Miguel Uribe Turbay cuenta con un legado político que lo encasilla dentro de la categoría de Delfín. Su más reciente elección como presidente del Concejo de Bogotá, motivo de discordia para Verdes y Progresistas, pone de presente que su poder como contradictor de la administración Petro sigue intacto.
Desde que ingresara al Concejo de Bogotá, Miguel Uribe Turbay llamó la atención de los medios de comunicación y del mundo político en general. Hijo de Miguel Uribe Londoño, ex secretario económico del ex presidente Turbay, y de la asesinada periodista Diana Turbay, Uribe Turbay arribó al cabildo distrital por el Partido de la U, el principal contradictor de la administración Petro en el cabildo distrital.
Su férrea oposición al POT y al cupo de endeudamiento de la ciudad, propuestos por Gustavo Petro, actual alcalde de Bogotá, dejan ver el talante del jóven político y lo que de su mano puede venir para la administración distrital en el año que corre.
El mismo día que Uribe fue nombrado a la cabeza del Cabildo, llegó a la vicepresidencia Roberto Hinestroza, otro enconado opositor que desde la bancada de Cambio Radical ha señalado que Bogotá se encuentra “en riesgo”. Hinestroza tiene apenas dos años en la política, pero ya es uno de los concejales que mejor mueve los hilos en la política capitalina.
El malestar en el sector progresista, en cuanto a la elección de Uribe Turbay como presidente del Concejo se debió a que la representación del Partido verde votó por el joven político como cabeza del cabildo, mientras que los primeros votaron en blanco.
Sumada a la prevención que genera un opositor a la cabeza del Concejo vale mencionar que su padre, quien según varias fuentes es el encargado de ir trazando el camino político del novel concejal y quien estuvo a favor de Petro en la pasada campaña a Alcalde, fue reconocido como el coordinador del Centro Democrático para Bogotá.
Así las cosas, este joven político que con su elección como presidente del Concejo de Bogotá empieza proyectarse como una figura de peso en Bogotá, será el encargado de poner el tono de los debates que se den entre la administración Petro y el cabildo, en un año crítico para Gustavo Petro, por cuenta de la batalla jurídica y electoral que hay alrededor de su permanencia en el cargo. O de quien en su nombre llegue a terminar el mandato.