La decisión obedece a medidas que debió tomar el gobierno de Nicolás Maduro para hacer frente al fenómeno de El Niño, que afecta los niveles de los embalses de las hidroeléctricas en ese país.

En otras palabras: el gobierno de Maduro necesita el gas para evitar posibles apagones y para tratar de impedir la parálisis del sector energético. Así se lo hizo saber poco antes de finalizar el año pasado la estatal Pdvsa al Ministerio de Minas de Colombia y a la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), quienes apenas se reponen del mazazo que acaban de recibir en la mandíbula.

El anuncio venezolano cayó muy mal en las autoridades energéticas colombianas, que tenían la esperanza de comenzar a recibir este año los primeros 39 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, después de que Colombia le suministrara por 8 años el hidrocarburo al vecino país a muy bajos precios.

“Es simple reciprocidad convenida y pactada entre ambos países. Ocurre que para Colombia resultó muy mal negocio porque entregamos a bajos precios el gas que no tenemos a un país que tiene reservas superiores a los 150 billones de pies cúbicos. Y ahora que lo necesitamos, Venezuela nos dice que no nos puede enviar lo que nos corresponde”, me dijo un dirigente gremial con quien conversé sobre las consecuencias que tendría para la Región Caribe la decisión venezolana.

Es evidente que al no enviar Venezuela a Colombia los 39 millones de metros cúbicos diarios de gas natural convenidos, la primera afectada es la Región Caribe, que fue de donde extrajeron por 8 años el gas natural que cumplidamente mandamos a Venezuela.

En efecto, desde el año 2007 –en tiempos de Álvaro Uribe y de Hugo Chávez- Colombia envió gas natural desde Ballenas, La Guajira, hasta Venezuela, con el fin de suplir las necesidades de la zona occidental del vecino país. Se trató de una decisión política de Uribe, que luego fue ratificada por Juan Manuel Santos, quien mantuvo los acuerdos, hasta que en junio del año pasado Pdvsa suspendió unilateralmente lo acordado, alegando el envío de gas de “forma irregular por parte de Colombia”.

Dichos acuerdos establecían que a partir del primero de enero de este año, Venezuela empezaba a “devolver” el gas que Colombia le envió. Y eso fue lo que no hizo Venezuela, pues acaba de decir que debido a la “variabilidad climática” no exportará gas a Colombia. “Nuestra prioridad es Venezuela”, dijo Pdvsa en su comunicado. Ese es el “conejazo” de Maduro, porque es evidente que en tiempos de El Niño, mucha más falta le hace el gas a la Región Caribe –que ya no lo tiene- que a Venezuela, que tiene más reservas del hidrocarburo que nosotros y ya cuenta con la infraestructura para distribuirlo.

Todo el gas que Colombia envió a Venezuela –con el compromiso de que ese país lo retornaría una vez construyera el Bloque Cardón IV, reservorio de gas que opera conjuntamente con la española Repsol y la italiana Eni- salió de Campo Ballenas, en La Guajira, que es operado por Ecopetrol y Chevron.

Cuando el año pasado Pdvsa suspendió la importación de gas desde Colombia, aduciendo el suministro “irregular del hidrocarburo”, desconoció olímpicamente –como también lo hacen ahora el Ministerio de Minas de Colombia y la Creg- que una de las razones por las cuales las reservas de gas natural de la Región Caribe se agotaron fue porque Uribe y Santos dispusieron de ellas para dárselas a precios de huevo a Chávez y Maduro. Hoy en la Región Caribe escasea el gas por cuenta de la generosidad de los dos presidentes con el vecino país.

Se trató, pues, de una decisión política, con graves efectos económicos y sociales para la Región Caribe, puesto que la escasez del hidrocarburo es una de las razones que argumentan quienes se oponen a la disminución de las tarifas del mismo.

Sería muy bueno que el ministro de Minas, Tomás González, a la hora de justificar el comportamiento a todas luces arbitrario de la multinacional Chevron en contra de los consumidores de gas natural de la Región Caribe, empezara reconociendo la responsabilidad que tiene en la crisis su jefe, el presidente Santos, quien conociendo la fragilidad del suministro del gas por cuenta de las pocas reservas de campo Ballenas, prefirió dejar contentos a Chávez y a Maduro, en lugar de ponerse en los zapatos de quienes hoy pagan las consecuencias de tanta “generosidad”. Igual hizo Uribe, que también dispuso por razones políticas de un recurso natural de todos los colombianos y en particular de la Región Caribe. ¿Cuáles son las consecuencias del conejazo de Maduro a Colombia?


David dándole de comer a Goliat

Cuando Venezuela necesitó del gas de Colombia –concretamente de la Región Caribe- se lo suministramos durante ocho años a precios muy bajos. Así ocurrió desde 2007 en tiempos de Álvaro Uribe y de Hugo Chávez, quienes –pese a sus relaciones tormentosas- pusieron en ejecución el gasoducto Transoceánico, que permitió el transporte del hidrocarburo desde Ballenas hasta la zona occidental del vecino país. El proyecto era –inclusive- mucho más ambicioso, pues también incluía llevar gas hasta Ecuador. Llamó la atención en su momento que Colombia –con reservas limitadas de gas natural- enviara el hidrocarburo a Venezuela, cuyas reservas han sido calculadas en más de 150 billones de pies cúbicos. Era David dándole de comer a Goliat. Pero así sucedió durante ocho años, pues la decisión de Uribe fue ratificada por Juan Manuel Santos. Y por cuenta de ello, ocurrió lo que tenía que ocurrir: que nuestras reservas comenzaron a agotarse y ahora que necesitamos gas de Venezuela, Maduro nos hizo “conejo”.


Responsabilidad política de Uribe y de Santos

La responsabilidad política de Uribe y de Santos con lo que está pasando con el gas en la Región Caribe es enorme. El primero reconoció que procedió de buena fe con Venezuela y que espera que el vecino país cumpla sus compromisos. En el caso de Santos –que también procedió de buena fe y espera que Venezuela cumpla lo pactado- habría que decir que cuando la Región Caribe exige tarifas de gas justas no es porque sea “antigobiernista”, como sostiene el ministro Tomás González, sino porque reclama lo que en justicia le pertenece. Punto. La razón es simple: el gas que tanto Uribe como Santos vendieron a Venezuela durante ocho años a precio de huevo, salió de la Región Caribe. El alcalde de Barranquilla, Álex Char, lo dijo de forma contundente el pasado viernes en Hora 20 de Caracol Radio: “Es inaceptable que la Costa siga pagando el gas más caro de Colombia”. Y ello es así –en buena parte- porque Uribe y Santos se encargaron de desocupar nuestras despensas para surtir a Venezuela. Ahora que necesitamos gas para hacerle frente al fenómeno de El Niño, no solo tenemos nuestra despensa vacía, sino que el vecino –que las tiene llenas- se niega a devolvernos lo que de forma generosa le entregamos.


La Región Caribe, en el peor de los mundos

Por cuenta de la escasez del gas en la Región Caribe, los usuarios se ven sometidos a tener que pagar sobreprecios y la competitividad también se ve comprometida, como ha sido denunciado en múltiples oportunidades. Las quejas constantes por el incremento de las tarifas no son un capricho, ni obedecen a razones políticas, justificadas en un supuesto antigobiernismo. Se trata de hechos inobjetables y notorios, que en el caso de la Región Caribe tienen que ver con que se agotaron las reservas de gas natural por cuenta de decisiones políticas. Y como tampoco existe la infraestructura para traer el gas del interior del país a la Región Caribe, puesto que el gasoducto existente sólo sirve para enviar el gas y no para traerlo, entonces quedamos en el peor de los mundos: dependiendo de la buena voluntad de Venezuela o que el Fenómeno del Niño desaparezca de la noche a la mañana. Y las probabilidades de que ambas ocurran son bastante escasas.


Minminas y Creg, justifican a Chevron

La indolencia que muestran tanto el ministro de Minas, Tomás González, como los directivos de la Creg, con la situación que atraviesa la Región Caribe por cuenta de las tarifas del gas, merece una contundente y categórica respuesta por parte de nuestra clase dirigente. González no solo justifica las arbitrariedades de la multinacional Chevron contra los usuarios del gas natural –amparada en una decisión del propio Ministerio y de la Creg, que dejaron en manos del agente dominante la suerte de las tarifas- sino que aduce razones “antigobiernistas” a los justos reclamos de los habitantes de la Región Caribe. Para González todo se reduce a motivaciones políticas y por esa razón busca atajos a la hora de solucionar el problema de raíz. En lugar de buscar respuestas efectivas a la inequidad de las tarifas del gas de Costa –que se mantiene por cuenta de la actitud asumida por Chevron- González prefiere ampararse en un presuntas antigobiernismo costeño, que carece de toda lógica. Y la razón es muy sencilla: si la Región Caribe fuera antigobiernista no hubiera reelegido a Santos. ¿O sí?