El opositor Macri ya ha hecho historia en Buenos Aires, el distrito más poblado. El peronismo perdió en Jujuy por primera vez en la joven democracia argentina. La derecha ha sabido reinventarse
Ni siquiera las encuestas del PRO, el partido de Mauricio Macri, auguraban tan buenos resultados para el hasta ahora jefe de Gobierno porteño. Se esperaba ‘ballotage’ entre Macri y el candidato oficialista, Daniel Scioli, pero todos los sondeos apuntaban a una victoria más holgada del segundo; algunas previsiones incluso le concedían el 45% de los votos necesarios para ganar en primera vuelta. Nada que ver: a todas luces, el retraso de varias horas en la publicación de los resultados se debió a que los primeros escrutinios daban, incluso, a Macri como vencedor de la contienda. Finalmente, el resultado fue ajustado: 36,86% de los votos válidos para Scioli, 34,33% para Macri y 21,34% para Sergio Massa, con el 97% de las mesas escrutadas. La participación quedó por encima del 80%.
Habrá que esperar al 22 de noviembre para saber quién sucederá en la Casa Rosada a Cristina Fernández de Kirchner. Serán decisivos los votos de quienes ayer optaron por Massa, un voto que los analistas caracterizan como de clase media, peronistas pero no kirchneristas. Hay quien lee la situación en esos términos: si los votantes de Massa son más peronistas que antikirchneristas, ganará el peronista Scioli; si pesa la crítica al kirchnerismo, podría vencer Macri: sería el primer presidente que no se define como peronista ni como radical -aunque aunó a radicales en torno a sus filas, y evita rechazar el peronismo- desde el restablecimiento de la democracia.
Lo cierto es que el imprevisible resultado del domingo altera el tablero político del país, más allá de lo que suceda el 22 de noviembre. Lo sabe bien Macri, que en su discurso de la noche electoral, afirmó: “Lo que ha ocurrido hoy cambia la política de este país”. Gane o no el ‘ballotage’, el contundente resultado de ayer confirma que el exdirigente del Boca Juniors ha logrado hacer lo que nadie consiguió en una década: crear un bloque de oposición capaz de enfrentarse al oficialismo. La coalición que lidera Macri, Cambiemos, aúna en sus filas a dirigentes radicales y a opositores antikirchnersitas como la diputada Elisa Carrió, pero el PRO, una formación nacida de las clases acomodadas porteñas, marca un claro liderazgo. Se han convertido en la segunda fuerza política nacional, después del oficilista Frente para la Victoria (FpV). ¿O será la primera?
El PRO ya ha hecho historia en la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país y, por tanto, más determinante para los resultados a nivel nacional. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Macri ha sido jefe de Gobierno desde 2007; pero la provincia de Buenos Aires, que incluye el inmenso conurbano, ha sido un tradicional feudo para el peronismo: allí ha gobernado Scioli, también desde 2007. Ese bastión peronista se perdió el domingo, por vez primera desde las elecciones de 1983. María Eugenia Vidal, candidata por Cambiemos, lograba la gobernación ante un derrotado Aníbal Fernández, candidato del kirchnerismo duro que anunciaba su posible salida de la primera línea política.
Cambio de estrategia
La victoria moral, o de percepción, fue para Macri, pero el resultado está lejos de estar definido. “¿Cuánto del subidón de Macri se debe más al voto anti-Aníbal, cuánto al voto útil [votantes de Massa que se inclinaron por Macri para asegurar el ‘ballotage’] y cuánto al voto vergonzante (ahora que nadie me ve en el cuarto oscuro, lo voto)?”, se pregunta un cronista del conservador diario ‘La Nación’.
Lo innegable es que el domingo fue un duro golpe para el kirchnerismo. Además del decepcionante resultado de Scioli y la acusada derrota en el interior de la provincia bonaerense y en algunas intendencias (alcaldías) del conurbano bonaerense, el peronismo perdió el gobierno en Jujuy por primera vez en la historia de la joven democracia argentina; la coalición macrista también derrotó al peronismo en Chubut, acortó distancias en otras provincias y conservó su ventaja en la CABA, Córdoba y Mendoza.
Entre las filas kirchneristas cunde la necesidad de analizar finamente los resultados y hacer autocrítica. ¿Qué fue lo que salió mal? ¿Han sido Aníbal Fernández y el compañero de fórmula electoral de Scioli, Carlos Zannini -hombre de confianza de Cristina Fernández- una rémora para Scoli? ¿Ha pecado el candidato del FpV de identificarse demasiado, o demasiado poco, con la presidenta? ¿Ha aparecido esta demasiado, o demasiado poco?
Para Alfredo Serrano Mancilla, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), un error del oficialismo ha sido evidenciar la distancia entre la presidenta y su candidato. Además, Scioli se equivocó al evitar la confrontación. Posiblemente, eso cambiará en lo que resta de campaña: Scioli se esforzará por ser “más Scioli que nunca”, dicen sus allegados: es decir, más peronista que nunca. Tratará de exponer y tensionar las diferencias con el macrismo, que ya marcaba en su discurso la misma noche electoral, al subrayar que existen “dos visiones de país” en juego y que la suya es la que apuesta por “los humildes, los trabajadores y la clase media”.
En ese discurso, Scioli hizo lo que no había hecho antes: mencionar explícitamente a su contrincante y atacarlo. “Si fuera por Macri, no tendríamos asignación universal por hijo, Aerolíneas Argentinas, YPF, y hubiéramos pagado sin condicionamientos a los fondos buitre”, afirmó, alimentando su principal baza para revertir la tendencia al alza de Macri: el miedo que muchos votantes tienen a que el líder del PRO implemente las políticas de ajuste neoliberal que llevaron al país a la crisis de 2001. Scioli no parece el más adecuado para hacerlo: como muchos argentinos recuerdan, procede del menemismo, la corriente peronista conservadora que puso en marcha esas políticas en los años noventa. Por eso, para la derecha, Scioli es “la cara más amable del kirchnerismo”, y su mal resultado se debe a haber sido “arrastrado hacia abajo por las compañías que tuvo su candidatura”, como escribe Joaquín Morales Solá en ‘La Nación’.
Evitar el triunfalismo en el PRO
Macri, previsiblemente, no revisará una estrategia que le está dando buenos resultados: “La derecha argentina ha sabido reinventarse”, analiza Serrano Mancilla. “Macri ha venido usando un lenguaje muy del siglo XXI, con el nuevo tono de la derecha de la buena onda. Alejándose de su propio pasado de apariencia neoliberal. Apenas ha propuesto nada nuevo a pesar de haberse querido presentar como el adalid del cambio. Su vacío programático fue repleto de ‘marketing’ político”. Eso sí: entre las filas macristas, después de una noche de festejos, globos y bailes, llaman a no excederse con el triunfalismo. Serán decisivas las cuatro semanas de campaña que restan hasta la segunda vuelta.
Una clave la dará Massa al definirse, y todo parece indicar que llamará al voto por Macri: así lo insinuó el tercero en la contienda en su discurso del domingo, al apostar por un “cambio positivo e inteligente”; Macri mostró su “predisposición” a un acuerdo con el massismo. Pero no bastará: porque Massa también podría buscar el acercamiento a Scioli (al fin y al cabo, el candidato oficialista no es kirchnerista), y porque quienes votaron a Massa en primer turno no necesariamente elegirán en bloque quien les indique este peronista disidente. Macri deberá convencer a los indecisos de que no representaría el giro a la derecha que todos temen, y tendrá que combatir la otra baza argumentativa de Scioli: que el oficialismo está en mejores condiciones para garantizar la gobernabilidad. Tras las elecciones del domingo, que también fueron legislativas, el Senado gana apoyos para el kirchnerismo y la Cámara de Diputados pierde representantes, pero sigue siendo la minoría mejor posicionada. Gane quien gane, necesitará talante de diálogo y consenso; pero Macri tendrá que hacer mayores esfuerzos; en sus filas ya se habla de instar a un Gobierno de consenso.
De momento, Scioli ha pedido un debate televisivo contra Macri, después de negarse a participar en el debate anterior. Macri ha confirmado que acepta el reto. La contienda electoral es más imprevisible que nunca. Todo puede pasar y, en gran medida, lo que suceda dependerá de los movimientos de cada candidato en estas cuatro semanas. Por el momento, los mercados han dejado claro cuál es su candidato: tras confirmarse el ‘ballotage’, el ‘dólar blue’ bajó y las acciones argentinas en Wall Street subieron.