El Papa Francisco se convierte en asunto de política interna en Argentina

Los políticos argentinos convirtieron en un asunto interno la designación como sumo pontífice de Jorge Bergoglio, que aparcó sus diferencias con el Gobierno de Cristina Fernández y anunció que será la primera mandataria a la que recibirá en el Vaticano, el próximo lunes.

El encuentro, considerado por la Santa Sede como un “gesto de cortesía y afecto” hacia la jefa de Estado argentina, será un almuerzo “sencillo, sin protocolo”.

El anuncio del Papa sorprendió a la presidenta preparando las maletas para viajar a Roma al frente de una nutrida delegación oficial que incluye a ministros, parlamentarios, magistrados, jerarcas de la Iglesia católica y sindicalistas.

También sorprendió a más de un dirigente opositor que había visto la elección de Francisco como un auténtico regalo del cielo por el enfrentamiento de Bergoglio, exarzobispo de Buenos Aires y cabeza de la Iglesia argentina durante dos periodos consecutivos, con los Gobiernos del fallecido expresidente Néstor Kirchner y de su esposa y sucesora.

El Papa se alineó con los productores rurales en su “guerra” con los Kirchner en 2008 y acentuó su distanciamiento por la ley del matrimonio homosexual y la despenalización parcial del aborto, en 2010.

El papel de la Iglesia católica durante la última dictadura militar (1976-1983) y el hecho de que Bergoglio fuera citado como testigo en dos juicios por delitos de lesa humanidad levantaron otra barrera con el Gobierno.

Kirchner llegó a calificarle de “verdadero representante de la oposición” y el entonces cardenal llamó a los fieles a librar la “batalla de Dios” para frenar al Gobierno en la aprobación del matrimonio homosexual.

En el último año, tanto el Ejecutivo como el arzobispo bajaron el nivel de confrontación, pero no lograron crear un clima de entendimiento.

En este contexto, los kirchneristas no se sorprendieron por la frialdad con la que la presidenta felicitó a Bergoglio el miércoles, a través de una escueta carta, en contraste con la calidez de los mensajes de líderes de la izquierda latinoamericana aliados de Fernández.

Las críticas no se hicieron esperar y las matizaciones tampoco. En menos de 24 horas se multiplicaron las voces oficialistas que dieron rienda suelta a su “alegría” por tener un papa argentino que, según algunos, es incluso “peronista”.

“Bergoglio tiene una visión tercermundista; es un papa peronista”, aseguró el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, mientras el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, puntualizaba: “Peronistas somos todos, solo que algunos no lo saben”.

Para evitar malentendidos, el jefe de la bancada oficialista en el Congreso, Agustín Rossi, fue tajante hoy: “No creo que la designación de Francisco vaya a cambiar el giro de la política interna”.

Entretanto, la oposición desempolva viejas fotografías de sus encuentros con Bergoglio para demostrar, con pruebas, que “siempre” estuvieron del lado del Espíritu Santo.

La invitación del papa a Fernández, comentó hoy el presidente de la patronal industrial, Horacio de Mendiguren, confirma que Bergoglio “nunca quiso ni se puso como jefe de la oposición”.

Para el conservador alcalde de la capital, Mauricio Macri, “esto empieza a marcar un futuro promisorio para todos los argentinos”, y el socialista Hermes Binner no duda de que el nombramiento de Francisco tendrá un “efecto político”. “Tenemos que aprovecharlo para construir una Argentina mejor”, manifestó.

Otros, como el peronista disidente Francisco de Narvaez aspiran a aprovechar la “papamanía” con una estrategia contundente: “Bergoglio es la contracara de Cristina”.

Aunque uno de los dirigentes que ha sacado mayor provecho de la experiencia del jesuita Bergoglio es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, el único que puede hacer sombra electoral a Cristina Fernández en las encuestas.

“Tiene una personalidad deslumbrante”, dijo el gobernador peronista. “Yo recibí duras críticas por seguir viéndolo (durante su enfrentamiento con el Gobierno de Fernández). Pero él me transmitió siempre la fórmula de las tres P: paciencia, perseverancia y prudencia”. Un buen consejo para un político que aspira a ser presidente.

Con EFE