El mundo se postra ante el Barcelona

Es el mejor equipo del planeta y no requiere de ninguna pegatina en la zamarra que lo certifique. No es más que la identificación oficial, porque de manera material ya lo ha sido durante todo este año.

Era el final que requería este 2015 para el Barça. Y eso que aún les queda un partido antes de tomarse las uvas de Nochevieja. Ese día, contra el Real Betis, el Barcelona ya llevará en su pecho el emblema que le reconoce comocampeón del mundo de clubes. Es el mejor equipo del planeta y no requiere de ninguna pegatina en la zamarra que lo certifique. No es más que la identificación oficial, porque de manera material ya lo ha sido durante todo este año natural. Un año de los más extraños de la historia del Barcelona. De tener al entrenador cuestionado y peleado con la plantilla, pasando por unas elecciones presidenciales, a crear la leyenda de la ‘MSN’. Messi, Suárez yNeymar han completado el círculo. Todo empezó en San Sebastián y ha acabado en Yokohama.

El Barça nunca se fue. Lo más complicado para un equipo triunfante es seguir triunfando, o lo que es lo mismo, cuanto más ganas más cerca estás de perder. Porque el deporte, por suerte, no forma parte de las ciencias exactas y esa es su belleza. No hay ninguna máquina que sea perfecta en esto del fútbol, sólo hay algunos que se acercan a la perfección. El proceso es natural, como el trabajo de un agricultor en el campo. El Barça de Guardiola la rozó recogiendo lo sembrado por Rijkaard y tras un periodo de barbecho. El frenazo de la cosecha volvió a producirse con el Tata Martino, pero Luis Enrique supo revitalizarla, abonarla con paciencia, conocimiento de la casa y una mano izquierda más larga que un domingo sin fútbol.

En Japón se vieron dos polos opuestos del fútbol. Uno, el fútbol europeo del desorbitado gasto, del poderío económico y, por tanto, de la acumulación de calidad en las plantillas de los mejores equipos. Otro, el fútbol sudamericano de los recortes, de la creación de talento con el único objetivo de exportarlo al ‘primer mundo’ futbolístico. El poderoso volvió a aplastar al pequeño, como si se tratase de una postal metafórica de la vida real. América sigue siendo una cuna de leyendas, pero esas leyendas ya no sueñan con ganar con River, con Peñarol, con Corinthians, sino con los mismos con los que sueñan los niños europeos. Tres de los mejores jugadores del mundo juegan en el Barça y son sudamericanos. Ellos tres destrozaron a River Plate con una hora de juego escandalosa, una más de tantas que ya nos hacen perder la cuenta pero no las ganas de seguir disfrutándolos.

Hay que querer muy fuerte a Marcelo Gallardo. Es un romántico de esos que no buscan solo ganar, sino también hacer disfrutar a todos los que se sientan en las gradas o en sus sofás ante los televisores. No es tonto Marcelo, ni mucho menos, sabía que era prácticamente imposible que le ganase al Barça. Con Teo Gutiérrez y Funes Mori habría tenido más opciones, pero Europa es lo que tiene, que te roba todo y más. Así que decidió que si caía, lo hacía de pie, sin bajarse los pantalones. Si voy al patíbulo, lo hago vestido de etiqueta. Se decía antes del partido que iba a reforzar la defensa y lo que hizo al final fue meter a otro delantero. Puso la línea de presión en el área pequeña de Bravo (literalmente) y salió a morir.

Murió, claro, porque Messi, Suárez y Neymar no hacen prisioneros, pero que le quiten lo bailado. Alguien dijo que éste era el partido más importante de la historia de River. No se lo cree nadie que tenga un poco de memoria histórica. Pero sí que era el final del viaje que inició Almeyda con River en la B. No fue hace tanto de aquello. Menos de un lustro después del descenso, los Millonarios lo ganaron todo. Quedaba el Barça, pero la victoria era llegar. Suena triste, victimista. Sin embargo, sería de descerebrado decir lo contrario. ¿Qué se le puede reprochar a River? ¿Que pecó de pardillo? Era su papel y no lo ejerció. Quiso jugar, quiso ganar, pero no pudo. Ahora toca volver a empezar, porque Argentina es una renovación constante. Kranevitter y Carlos Sánchez se van y pocos dudan de que el futuro del ‘Muñeco’ está en Europa. Pero River volverá, porque siempre lo hace.

Diez minutos pasaron hasta que Messi empezó a ‘vengarse’ de River. Ahí estuvo Barovero para postergar el primer disparo mortal. Pero Messi no falla dos veces. Estamos tan acostumbrados a que Leo haga lo que le dé la gana con el balón que lo que hace en el gol inicial parece fácil, un día más en la oficina del mejor del mundo. Pero hacer un leve sombrero con un defensa pegado y golpearla con la zurda sin que caiga es complicadísimo. Para Messi es lo de siempre, un gol más en una final. Que se quedara sin marcar en Berlín fue la excepción, lo contrario a lo natural.

Y Suárez parece que se ha tomado este final de temporada como una manera de ir soltándole guantazos uno tras otro a la FIFA por no incluirlo entre los finalistas del Balón de Oro. Cinco goles en la Copa del Mundo en sus dos partidos. Una locura de números. 24 goles en lo que llevamos de temporada. Indispensable en la final de Berlín, en el camino hacia la misma, en la consecución de la Liga… Habrá quien defienda la inclusión de Cristiano en la nómina de tres para la pelota dorada, pero se les están cayendo los motivos…

Neymar no marcó, pero dejó la jugada del torneo. Se marchó de tacón de dos rivales en el centro del campo, hizo un uno-dos con ambas piernas para irse de dos más que le salían al cruce y sólo una maravillosa entrada al balón de Maidana le pudo tumbar legalmente. Asistió a Messi, asistió a Suárez, enamoró otra vez. Quiere pasar a la historia y va camino de ello. Está aporreando todo lo fuerte que puede la puerta del trono de su compañero, al que, sin embargo, sólo superará cuando el argentino quiera. Problemón (irónico, claro) para Luis Enrique y el Barça.