El papa Francisco llegó está noche al Coliseo de Roma para presidir desde la colina del Palatino, que se encuentra frente al famoso anfiteatro, el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo, el primero de su pontificado.
Francisco fue recibido por el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, y acogido con aplausos por las varias decenas de miles de fieles que siguen el rito portando velas, en un ambiente de recogimiento.
El Vía Crucis discurre por el interior del Coliseo -el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos-, continúa por delante del Arco de Trajano y concluye en la colina del Palatino.
El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, lleva la cruz en la primera y última estación (la decimocuarta). Una familia italiana y otra india la llevarán en la segunda y tercera.
Un enfermo y tres voluntarios de Unitalsi, grupo católico italiano que lleva enfermos a Lourdes, portarán la cruz en la cuarta y quinta y dos seminaristas chinos lo harán en la sexta y séptima.
Después, el símbolo de los cristianos será portado por dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (en la octava y novena estación), y por dos religiosos, uno nigeriano y el otro libanés, en la décima y undécima estaciones.
En la duodécima y decimotercera estaciones la cruz la portarán dos jóvenes de Brasil, país donde se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en julio próximo, a la que asistirá el papa Francisco.
Al final del Vía Crucis, Francisco pronunciará unas palabras.
Las meditaciones de las 14 estaciones del Vía Crucis las han escrito varios jóvenes del Líbano bajo la dirección del cardenal Becharas Boutros Rai, patriarca de la Iglesia Maronita, y fueron solicitadas por Benedicto XVI tras el viaje que efectuó a aquel país el pasado año.
En las mismas, los jóvenes denuncian las injusticias de los poderosos, exigen libertad religiosa y piden a los cristianos que sigan en Tierra Santa, a pesar, incluso, de la persecuciones que sufren.
El Vía Crucis del Coliseo romano fue instaurado en 1741 por el papa Benedicto XIV y, tras décadas de olvido, volvió a celebrarse en 1925.
En 1964, el papa Pablo VI acudió al Coliseo para presidir el rito y, desde entonces, todos los años acude el sucesor de San Pedro.
Con EFE