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El país con el que sueña Claudia López


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La prestigiosa analista Claudia López, quien ayudó a destapar escándalos como el de la Parapolítica se lanzó al Senado por la Alianza Verde. Con un tono enérgico y conceptos claros, la analista y candidata habló en Confidencial Colombia sobre la Colombia que sueña y sobre la manera en que esos sueños se pueden hacer realidad. Desde la política minero-energética hasta el Proceso de Paz, Claudia López fue pródiga en sus apreciaciones sobre los problemas más relevantes de Colombia y lo que propone para solucionarlos.

Acompañada del mejor guardaespaldas que pueda tener (un Golden Retriever de tres años llamado Matías) Claudia López concedió esta entrevista para Confidencial Colombia en el marco de la campaña al Senado que está adelantando.

Claudia López habló sobre su visión del país, del futuro de Colombia, del proceso de paz y de la manera en que la justicia debe empezar a obrar. Una extensa entrevista que recoge el pensamiento de una analista, que ayudó a destapar con sus investigaciones la parapolítica, que ahora se lanza al ruedo electoral como miembro de la lista al Senado por la Alianza Verde.

Pregunta En cuanto a la participación de sectores muy diversos y alternativos en la Alianza Verde, ¿cómo se puede entrar a congeniar tantas posiciones distintas en esa alianza sin que se convierta en una colcha de retazos?

Respuesta Ese es un desafío. Nosotros tenemos una herencia, buena o mala, pero al fin herencia: el partido verde y la ola verde. Tenemos que aprender de lo que fue y mirar lo que sea más pertinente para esta etapa.

Estamos tratando de aprender que esta nueva versión de la Alianza Verde, no depende de dos o tres personas extraordinarias. Entonces, bienvenidos los liderazgos pero diversos. No caudillistas. Esta no puede volver a ser la capilla de tres próceres que no se ponen de acuerdo.

Primera enseñanza; acá hay muchos líderes, gente con una gran capacidad. La Alianza depende del conjunto, nadie es indispensable. Segunda enseñanza; que tenga más bases regionales, que no solo se concentre en un par de ciudades, porque ese no es el país. Por eso se involucraron liderazgos regionales. Tercera enseñanza, el éxito de Colombia sería que podamos unir política decente partidista dentro de los partidos y ciudadanía capaz de hacer movilización social. Si somos capaces de tener un pie en el congreso con políticos decentes, transparentes, propositivos , constructivos y un pie fuera del congreso en la organización y movilización social, es esa combinación de esas dos fuerzas la que nos permitirá hacer transformaciones profundas.

Por eso en la alianza hay tres partidos: UP, Progresistas y Partido Verde y diez fuerzas sociales distintas. Esto es un experimento social y político, pero no incongruente e inconexo. Debemos construir sobre lo que tenemos.

Hicimos un acuerdo programático muy sólido y claro para ir consolidando la plataforma local. En eso avanzamos muchísimo. La base de ese acuerdo es el que se hizo con el grupo de Progresistas y luego fue alimentado con las ideas de esos grupos independientes que se sumaron luego. La pregunta fue ¿Qué nos une? Y ¿Cómo estamos dispuestos a sacarlo adelante?

P. ¿De qué manera se podría blindar esa Alianza, ya unida, de la posibilidad de un nuevo viraje brusco como se ha visto con Peñaloza y su acercamiento a Uribe en el pasado?

R. Enrique Peñalosa genera una gran desconfianza y polarización al interior de la Alianza Verde. Yo tengo un gran aprecio por él. Lo respeto, es mi amigo, en alguna medida fue mi mentor. Sin embargo, es un hecho que su nefasto error de aliarse dos veces con Uribe, para perder las dos veces y la segunda para haberse llevado por los cachos la ola verde, fue un error brutal por el que ha pagado un costo político enorme. Lo cual es bueno.

Hay que mejorar las reglas. Primero, quien aspire a ser candidato presidencial por esta Alianza tiene que estar comprometido con la paz y la visión de paz que tenemos. Segundo, tiene que estar comprometido con el acuerdo programático que establecimos. Tercero, bajo ninguna circunstancia y de ninguna manera se puede aliar con Álvaro Uribe Vélez o el Centro Democrático. Cuarto, quien resulte elegido candidato tendrá que concondar con la dirección nacional del partido la eventual fórmula presidencial y quinto, el partido se reserva el derecho de admisión y permanencia. Es decir que nos reservamos el derecho de inscribir al candidato si no cumple esos requisitos. .Si tenemos esas reglas los candidatos pueden decir no acepto esas reglas y desistir o decir que las acepta. Yo creo que Enrique es un hombre decente que aceptará esas reglas y las cumplirá.

P. Acerca de esas reglas hay una que me llama la atención y es la de no acercarse jamás a Álvaro Uribe, ¿eso también vale para la unidad nacional?

R. Yo no propuse esa regla expresa, lo que propuse es que sean el candidato elegido junto con la dirección nacional del partido los que decidan esas eventuales alianzas. Tenemos que ser claros en una sola cosa, el único sector tachado, que es la antítesis personificada de todo lo que es la alianza es el Centro Democrático y el señor Uribe. De ahí para delante podemos ver.

P. ¿Cómo ha sido ese salto del mundo académico a la política electoral?

R. Ha sido algo grato. Yo estoy de primípara pero estoy entusiasmada, por la misma razón que lo he estado desde hace casi año y medio cuando empezamos este proceso, con la iniciativa de “Pedimos la Palabra”. Éramos un grupo de intelectuales, de gente independiente en política. Una iniciativa que busca permitir nuevas expresiones.

Mi papel todo este tiempo ha sido y seguirá siendo de puente que facilite diálogos. Unos sectores me dan duro porque no soy lo suficientemente petrista, otros porque no soy tan peñalosista como quisieran, mi papel es contribuirle al país cambiando nosotros. Para que Colombia cambie, los que matan tienen que dejar de matar, para eso estamos haciendo un proceso de paz. Los que roban tiene que dejar de robar, por eso vamos a darle duro a los corruptos. Y nosotros, los que ni matamos ni robamos tenemos que aprender a dejar el individualismo, el codazo entre nosotros y aprender a hacer acción política colectiva en función de lo que nos une.

P. ¿Cómo ha sido encontrarse con las maquinarias electorales de frente.

R. Yo conozco desde hace mucho tiempo como son esas estructuras. Conozco cómo se hace la política en Colombia. Que no haya sido candidata antes no quiere decir que no conozca las porquerías, los fraudes, los métodos de presión armada, cómo venden combos en la registraduría. Si fuera por mi conocimiento de todo lo que pasa en la política electoral colombiana no me lanzaría, pero tengo fe en este país y en esta democracia. Yo he visto como pese a que los parapolíticos parecían invencibles, que tenían el 40% del Congreso hoy están presos. La parapolítica se redujo del 40 al 17% porque perseveramos.

Yo tengo muy claro que esas maquinarias son derrotables y con acción política colectiva. Nuestro gran desafío en este momento es reemplazar esas estructuras, a los políticos corruptos, a los capataces de las Farc, a los capataces de las Bacrim. Reemplazarlos con Estado, instituciones, justicia.

Yo creo que la Alianza va a sacar por lo menos 7 senadores. Si yo soy uno de esos 7, maravilloso, si no lo soy eso no quiere decir que la política no funciona. Eso quiere decir que no hice algo bien en la campaña para convencer a un número determinado de ciudadanos para que votaran por mí.

P. En cuanto a la financiación de la campaña ¿hay algún tipo de problema dado el carácter independiente de su aspiración?

R. Yo no creo eso de que las campañas políticas valgan miles de millones de pesos. Mi sede queda acá al frente de Confidencial Colombia (calle 59 con carrera 7). No he comprado el primer lápiz, hicimos un “shower” de apertura. Un señor que yo no había visto en mi vida, llegó a regalarme una impresora. Muchachos, llegaron con tableros y marcadores, las cosas se pueden hacer decentemente y de manera colectiva.

P. ¿Cuál es el futuro de la aspiración presidencial de la Alianza?

R. En este momento hay tres precandidatos inscritos. Jhon Sudarsky, Enrique Peñalosa y Camilo Romero. Hay un problema serio y es que faltan diez días para que se acabe enero y la Alianza no tiene un candidato presidencial. Mi propuesta es que invitemos a Aida Avella y a Eduardo Verano de la Rosa, que desafortunadamente no le avalaron las firmas para su aspiración presidencial; invitémoslos a ver si podemos hacer una consulta entre los cinco. Si llega a darse el caso de que Aída o Eduardo dicen que no, pues hacemos consulta con los tres que ya están inscritos. Y que escojamos este próximo 9 de marzo.

çYo se que pueden llegar a un acuerdo en la dirección y elegir un candidato, pero creo que hay que tener un mínimo de coherencia; el lio de Petro y lo que está pasando en Bogotá está reivindicando el valor del voto popular y la ciudadanía, pues lo mejor es que prime el voto popular. Excepto si los tres candidatos se ponen de acuerdo en hacer un pacto que no tengo garroteras.

P. ¿En su doble posición, como analista y candidata al Senado, cuál es su lectura del proceso de paz con las Farc hoy en día?

R. Santos me parece un mal presidente en todos los ámbitos, pero también hay que reconocer cuando un político se echa apuestas tan complejas e impopulares como este proceso.

En ese sentido hay que apoyar al presidente y al proceso. Me parece que está bien planteado. El Gobierno hizo un esfuerzo enorme por aprender de los errores del pasado; por no tener despejes, ni agendas abiertas.

La metodología de que sea afuera, de que no haya despeje ni cese al fuego, de que haya equipos y agenda definidos es la correcta. Hoy me preocupa un asunto y es que no haya un sentido de urgencia en ninguna de las dos partes. Es como si el tiempo fuera infinito.

Esa manipulación de ambos nos cuesta vidas y prestigio al proceso; le cuesta respaldo a la decisión política más importante que vamos a tomar en Colombia. Yo creo que están jugando con candela. Creo que hay que insistir en la culminación de las negociaciones este semestre y que el 20 de mayo, antes de las elecciones presidenciales, nos digan qué han hecho desde el anuncio de la firma del segundo punto. Que no lleguemos a las urnas a escoger presidentes de manera ciega y que los demás candidatos sepan en qué va el proceso de paz y puedan definir su posición sobre el futuro del mismo.

P. ¿Cuál es su lectura de todo lo que ha pasado con Petro y el procurador Ordóñez?

R. Que enredo hombre. Yo no voté por Petro. Yo me di cuenta de que la ciudad estaba en una crisis tal que necesitaba mucha más experiencia y en eso creo no haberme equivocado. Sin embargo, independientemente de eso, yo sí creo que hay elementos distintos.

El primero es Alejandro Ordóñez, ese señor es un peligro para la democracia. Ese es un tipo que no respeta la Constitución, que no se ciñe a las leyes. Es un fanático religioso que cree que todavía se puede discriminar a los colombianos o por su orientación sexual o por su corriente política o porque somos mujeres que defendemos nuestros derechos sexuales y reproductivos. Es un troglodita. Y ese señor se puede reelegir de manera indefinida porque no existe nada que se lo prohíba.

Además, ese señor compró, con corrupción puesta a punta de clientelismo y contratos, su reelección. Acá lo que toca es evitar que ese señor se vuelva a reelegir.

Segundo, acá hay un problema de diseño de la Procuraduría. Quedó mal planteada, lo que pasa es que nunca había habido alguien que abusara tanto como Ordóñez. Es fundamental quitarle esas facultades arbitrarias y nosotros tenemos que saber que lo que se da por voto popular se quita por voto popular, es un principio básico del derecho: Las cosas en derecho se deshacen como se hacen. Me enerva ver a Ordóñez diciendo que “Petro se va por ser mal alcalde”. ¡Eso señor Ordóñez, lo decido Yo!. No se trata de defender a Petro, se trata de defendernos como ciudadanos.

Tercero, los entes de control colombianos no funcionan. La prueba reina de eso es que la corrupción es rampante y voraz. Y esos organismos existen para que eso no pase.

Hay que quitarle a los políticos la posibilidad de elegir los entes de control y que se haga vía concurso. Además, si el Procurador fuera, idealmente, un constitucionalista versado y de peso pues su función sobra porque para eso está la defensoría del pueblo. Hay que fortalecerla y a la unidad de la Fiscalía General que se encarga de los delitos contra la administración pública.

Yo creo que el asunto de Petro, que es una arbitrariedad, no es el gran problema. Ir a Plaza de Bolívar o no ir no es problema. Yo he ido seis veces y seguiré yendo de ser necesario porque si a las élites cachacas les molesta la movilización y el balcón pues que no abusen. Que dejen gobernar.

P. Pero cómo hacer ese cambio, ¿qué hay que decirles a esas élites?

R. Hay que decirles que acá llegarán nuevos sectores a gobernar, con nuevas y distintas ideas. Hay que decirles que no somos adornos en su galería para que esos orangutanes en sacoleva, digan que Colombia es una democracia ejemplar porque hay hasta gente de izquierda. Como si existir fuera un gran favor. Nosotros no solo tenemos derecho a existir y a que no nos maten, porque nos siguen matando a muchos como el caso de Marcha Patriótica; tenemos derecho a hacer gobierno y a ejercerlo.

Hay que romper con esa tradición de que acá solo gobiernan unos Santos o unos Vargas. Acá no nos serviría un caudillo de izquierda o uno de derecha ni siquiera una dictadura militar. Acá hay que hacer otras cosas para que la democracia funcione.

P. ¿De qué manera garantizar que los organismos de control sí ejerzan un control efectivo sobre la función pública?

R. Debería haber una unidad de investigación como el CTI. Debería utilizar todas las herramientas legales para investigar y para confiscar los dineros de los corruptos. A ellos les importa cinco la libertad, lo que de verdad les duele es que les toquen el bolsillo. Acá llevamos rogándole diez años a Uribe que nos muestre su declaración de renta, como si fuera un favor. Eso no es un favor, los políticos que aspiren a un cargo de elección popular deberíamos decir al inicio cual es nuestro patrimonio, ingreso y ahorro y contrastar esa información con los resultados al final del periodo. Lo que sobre y no se pueda demostrar que se ganó por medio de trabajo, debe ser confiscable.

Los congresistas actuales no resisten un análisis financiero de sus bienes. Ese conjunto de medidas llevarían a que exista un control de esa función.

P. Volviendo a ese punto sobre una democracia funcional, ¿qué salidas tendría Colombia dadas sus eternas dificultades políticas?

R. Yo creo que acá hay que hacer un frente amplio, un frente de concertación. No creo que la Alianza lo sea, por ahora, pero si se constituye en la base de esa concertación, magnífico. Por eso es tan valioso que personas como Enrique Peñalosa estén acá.

Nosotros, una suma de fuerzas de izquierda, no lograremos la transformación política de Colombia. Respeto infinitamente al Polo Democrático, pero sumar pequeñas fuerzas no egenra una fuerza transformadora, no crea mayorías.

El problema grave es que en Colombia las mayorías electorales no son de izquierda, son de derecha y de centro. Si nosotros queremos llegar a ser mayoría y presentar alternativas tenemos que tener gente como Peñalosa, como Fajardo, como Claudia López. No se trata de que pensemos igual que todos en la Alianza, pero somos agentes de cambio. Entendemos que la equidad es fundamental en un país en guerra como Colombia. Por eso es importante quitarse la maldita excusa de las Farc de encima.

P. Teniendo en cuenta que han existido transformaciones, como la de la pérdida de influencia de la parapolítica, en menos de una década ¿cuánto tiempo tomaría desarrollar ese gran proyecto democratizador que plantea?

R. Yo creo que es una tarea de una generación, pero si quieres una cifra de años, yo creo que eso es posible, en lo esencial, en 12 años. Cuando me convencieron de entrar en esta campaña yo fui clara de que no quiero matrimonios para toda la vida, yo insistí en que más de doce años no es posible. Si nosotros no somos capaces de que este proyecto se consolide en doce años, no hacemos nada.

Si terminamos de nuevo en caudillismos eso no va a pasar. Yo voy a estar en este proyecto 12 años, en ningún caso más de 8 en el Congreso.

P. ¿Solo 8 años en el congreso?

R. Yo creo que este país debe empezar a pensar de otra manera acerca de los miembros de los cuerpos colegiados. Ellos tienen reelección indefinida. Hace 15 años Hipólito Moreno no era el gran capo que es hoy. El senador Gerlein lleva cuarenta años robándose el departamento del Atlántico, aunque hace treinta años debería haber sido un tipo renovador.

Es importante entender que la política es una carrera de relevos. Con qué cara le diré a todos esos jóvenes que están pendientes de esta candidatura, que pueden participar en este proyecto si me apoltrono.

P. ¿Cuál es el problema más grande para democratizar al país?

R. A esos políticos no les interesa crear instituciones, le tienen un miedo a la legalidad. Señores como Álvaro Uribe le tienen un gran temor a la justicia porque tienen un rabo de paja inmenso. Siempre le tienen miedo a la justicia y por eso la sabotean y la entorpecen. Esos mismos viven del clientelismo por eso no les interesa un Estado diferente.

P. ¿Cómo encaja en ese proyecto la papeleta verde?

R. A nosotros se nos critica que de verdes solo tenemos el nombre. Entonces presentamos una propuesta de política minero-energética y una política ambiental acorde con esa propuesta. En Colombia hay un problema ya que los proyectos mineros se hacen en donde vive o cultiva la gente, eso genera un gran conflicto de usos del suelo.

Acá lo que pasa es que cada quien mire a ver qué hace. Pero la ley no es clara. Si un páramo es una zona de protección es una zona de protección, no se puede cultivar nada ni se puede explotar nada, solo produce agua y aire. Nuestra propuesta va en el sentido de que debe haber una claridad en ese uso del suelo. Además, cuando haya megaproyectos que cambien el ambiente y el uso del suelo, debe haber una consulta popular para que el pueblo sea la última instancia en ese tipo de decisiones.

Esos son los puntos en los que se enfoca la papeleta verde impulsada por la Alianza.

P. ¿Cómo ve a Uribe en este momento, cuando lo abuchean en varios sitios y la candidatura de Óscar Iván Zuluaga a la presidencia no despega?

R. Esos son hechos muy dicientes. Es decir, Álvaro Uribe es un ídolo con pies de barro y cada vez se le va a notar más su barro. Es un tipo que no puede salirse de la política porque su rabo de paja es muy grande y lo único que lo protege es su popularidad.

Es decir “Yo soy un hombre corrupto, yo me enriquecí con mi familia, yo permití que se asesinaran 2300 jóvenes a mansalva para mejorar las estadísticas de bajas de la guerrilla y sacar pecho, yo cogoberné con paramilitares, yo metí sicarios al Palacio de Nariño para hacer complots contra los magistrados, yo tenía un jefe de seguridad que traqueteaba desde la oficina contigua a la mía, pero mataba guerrilleros”. Esa situación hizo pensar que él merece un lugar en la historia por matar guerrilleros.

A mí me gusta que llegue al Senado y ver qué hace con su fuero de senador y no con el fuero impune de los expresidentes. Van a haber discusiones interesantes.

P. ¿Esta semana usted habló de un nuevo modelo de justicia en qué consiste?

R. Ese es uno de los problemas más graves porque ¿qué quiere Uribe? Que lo celebren como un prócer pero que Timochenko se pudra en una mazmorra y ¿qué quiere Timochenko? Que a él lo celebremos como un ídolo revolucionario del pueblo pero que Uribe se pudra en la Corte Penal Internacional. Si queremos paz no le vamos a dar gusto a ninguno de los dos. Tenemos que tener un mismo rasero para todos. El problema es que tenemos estándares distintos de justicia.

Yo creo que hay que pensar en una justicia que esté presente en todo el país, en una justicia para la paz, diferente de la justicia para los combatientes. Esa justicia para la paz es la justicia para los ciudadanos, muy parecida a la tutela: gratuita, rápida, de fácil acceso y oportuna. Dos justicias diferentes pero iguales para todos a quienes se les aplique, con eso se acaba la inestabilidad que pone en riesgo la construcción de la paz en Colombia.

P. Siendo Colombia el país que es, la seguridad personal no está garantizada. Con este tipo de señalamientos y afirmaciones y con los debates que se adelanten en el Senado el riesgo incrementa. ¿Vale la pena el riesgo?

R. Defender el derecho a que uno pueda decidir qué hace o dónde vive, vale toda la pena. Claro que es riesgoso y no me voy a poner de heroína a que me maten. Cuando me he tenido que ir del país lo he hecho. Pero un bandido o un corrupto no va a decidir qué puedo hacer y qué no puedo hacer, dónde puedo vivir y dónde no puedo vivir. ¡Eso lo decido yo!

Yo sí creo que frenar el abuso y arrogancia del poder es fundamental para la democracia. Yo no soy heroína pero claramente soy una privilegiada de Colombia, tengo grado universitario, maestría, diplomado, doctorado, hablo dos idiomas, he podido trabajar en 15 países, soy una privilegiada. Si una persona con esos privilegios no lucha por la democracia, por la gente que nunca voy a conocer pero que hace parte de Colombia, entonces quién. Cómo hacemos Nación, cómo hacemos país.

De eso no me arrepiento. No me arrepentiré jamás.

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