En el Norte del Cauca la lucha por el territorio tiene varias particularidades. A las luchas campesinas e indígenas por ampliar los predios para sus necesidades, se suma la presencia de cultivos de uso ilícito, que hacen aun más complejas esas relaciones territoriales.
Cuando los cultivos de uso ilícito hicieron su aparición en el país a finales de la década del 60, las zonas en las que se cultivaba marihuana eran la costa norte, específicamente la Sierra Nevada de Santa Marta y sus estribaciones. Posteriormente, fue la siembra de coca, con el auge de la cocaína en los 70 y 80, la que dominó vastas zonas del país, principalmente los departamentos de Guaviare, Putumayo y Caquetá.
Sin embargo, las políticas antidrogas, basadas en las fumigaciones con glifosato y la presencia militar en zonas sembradas con este tipo de cultivos, llevó a que estos se dispersaran por el país.
En el norte del Cauca las comunidades indígenas Nasa han usado la coca, ancestralmente, con fines medicinales y rituales. La presencia de diferentes intereses económicos sustentados los cultivos de uso ilícito, ha generado varios choques entre estas comunidades y quienes los cultivan.
En el área rural de Miranda y Corinto la presencia de cultivos de marihuana ha alertado a las autoridades indígenas pertenecientes a la ACIN, Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca. Ellos han sido enfáticos en pedirle a sus comunidades que se mantengan al margen de esas actividades, aunque sin descuidar los cultivos domésticos que sirven para los rituales y medicinas ancestrales.
En el departamento del Cauca había 3.326 hectáreas de coca en 2013, según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, y esa cifra se habría mantenido estable de acuerdo a las estimaciones de la ACIN. Por otro lado, no hay cifras consolidadas para los cultivos de marihuana presentes en esas montañas, pero según Pedro Arenas, coordinador de el Observatorio de Cultivadores y Cultivos Declarados Ilícitos, allí se encontrarían los cultivos más grandes de esta planta en Colombia.
El pesebre
Las noches de Miranda y de Corinto se iluminan con luces blancas. Estas pertenecen a bombillos de bajo consumo que son ubicados sobre las plantas de marihuana con el fin de que tengan suministro constante de luz y el crecimiento sea ininterrumpido. Estos cultivos, algunos cubiertos por plásticos, son parte de la cotidianidad de estas comunidades.
Los planes de erradicación no han prosperado y es por ello que entre los mismos vecinos de estas veredas se incentiva un cambio de cultivo. Como lo señala Héctor Fabio Dicué, exconsejero mayor de la ACIN, “la aparición de tantos cultivos hizo que los márgenes de rentabilidad bajaran. Algunos han empezado a cambiar la marihuana por el café”.
La situación no se limita a los cultivos ya que en algunas partes de esta cadena montañosa perteneciente a la Cordillera Central, la hoja de coca es procesada y convertida en pasta base. Al igual que la marihuana, que es secada en muchas de las casas de los cultivadores, la pasta base sale de la región hacia lugares tan distantes como Cúcuta, sin que existan mayores controles en las vías.
Como lo señala uno de los cultivadores de marihuana entrevistados y que solicitó reserva de su identidad, “acá no hay controles estrictos. Entran los químicos para procesar y salen las mulas y carros cargados con pasta base y con marihuana”.
Una de las consecuencias de que el procesamiento se haga en las mismas veredas es que el consumo de energía eléctrica aumenta y los cortes de luz son constantes. Los cultivos más rentables son aquellos que cuentan con plantas eléctricas propias para esas contingencias.
Fresas a cambio de amapolas
Subiendo de Corinto se adentran los caminos en las cordillera rumbo al páramo. Yarumales es uno de los sitios en los que la guerra se vivió con mayor intensidad en los tiempos del M-19.
Allí, después de que la paz se firmara en 1990 entre ese grupo insurgente y el Gobierno Nacional, la amapola entró a ser parte del paisaje local. Sin embargo, los precios mundiales de la heroína y la poca calidad de la misma, frente a la producida en Asia, hizo que este cultivo fuera abandonado.
Hoy en día los cultivos de fresa y de café son los que dominan este paisaje montañoso. Existen también experiencias piloto de siembra de quínua. Este grano, que después de 500 años vuelve a cultivarse en las tierras de indígenas caucanos, es la apuesta de un grupo de campesinos de las montañas de Yarumales. Desde ya existen varios intereses para extender la experiencia a otras zonas del norte del Cauca.
Mientras el debate sobre la erradicación de cultivos ilícitos mediante aspersión de herbicidas sigue en el debate nacional, en las montañas del norte del departamento del Cauca las experiencias de sustitución voluntaria de cultivos es una realidad que requiere de incentivos y apoyo nacional.