El presidente Santos II

Quedaron atrás unas elecciones patéticas que por susto decidieron a favor de la paz y por tanto de la reelección del presidente. También quedó atrás el mundial de fútbol que durante un mes tuvo a todos los colombianos distraídos y felices al frente de la pantalla. Así vuelve Colombia a la rutina de su agridulce realidad y debemos ocuparnos de ella retomando el camino donde quedamos el 15 de junio el día que el miedo venció a la virulencia.

Santos ganó porque las fuerzas independientes y de izquierda se volcaron a las urnas a favor de la paz y en contra de un proyecto político de derecha radical. En esa convergencia de fuerzas ganadoras lo menos que hubo fue conservadores. Fueron liberales de distinta tendencia, verdes y la izquierda los que decidieron a favor de un segundo gobierno.

Sin embargo, el asunto no es tanto cómo va distribuir el gabinete y las embajadas entre todos ellos. Lo importante es entender que una visión de centro izquierda es la que triunfó, y ese debe ser el enfoque del plan de desarrollo y de las políticas y reformas que se hagan, y del equipo de gobierno que debe diseñarlas e impulsarlas.

Santos II no puede decir gracias por los votos y volver a mirar la línea de Uribe, Martha Lucía, Zuluaga y del procurador. Ni tampoco crear sofismas como el de la Tercera Vía, hoy en el ostracismo, dejando la sensación de que no quiere hacer evidente una alianza con las fuerzas que verdaderamente le dieron el triunfo: la centro izquierda. Si Clara López no se hubiera puesto la camiseta de la reelección, no hubiera Santos II. Si la Alianza Verde no hubiera dado su apoyo en la segunda vuelta, no hubiera ganado. Solo con los Noños, con la cuota conservadora y con el trio de la Unidad Nacional, jamás hubiera triunfado. La victoria se debe a esa fuerza silenciosa de independientes que un día es ola verde, otra amarilla, mañana azul turquesa, pasado mañana vinotinto.

Entonces, más allá de como pinta de colores su gabinete, lo que realmente importa es el talante y la orientación político ideológica para el posconflicto y para impulsar las reformas que Colombia necesita para convertirse en un país moderno, incluyente, con un sistema productivo avanzado y globalizado, y con instituciones fuertes para la paz, la reconciliación, el desarrollo y la globalización.

En las elecciones quedó claro que el país está dividido en dos grandes bloques políticos. Uno multicolor de centro izquierda, y otro el monolítico azul oscuro del uribismo que tiene un techo del 45% de los que van a las urnas. El bloque gobiernista es más numeroso, variado y disperso, y en el congreso es mayoritario aunque no tanto como hace cuatro años.

Santos II en vez de pensar en la Tercera Vía debe pensar en una Concertación colombiana parecida a la Concertación en Chile. Ese fue el mandato de las urnas. No fue una Tercera Vía la que votó, fue una espontánea fuerza multipolítica la que decidió por la paz y la democracia.